Economía

El nuevo filón del crimen organizado: las mafias empiezan a cambiar las drogas por el fraude con la comida

  • En 2013 se registraron 1.538 denuncias de estafas relacionadas con alimentos

El escándalo de la carne de caballo que se vendía como carne de vacuno destapó el año pasado la existencia de un mercado negro en el sector de la alimentación. Desde entonces, según The Economist, el apetito del crimen organizado por la comida ha ido en aumento, ya que está diversificando su negocio y emprendiendo actividades de falsificación y tráfico de alimentos, además de alcohol y otros productos básicos de consumo.

La crisis financiera conlleva un aumento del desempleo y una bajada de los sueldos que afecta de forma directa a los bolsillos de los ciudadanos. Hay menos dinero para drogas pero también para los gastos corrientes, por lo que la búsqueda de chollos y rebajas prima en las decisiones de compra.

"No todo el mundo es un yonki, pero todo el mundo compra comida y bebida". Este sencillo razonamiento parece ser una de las primeras motivaciones de las bandas organizadas que están adentrándose en el comercio de alimentos. De hecho, desde Europol, la oficina europea de Policía, aseguran que algunas mafias que concentraban su negocio tradicional en las drogas lo han reemplazado directamente por el sector de la alimentación.

La publicación retrata el aumento de este tipo de crimen en Reino Unido, donde desde 2007 existe una base de datos de fraude elaborada por la agencia de control de calidad alimentaria, la Food Standards Agency. Ese año, se recibieron un total de 49 denuncias de estafas relacionadas con la comida. A cierre del pasado año, en 2013, se habían registrado 1.538, un aumento del 3.000%.

Arroz, cerveza, miel...

Los casos detectados por las autoridades son muy diversos. Desde la incautación de 22 toneladas de arroz de grano largo vendido como si fuera Basmati, que es más caro, en una operación conjunta de la Interpol y Europol, hasta la captura de 2.500 tarros de miel que solo contenían sirope de azúcar.

También se ha detectado fraude en botellas de aceite de oliva, que se adulteran con aceite de soja, y la importación ilegal de cerveza barata de países como Bélgica, que venden a tiendas minoristas sin pasar por la Aduana, un contrabando que cuesta a las arcas de Reino Unido unos 500 millones de libras al año, según calcula la Hacienda británica. 

La dimensión de los fraudes es tal que las autoridades no dudan de que se trata de grupos organizados que están invirtiendo dinero en maquinaria, materias primas y mano de obra para producir los productos falsificados.

Sin embargo, la respuesta ante el problema no es de las mismas proporciones, al menos en territorio británico, destaca el artículo. La Policía Metropolitana, que se ocupa de la mayor parte de la delincuencia organizada en el país, dedica mucha manos atención a este tipo de delitos y, de investigar un caso de fraude con la comida, las sanciones son menores. Si no hay riesgo para la seguridad, lo habitual son solo seis meses de cárcel.

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