
A pesar de la sustitución de algunas emisiones de Letras por otras de más largo plazo durante el año pasado, el Tesoro no ha podido evitar que por tercer año consecutivo la vida media de la deuda española descienda. Así, según los últimos datos de este organismo, la longevidad media de la deuda viva se sitúa en 6,22 años a final del ejercicio pasado, mientras en 2012 el periodo era de 6,38 años y de 6,70 años a cierre de 2011. Antes de que la crisis dejara notar sus efectos en España, la vida media de las emisiones públicas se situaba en 6,94 años, lo que supone su máximo.
Estos datos se refieren a la deuda emitida en euros, y al incluir las emisiones en otras divisas y préstamos del Banco de España, la tendencia se replica. En este caso, la deuda total tiene una duración media algo menor, de 6,20 años, por 6,35 en 2012, 6,51 en 2011 y 6,62 en el año 2010.
A mayor vida media de la deuda, mayor margen de maniobra para espaciar los vencimientos y evitar, de este modo, que se produzcan periodos en los que haya que afrontar un gran volumen de pagos.
Ésta es una de las razones por las que el Tesoro ya se planteaba en los meses finales del año pasado, una vez cubiertas las necesidades de financiación del ejercicio, aprovechar los vencimientos de Letras para cubrir parte de las nuevas emisiones con deuda de medio o largo plazo y contribuir así a alargar la vida media del conjunto de deuda pública.
El objetivo del Tesoro, el de emitir a más largo plazo, se ve favorecido por las mejores condiciones del mercado, ya que el mayor apetito inversor le permite colocar bonos de largo y medio plazo a un interés mucho menor.
Si bien en octubre la vida media del conjunto de la deuda se situaba en niveles prácticamente iguales a los del cierre de 2012, en los últimos dos meses, fue descendiendo para cerrar en el mencionado periodo medio de 6,22 años.
El creciente peso de los plazos medios, cuya duración máxima es de 5 años, y el volumen neto emitido cada año, dificulta conseguir la meta de alargar la vida de la deuda en un espacio corto de tiempo.
El año pasado, y según los datos del Tesoro, se emitió deuda por un importe de 238.560 millones de euros, mientras se amortizaron 164.818 millones, lo que supone que la financiación neta del Estado creció en 73.742 millones.
En noviembre pasado, una vez cubiertas las necesidades de financiación del ejercicio, decreció el volumen de Letras del Estado en circulación en 1.770 millones, mientras aumentó en 8.946 millones el de bonos y obligaciones.
En el último mes del año, la reducción del importe efectivo de las Letras fue de 506 millones, y el de bonos y obligaciones aumentaron en 6.063 millones.
Unos cambios muy pequeños, en relación al volumen total de la deuda emitida, para que se puedan trasladar a la longevidad media de las emisiones en circulación.
En total, el valor nominal de la de deuda española en circulación es de 760.256 millones, el más alto de su historia, mientras el año pasado el volumen en circulación era de 688.231 millones.
Más peso de los bonos
De 2012 a 2013, el Tesoro ha reducido el peso de las emisiones más cortas, las Letras, del 12,29% al 11,73%, mientras que el peso de las más largas, las obligaciones, también han bajado, del 53,74% al 51,9%. Esto último, unido al incremento de los plazos medios, bonos de dos a cinco años, que pasan de un 27,17% del total de importe nominal de 2012, al 29,97% en 2013, explican la reducción de la vida media del conjunto de la deuda pública estatal.
Así, el año pasado el aumento de la deuda en circulación en 73.742 millones fue financiado en casi un 60% por bonos, 43.962 millones, mientras las obligaciones no llegaron a la mitad de esa cifra; 21.921 millones de euros.
Durante este año el Estado tiene que afrontar vencimientos cercanos a los 160.000 millones de euros, que suponen el 20,91 por ciento de todas las amortizaciones previstas. De esta cifra, unos 90.000 millones corresponden a las Letras.
Por ello, si las condiciones del mercado continúan su mejora, el Tesoro seguirá con su objetivo de pagar las amortizaciones de las emisiones de a más corto plazo, solo de manera parcial con este tipo de deuda, para emitir más bonos de medio y largo plazo. Así, ya ha estrenado el año con un más que notable éxito en una emisión de bonos sindicados a diez años. Con una demanda de 40.000 millones, la mayoría de inversores extranjeros, ha adjudicado 10.000 millones, cifra récord en este tipo de emisiones, a un interés del 3,84%.
En cuanto al reparto de amortizaciones durante este año, tiene una estructura similar a la de 2013. En enero, abril, mayo y octubre, los vencimientos se sitúan entre los 22.000 y los 26.000 millones, al unirse las amortizaciones de Letras con las de bonos y obligaciones.