
El 1% de la población más rica de Estados Unidos lo es cada vez más. Los salarios reales están estancados, los ingresos familiares no han aumentado tan rápido como la productividad... El debate sobre la desigualdad de clases gana peso y la primera economía del mundo bien podría estar en camino de convertirse en una economía de Downton Abbey.
Así lo cree el exsecretario del Tesoro de EEUU Larry Summers, que ve muy probable que esta situación se alargue más allá del momento en que los déficit se hayan normalizado y las cuentas públicas se hayan saneado.
El presidente Barack Obama tiene motivos para estar preocupado, comenta Summers, que piensa que tarde o temprano el tema de la desigualdad tendrá que ser abordado.
El reto consiste en averiguar qué hacer, comenta en un artículo que escribe en el Financial Times. Si se pudiesen distribuir los ingresos sin debilitar el crecimiento económico, habría razones para impulsar medidas que redujesen los ingresos de los más ricos y se transfirieran esos fondos a la clase media y baja. Pero no es el caso, comenta.
En su opinión, es fácil pensar en políticas que hubiesen reducido la capacidad de obtener mayores ingresos de, por ejemplo, Bill Gates o Mark Zuckerberg, haciéndoles más complicado sacar provecho de su negocio. Pero lo difícil, comenta Larry Summers, es ver cómo esas políticas harían aumentar los ingresos del resto de la población. En cambio, sí afectaría a los consumidores, privándoles de los frutos del progreso tecnológico, escribe.
El presidente de Estados Unidos lleva meses alertando de la "la peligrosa y creciente desigualdad" que "ha puesto en peligro" el fundamento de la clase media y asegurando que es "el mayor desafío" que enfrenta el país.
Pero Summers piensa que no hay suficiente con identificar las políticas que permitan reducir la desigualdad; deben aumentar los ingresos de la clase media y los pobres. La reforma fiscal tiene un papel importante que desempeñar, apunta en el FT. A su juicio, el código fiscal actual está tan mal diseñado que es muy probable que tenga el efecto de reducir el crecimiento económico. También permite a los ricos proteger de los impuestos una proporción mucho mayor de sus ingresos que los pobres.
Por ejemplo, el incremento de 2013 en el mercado de valores representó un aumento de la riqueza de unos 6 billones de dólares, de los cuales la mayor parte fue a parar a los ricos, señala.
Es poco probable que el Gobierno vaya a recaudar algo más de un 10% de esa cifra. Eso se debe, en opinión de Summers, a que existe una serie de políticas que favorecen a los ricos, como la exención del impuesto a las ganancias de capital o el hecho de que las ganancias de los activos transmitidos a la muerte no se gravan en absoluto. El impuesto de sucesiones se puede más o menos evitar con una planificación sofisticada, critica.
Es irónico, concluye, que quienes profesan un gran entusiasmo por las fuerzas del mercado estén menos entusiasmados con poner freno a los beneficios fiscales de los ricos.