Hablamos con Daniel Lacalle sobre la situación que atraviesa España. Un país donde suben los costes laborales pero no así los salarios. Donde suben los impuestos y cae el poder adquisitivo y donde crear una empresa es complicado, caro y extremadamente burocratizado.
El economista defiende una manera de vivir que apueste por ser lo más libre posible en el plano económico. Un intentar no depender de cuestiones externas para conseguir nuestros objetivos. Asegura que como ciudadanos y empresarios "debemos intentar ser dueños de nuestro propio destino y responsables de él". Una especie de coherencia vital que apuesta por el espíritu emprendedor, activo y de ciudadano empoderado. Recuerda que "el problema de España es de despilfarro y deuda y eso se soluciona ahorrando y mejorando la renta disponible de las personas".
Suben los costes laborales pero los sueldos bajan cada vez más. ¿Qué es lo que no funciona? ¿Cómo se podría cambiar esta tendencia?
Efectivamente, se está llevando a cabo una política que pone trabas a la recuperación y que consiste en aumentar los impuestos constantemente, con menoscabo de la renta disponible de las personas. Todas las crisis de las que se ha salido con éxito, de forma sostenible, se han solucionado mejorando la renta disponible de las personas y eso, en un entorno como el nuestro, solamente se puede hacer reduciendo los impuestos. Si lo que hacemos es reducir salarios y aumentar los impuestos, las cargas laborales no bajan, el consumo y el ahorro se resienten y las familias y empresas van peor. Es decir, se le pone la zancadilla a una recuperación que ya es muy débil.
Siempre se habla del paro en España como uno de los grandes problemas pero... ¿usted identifica algún otro problema mayor aún?
El paro es una consecuencia, no es una causa. Es una consecuencia de un entorno extremadamente rígido que impide la creación de nuevas empresas y que penaliza a las empresas en su proceso inicial. Por ejemplo el régimen de autónomos, es extremadamente oneroso en nuestro país comparado con cualquiera de nuestros comparables. Para mí el gran problema es ese. Cuando se pincha la burbuja de obra civil y de gasto público, ¿qué es lo que ocurre? Que se tiene que generar empleo desde los verdaderos creadores de empleo que son los emprendedores y las nuevas empresas.
Cuando tienes un sistema que es burocrático, lento, caro y además penalizador (en cuanto a que cobra impuestos de una manera recaudatoria y no con el objetivo de crear riqueza), ahí es donde está el problema que impide que el paro se reduzca de manera mucho más agresiva.
¿Qué le parecen los últimos cambios que está realizando el Gobierno para los emprendedores?
A mí me sorprende que en España haya una especie de ataque y de negación de algo tan importante como es el contrato único. El contrato único, que es algo que existe en todos los países a los que nos queremos comparar, es esencial para evitar un proceso de contratación complejo, caro y aleatorio. Para mí todos los esfuerzos de nuevos contratos no solucionan el problema de excesiva burocracia y excesiva complejidad en los contratos en España. Pero además, es que no es cuestión de hacer una ley de emprendedores o un contrato de emprendedores, de lo que se trata es de que sea fácil, rápido y barato para los emprendedores crear empresas. Y ninguna de esas tres cosas pasan en España.
¿Demasiada legislación cada vez más difícil de entender? Hay organizaciones de emprendedores que se han llegado a quejar de tantos cambios en tan poco tiempo...
Efectivamente. El cambio constante sin simplificar, sólo añade 'otro piso a la lasaña'. Eso no facilita en nada, lo que hace es burocratizar más, generar más dificultades para que se modernice, se liberalice y se flexibilice el mercado de nuevas empresas.
En su último libro asegura que "jamás cambiaría su libertad por seguridad". ¿Qué de malo tiene algo de seguridad? ¿No necesitaríamos también cierta seguridad en el empleo por ejemplo?
