Fernando A. Busca
Nueva Delhi, 8 ago (EFECOM).- Los contendientes han comenzado ya a afilar las armas para cuando el sector de la distribución se liberalice en la India.
La semana pasada, la mayor empresa mundial del sector, Wal Mart, anunciaba que a pesar de la prohibición de la inversión extranjera en la distribución, el Gobierno indio le ha concedido el permiso para abrir una oficina en Bangalore, para empezar a estudiar el mercado.
De igual modo, la francesa Carrefour, la inglesa Tesco y otras grandes distribuidoras permanecen agazapadas para cuando se dé el pistoletazo de salida.
Pero antes de que lleguen los competidores extranjeros las cadenas indias quieren lograr hacerse con un pedazo mayor del mercado de 200.000 millones de dólares anuales, controlado hasta ahora por los pequeños comercios independientes.
El rápido crecimiento de la India está engordando los bolsillos de la clase media, formada por unos 300 millones de personas a las que las empresas quieren atender y los que gigantescos conglomerados como Reliance Industries, la mayor empresa privada de la India, y Bharti Group, la mayor suministradora de servicios de telefonía móvil del país, ya le han echado el ojo.
No va a ser tarea fácil, la India es el país con mayor número de establecimientos detallistas del mundo, con 12 millones de tiendas ultramarinos.
El comercio minorista está dominado de manera aplastante por bazares y las llamadas "kiranas", tiendas de ultramarinos que suministran desde productos de alimentación hasta artículos de higiene personal, mientras que las cadenas de distribución, a las que se denomina como el sector organizado, sólo dominan un tres por ciento del mercado.
A pesar de que las perspectivas son halagüeñas, ya que diversos estudios estiman que el sector organizado experimentará un crecimiento anual de entre el 20 y el 30 por ciento, las dificultades son muchas.
Exceptuando la posibilidad de la franquicia y la reciente apertura a la inversión para empresas distribuidoras de una sola marca, la inversión extranjera en el sector no está permitida.
Además, los gobiernos indios no consideran el sector de la distribución como una industria, el precio del suelo es elevado y existen graves carencias en las infraestructuras.
A esto se le suma la organización urbana de las ciudades indias, construidas en barrios que cuentan cada uno con un pequeño mercado, lo que proporciona la ventaja de la proximidad con los clientes a las kiranas, que además ofrecen la posibilidad de la compra por teléfono y la entrega a domicilio casi inmediata y sin coste alguno.
La fortaleza de las kiranas ha llevado a algunas empresas de distribución indias como Big Bazaar, Haiko y D'Mart a unirse a ellas en armonía.
Vista la dificultad para competir con las kiranas, estas empresas han comenzado a ejercer de distribuidores para las tiendas de barrio.
Así, las kiranas se ahorran el tiempo y los dolores de cabeza de tratar con montones de suministradores y las empresas se hacen con parte del margen como intermediarios.
Ante este escenario, Reliance ya ha comenzado a experimentar con tiendas de conveniencia ubicadas en estaciones de servicio para automóviles, hasta ahora inexistentes.
Pero no sólo eso, según el blog india especializado en distribución "Retail India Business", Reliance ya ha anunciado una inversión de 860 millones de dólares en proyectos de agricultura en los estados noroccidentales de Punjab y Haryana que el conglomerado indio piensa utilizar para su proyecto de distribución de productos agroalimentarios.
A causa de la falta de infraestructuras, Reliance ya ha previsto construir un aeropuerto y comprar o alquilar 25 aviones para el transporte de la mercancía desde los lugares de producción hasta su futura red de tiendas.
El blog asegura que Reliance está intentado ocupar mercado antes de que los competidores extranjeros lleguen a la India, pero lo que es seguro es que se avecina una revolución en los hábitos de compra para el consumidor indio y una implacable amenaza para los comercios tradicionales del país. EFECOM
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