Economía

Las empresas catalanas ponen un pie en Madrid

Las empresas preparan un plan 'B' por el riesgo de secesión y Cataluña queda fuera de la Unión Europea.

La empresa fabricante de tapones de corcho Oller es una empresa familiar catalana que nació en Girona en 1892. En sus más de 130 años de historia, ha vivido múltiples conflictos políticos y bélicos, entre ellos dos guerras mundiales y la Guerra Civil Española. Su estrategia para sobrevivir a estas vicisitudes fue instalar casi desde el principio una sede en Reims (Francia) y de esta forma trasladar la producción de tapones (y a los miembros de la familia) de un país al otro en función de lo que aconsejara la coyuntura política. El esquema seguido por Oller durante más de un siglo es el ejemplo a seguir ahora por muchas empresas familiares y multinacionales que tienen la sede de su división Ibérica en Barcelona.

El empresario que ha hablado más claro sobre esta situación ha sido el editor José Manuel Lara, presidente del grupo Planeta y de Antena 3. Desde el primer momento lo ha tenido claro: "Si Cataluña se independiza, llevaré la sede del grupo Planeta a Madrid o a Cuenca". En su opinión, no es posible que el primer grupo editor en lengua española tenga fijada su sede social en un país donde algunos sectores nacionalistas plantean incluso que el castellano deje de ser lengua oficial. "Yo seguiré viviendo en Cataluña y, seguramente, mis hijos también, pero en Barcelona sólo se quedarían las sedes de las editoriales catalanas", explicó durante la última presentación del Premio Planeta celebrado en Barcelona.

Otro empresario que habla claro es el presidente de Freixenet y de Fira de Barcelona, José Luis Bonet Ferrer, que preguntado sobre la independencia de Cataluña por The New York Times aseguró que "Cataluña es una parte esencial de España y así es como debería continuar". En su opinión, "los empresarios tienen derecho a preocuparse si los políticos crean tensiones en lugar de buscar el diálogo". Freixenet mantiene paralizada una inversión de 32 millones de euros en un gran almacén logístico centralizado. Según la versión oficial de la empresa, la inversión no se realiza porque no encuentran un terreno adecuado para hacerlo, aunque otras fuentes señalan que no se realizará hasta que no se aclare el futuro político de Cataluña y su permanencia o no dentro del España y de la Unión Europea.

Incluso algunos empresarios que simpatizan con el nacionalismo -como el presidente de Grifols, Víctor Grifols- se muestran contrarios a la independencia de Cataluña. Grifols, al que se considera el Amancio Ortega catalán, aseguró a la cadena de televisión CNN que llegado el caso "votaría no a la independencia, pero sí a un sistema federal, en el que Cataluña pudiera ser un Estado federal como California lo es de Estados Unidos".

Entre las multinacionales norteamericanas existe una auténtica preocupación por la posible aparición de una frontera entre España y Cataluña y la salida de esta última de la Unión Europea. El presidente de la Cámara de Comercio de Estados Unidos en España, Jaime Malet, considera que la independencia de Cataluña "podría llevar a una deslocalización masiva de puestos de trabajo e inversión" por parte de empresas extranjeras, en especial norteamericanas, ya que muchas de estas compañías "han invertido en Cataluña para servir a un mercado de 47 millones de personas (o de 500 millones si se contempla la Unión Europea ), pero no de siete". En su opinión, "hay una preocupación muy grande y creciente por parte de la inversión extranjera en general por Cataluña".

La preocupación expresada por Malet ha calado también en multinacionales como Volkswagen-Audi España (Vaesa). Esta compañía acaba de abrir una nueva sede en Madrid que empleará a unas 35 personas, frente a las 300 que aún continúan trabajando en Barcelona. Desde el grupo alemán se niega el traslado, pero por el momento ya se han llevado a la capital española un par de direcciones generales.

Frente a la amenaza de traslado se encuentran también compañías tan dispares como la aerolínea Vueling, que una vez integrada en el grupo IAG podría cambiar Barcelona por Madrid o Londres, o FCC, una compañía fundada en 1900 que mantiene sus sede social en Barcelona, pero que centra su operativa en la capital española.

Planes de contingencia

Ante el aumento de la tensión entre la Generalitat y el Gobierno, otras multinacionales con sede en Barcelona han optado por encargar el diseño de planes de contingencia para hacer frente a la posible independencia de Cataluña. Compañías como T-Systems, filial de la multinacional alemana Deutsche Telekom, la japonesa Panasonic o la francesa Schneider Electric han contratado trabajos en este sentido. En el caso de T-Systems, la prensa alemana incluso ha publicado que Deutsche Telekom ha realizado valoraciones de la compañía ante una posible venta. Otro sector muy afectado por la crisis entre el Gobierno central y la Generalitat de Cataluña son los grandes laboratorios farmacéuticos Almirall, Esteve y Ferrer, cuya cuenta de resultados depende en gran medida de las compras que realizan tanto la Sanidad estatal como la catalana.

La falta de liquidez de la Generalitat para afrontar los pagos y su dependencia de las transferencias estatales hace que estas empresas familiares se acerquen más a la Administración central.

Finalmente, los dos grandes bancos catalanes, CaixaBank y Banco Sabadell, tratan de soslayar la polémica independentista para evitar la pérdida de depósitos tanto en un frente como en el otro. Ambas entidades tienen la mayor parte de su negocio en el resto de España y no quieren oír ni hablar de salir del euro o de la posibilidad de abandonar la Unión Europea.

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