El problema es que esa supuesta seguridad no existe. El problema es que se piensa en un trabajo fijo, a largo plazo, garantizado, y esas cosas no existen, no son ciertas. Porque luego o tienes un ERE, o tienes una jubilación anticipada, o lo que sea... No existe esa seguridad aunque sí que se nos cuenta esa especie de quimera.
Al igual que en cualquier país de la OCDE tú puedes llevar a cabo la planificación de tu consumo y de tu vida en un entorno en el que la libertad permite que el trabajador en vez de ser un colocado (que es un efecto casi como de pedigüeño, casi de caridad por parte del empresario) es libre de que si las condiciones en que está trabajando no son las adecuadas se vaya a otro sitio. Que se mantenga una flexibilidad y se mantenga una rotación en el mercado que hace precisamente que sea ese trabajador el que salga ganando. Sin embargo, si lo que anteponemos es la seguridad, se genera ese efecto casi funcionarial con el que ni se consigue llegar al potencial económico y de consecución de objetivos personales que se podría llegar, ni tampoco tenemos esa falsa seguridad irreal.
Usted habla de cualificarse para una aldea global, de buscar oportunidades en el mundo. Habla de reciclarse, estar atento a las ofertas que surgen en los diferentes sectores y aprovechar esos 'tirones'... pero, ¿cómo emprender con tanto cambio regulatorio?
Primero, es verdad que en España hay un problema de percepción de inseguridad jurídica y esto hace que se invierta mucho menos en la economía productiva y que la inversión directa vaya fundamentalmente a los sectores financieros. Eso no es bueno porque no se soluciona el problema del paro con la celeridad que debería. Además, el emprendedor cuando lee que hay cambios aleatorios en la regulación de un sector, evidentemente siente prevención y alberga inseguridad jurídica. Este problema ocurre en España, en Italia, y en países muy específicos.
Segundo, los errores regulatorios y los errores legislativos no los pueden pagar los ciudadanos. No se puede estar en un sistema en el que el Gobierno comete errores monstruosos regulatorios y después dice, no pasa nada porque los ciudadanos pagan, porque lo que acaba pasando es que se destroza y se hunde la actividad económica.
Como consejo para los emprendedores: hay que invertir de una manera muy prudente. Montar empresas no basadas en las expectativas de algo exógeno, como sería el crecimiento de la economía, sino centrarlo lo más posible en lo endógeno, es decir, los puntos fuertes de nuestro negocio que nos diferencia del resto de los ya existentes. Hay que reducir costes mejorando la eficiencia y mejorando los márgenes en vez de pensar en la macroeconomía que es siempre volátil.
Y a la hora de reforzar la parte emprendedora de una persona para desarrollar ideas en forma de negocio... ¿no cree que en España hay un problema en Educación y orientación universitaria?
Hay que erradicar ese rasgo tan español del miedo al fracaso. Tenemos que entender que al montar una empresa o hacer un negocio las probabilidades de que vaya mal existen. Pero que vaya mal no significa que sea un error, hay que aprender de él y así servirá para hacerlo mucho mejor en una segunda oportunidad.
Yo creo que el tema principal es que en la educación se introduzca el concepto de autoempleo. España comparado con la media de la OCDE es el país donde los universitarios se autoemplean menos. No crean su propio trabajo. La educación tiene que estar orientada hacia la práctica, hacia la creación, hacia el liderazgo, no a repetir y a memorizar tochos enormes de papeles que no sirven para absolutamente nada y hacer muchos exámenes y luego creernos que por hacer muchos exámenes y tener un título tenemos un derecho. A mí me da mucha pena, pero hay mucha gente que sale de la universidad y que piensa que están preparados y que por lo tanto merecen un puesto de trabajo con una serie de condiciones. Pero nadie se merece nada. El título universitario no es más que una responsabilidad, no es un derecho.
