Economía

La deuda de empresas y familias se reduce 150.000 millones en un año

  • El ajuste en sociedades alcanza el 8,7%, frente al 5% logrado por los hogares

Familias y empresas purgan excesos. La deuda en manos de ambos colectivos se ha reducido en 148.776 millones de euros en el año que media entre octubre de 2012 y octubre pasado, un importe notable cuando se compara con los 350.729 millones totales que han logrado rebajar desde que su volumen tocó máximos cinco años atrás.

El endeudamiento ha corregido hasta retornar a cotas de inicios de 2007, previa al estallido de la crisis subprime que exportó las dificultades estadounidenses al resto de economías, y comienza a apuntar una reversión de tendencia.

El volumen de financiación en manos de los hogares repuntó un 0,52% en noviembre, hasta los 798.038 millones de euros, favorecido por el tímido retorno de los créditos al consumo. Un avance que aún no se aprecia en el saldo global de préstamos, bonos y otros instrumentos financieros en favor de sociedades, cuyo importe suma 1,08 billones, según estadísticas del Banco de España.

Repunte en la posición

La corrección es muy superior en las empresas. Se las ingeniaron para minorar su carga un 8,77% en el último año y el 17,96% desde máximos, porcentajes que se limitan al 5,26 y 12,43%, respectivamente, en los hogares.

La evolución no es arbitraria. Las compañías cuentan con mecanismos a su alcance como enajenaciones de activos, quitas en concurso de acreedores, liquidaciones o reestructuraciones, inaccesibles o de acceso más limitado para los ciudadanos particulares. Las familias necesitan tiempo porque la hipoteca, con largos plazos de vencimiento, agrupa el grueso de la factura.

Aún cuando la deseada reactivación y normalización del nuevo crédito quebrará dicha tendencia, la banca y autoridades como el Banco de España o el Fondo Monetario Internacional (FMI) insisten en la necesidad de aliviar cargas.

En la década anterior a la crisis, entre final de 1996 y 2006, el endeudamiento de familias y empresas contabilizó un aumento cercano a cinco veces, favorecido por el dinero fácil, con unos tipos de interés cada vez más reducidos y la seducción del ladrillo, que parecía una inversión garantizada y con rentabilidades crecientes en el tiempo. Los hogares multiplicaron por 3,5 veces su deuda entre 1999 y 2007, y las empresas en 1,6 veces en los cinco ejercicios previos a la crisis.

Hoy las viviendas y edificios, en garantía de los préstamos del boom inmobiliario, se han depreciado. El elevado y prolongado paro convierte la deuda en un riesgo latente de morosidad para la banca y de perder viviendas para los ciudadanos. La opción de vender el piso para acelerar el desendeudamiento o redimirlo, no parece factible por su gruesa pérdida de valor.

El apalancamiento excesivo es además una traba insalvable para acceder a nueva financiación de cara a las empresas, ante el miedo a un deterioro superior del balance por parte de las entidades financieras. Según el organismo dirigido por Christine Lagarde, "tres cuartas partes de la deuda está en empresas que tienen un ratio de deuda sobre sus activos superior al 40%", lo que les coloca en una posición delicada poder devolverla.

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