Pero este cambio lo van a tener que hacer los jóvenes, cuando se den cuenta de que como se sienten a esperar a que le den el trabajo que le ha dicho su padre que merecen van listos. Las soluciones no van a llegar desde fuera. Además si eres un universitario extremadamente bien preparado y cualificado, tendrás oportunidades magníficas en muchos países.
Por otra parte tampoco entiendo esa demonización de buscar oportunidades fuera. O bueno, sí la entiendo porque es parte de la burbuja inmobiliaria: compras una casa en España y tienes que trabajar a menos de 20 km de donde la compraste... hay toda una madeja creada alrededor de la burbuja inmobiliaria. Para mí lo importante es que la gente entienda que salir fuera y luego poder volver es parte de las enormes oportunidades que genera la globalización. Y hay que verlo como oportunidades y no como riesgos.
¿Qué le parecen los minijobs? Hay quien cree que fomentarían la precariedad laboral...
Bueno, los minijobs no son una solución, pero son parte de ella. La razón por la que funcionan en los países donde se aplican, es porque permiten que el paro que se ha generado en sectores que se han estancado o están en declive, se reconvierta y esos trabajadores generen un currículum en sectores que están repuntando. Digamos que permite la transición de un sector a otro desde el trabajo. Pero no son una panacea en sí mismos. Sería una de las cuatro grandes patas de una posible solución. Otra pata sería la seguridad jurídica. Otra sería facilidad y flexibilidad para crear empresas, y la cuarta pata, los bajos impuestos.
¿Y sobre el salario mínimo interprofesional (SMI)? Pros y contras...
Sea como sea, la cantidad que sea, el salario mínimo no sirve para nada si no hay trabajo. El SMI funciona además como una barrera que impide a los que están dispuestos a trabajar acceder a puestos y a los empresarios a los que se les está hundiendo a impuestos se les impide a lo mejor contratar una segunda o tercera persona que podrían contratar. El salario mínimo en sí mismo no dice nada, al igual que los minijobs. Con un 26% de paro, que el salario mínimo sea la cantidad que sea me da igual porque la realidad es que lo que necesitamos hacer es crear muchas más empresas para que esto llegue a funcionar.
En una parte de su último libro Viaje a la libertad económica cuenta que sus amigos le comentan que es injusta la imagen que se tiene de España. A lo que usted suele responder que al revés, tenemos suerte de que muchos de los escándalos que salen cada día en nuestra prensa nacional pasen desapercibidos para la prensa internacional. ¿Qué opina de la corrupción en España?
A mí me parece que se trata de un problema estructural. Lo que a los extranjeros les sorprende de España no es solamente la corrupción y las cantidades enormes de dinero de esos casos de corrupción sino la tolerancia. Esa visión maniquea de 'mi equipo', 'tu equipo' y 'el tuyo más', en vez de hablar del problema fundamental que es ese abuso del Estado.
Todo el mundo puede cometer errores e incluso pueden darse corrupciones en obra pública. Todas esas cosas pueden ocurrir por muchas circunstancias y de hecho ocurren en muchos países, pero hay una cosa que se llama responsabilidad crediticia que es necesaria en España. Es decir, si en una comunidad autónoma se va después de unas elecciones el equipo gobernante y deja por ejemplo 2.500 millones en facturas sin pagar, tienen que haber responsabilidad penal y crediticia. Porque sino el que venga detrás dice, bueno, pues con que deje 1.000 millones en facturas sin pagar ya lo he hecho el doble mejor. No es ese el concepto, el concepto no puede ser la ayuda al ineficiente, al corrupto o al mal gestor. Que es el problema del déficit ... ¿A quién se ayuda? Se ayuda a quien sobrepasa el límite en vez de penalizarlo.
En EEUU el concepto de responsabilidad crediticia es clarísimo. No se rescata a estados. Si quiebra California, quebró. Si quiebra Detroit, quebró. Y eso no afecta al resto. Pero no se genera un incentivo perverso por el cual merece la pena hacerlo mal porque no existe una responsabilidad penal ni una responsabilidad crediticia.