
La imagen de Carme Chacón pasando revista a las tropas, dirigiéndose a los soldados con el "Viva España. Viva el Rey", ha traspasado las fronteras españolas y plantea una curiosa cuestión: ¿cómo es posible que un país tan supuestamente masculino como España tenga tantas mujeres en puestos de poder sólo tres décadas después de resurgir de un régimen fascista?
Desde hace años, los países escandinavos han estado a la vanguardia de la representación femenina en la política y, ahora, antiguos baluartes masculinos parecen estar derrumbándose en el resto de Europa: el presidente francés Nicolas Sarkozy ha llenado su gabinete de sarkozitas, los alemanes han aportado su granito de arena eligiendo a Angela Merkel como la primera canciller del país y hasta Silvio Berlusconi, famoso por su recalcitrante machismo, ha prometido poner a mujeres en puestos de poder en Italia. Y en el Consejo de Ministros español hay más mujeres que hombres.
Sarkozy, el primero
Pocos han dedicado más energía a importar mujeres a su gabinete que Sarkozy, galvanizado por el desafío que le planteó Ségolène Royal, la candidata socialista, durante las elecciones presidenciales del año pasado. Royal fue la primera mujer con probabilidades reales de acceder a la Presidencia y a Sarkozy le aterrorizaba que pudiera copar todos los escaños gracias a las electoras, privándole de la victoria.
Cuando una revista publicó una fotografía de Sarkozy rodeado por 18 de sus colaboradores más cercanos, haciendo hincapié en que no había ninguna mujer, se dio cuenta de que tenía que hacer algo y nombró a bombo y platillo a una mujer como subdirectora de su partido de centro derecha, UMP. Prometió la igualdad sexual en su Gobierno y cuando salió elegido cumplió con su palabra, nombrando a siete mujeres en su gabinete de 15 ministros.
Pero hizo algo más. En lo que algunos analistas consideran el golpe maestro de Sarkozy, algunos de los ministros que nombró, además de ser mujeres, eran socialistas o miembros de minorías étnicas. Rama Yade, secretaria de Estado para los Derechos Humanos, la más joven de su Gobierno multicolor a sus 31 años, era las tres cosas.
El capricho de Berlusconi
Berlusconi, el otro rey del papel couché, fue franco desde el principio cuando justificó los motivos de su recién nacido apoyo a la promoción de las mujeres. En un mitin en Roma antes de las últimas elecciones generales, dijo: "Mujeres, os queremos, especialmente a las votantes que representan el 53,6 por ciento del electorado". Aunque su Gobierno anterior sólo contaba con dos ministras, esta vez ha prometido nombrar a cuatro, con Stefania Prestigiade 41 años, ex ministra de Igualdad de Oportunidades, como la favorita en el Gobierno que en los próximos días anunciará el nuevo primer ministro.
Berlusconi ya ha contribuido a remodelar el Parlamento italiano a su peculiar manera: su patrocinio de varias actrices, modelos y coristas que habían aparecido en diferentes secciones de su imperio televisivo las ayudó a salir elegidas en su partido y a obtener un escaño.
De miss a ministra
Una de ellas fue Mara Carfagna, una estrella de la televisión y modelo del topless de 32 años, con quien Berlusconi flirteó escandalosamente en una cena de gala el año pasado, llegando a decir: "Me casaría con ella si no estuviera casado ya".
Al igual que en Francia, el ascenso de las ahijadas jóvenes e inexpertas ha herido las susceptibilidades de las bases. "Siempre he estado en contra de la entrada de coristas en la Cámara Baja", reconoce María Burani Procaccini, senadora del partido de Berlusconi y una de las pocas personas que se atrevió a protestar públicamente cuando fue elegida Carfagna, hace dos años.
"Algunas todavía tienen que demostrar que tienen algo ahí arriba [en la cabeza], y lo podrían hacer empezando a vestirse con propiedad en el Parlamento", añadió, refiriéndose a los vertiginosos escotes y exiguas minifaldas que suelen lucir las protegidas de Berlusconi.
El ejemplo nórdico
Los escandinavos lideran el panorama internacional en lo que se refiere a las mujeres que ocupan cargos políticos desde que, hace 14 años, Suecia introdujera una política curiosamente denominada "varannan damernas" (literalmente, uno de cada dos para las señoras) en honor a la tradición sueca en el baile de salón, según la cual los hombres y mujeres se turnan eligiendo a sus parejas de baile. Por lo demás, a esta política se la conoce como el "sistema cremallera", que denota la alternancia de candidatos y candidatas en las listas de los partidos.
Noruega y Finlandia enseguida se subieron al tren y, hoy en día, sus gobiernos cuentan con mayoría de ministras. Así, diez de los 19 ministerios noruegos están liderados por mujeres, incluidas tres de las carteras más importantes, como la de Economía, Petróleo y Defensa.
La igualdad de género ha sido siempre prioritaria en la política sueca, el país con la mayor representación europea de mujeres en el Parlamento (el 47%) y donde el nivel de participación femenina en el mercado de trabajo es uno de los más altos del mundo.
En Noruega, la causa de la igualdad se ha ampliado al terreno empresarial y, a partir de enero, las leyes que exigen que el 40 por ciento de los consejos de administración de las empresas gestionadas por el Estado esté compuesto por mujeres se han ampliado a las sociedades cotizadas. A pesar de las nefastas consecuencias pronosticadas, hasta el momento no se ha producido ninguna repercusión evidente.
Mayor presión
Alemania, el centro neurálgico de la economía de la Unión Europea, se encuentra también en lo más alto de la estadística de representación femenina, con un Parlamento compuesto en un 32% por mujeres y seis ministras encabezadas por Merkel. ¿Cómo acelerar el proceso y aumentar la representatividad en la política británica? Los partidarios de toda la clase política coinciden en que el proceso de selección de candidatos al Parlamento es crucial y que hay modelos de éxito demostrado, como el escandinavo y el español.
España ha pasado de una representación femenina del 20% en el Congreso a principios de siglo, al 36% actual, según el sindicato interparlamentario.
Sin embargo, las candidatas se quejan de que su competencia se cuestiona más que la de sus colegas masculinos y que tienen más probabilidades que los diputados de sufrir comentarios ofensivos sobre su aspecto. "Recuerdo que la primera vez que aparecí en televisión, en una emisión del partido para promocionar el uso de la bicicleta, surgieron muchos comentarios en la web sobre mi talla. Fue toda una conmoción. Me sobrepuse, pero es muy duro", se lamenta Emily Thornberry, diputada laborista por Islington South y Finsbury.
Además, está la cuestión del horario laboral que, aunque también afecta a los hombres, desanima fácilmente a las mujeres con hijos a la hora de valorar si entrar en la política o no, dada la retirada de las jornadas más familiares anunciadas con gran fanfarria en 2003.
Los inconvenientes
A pesar de que, para algunos, la vida parlamentaria sigue sin ser atractiva, hay muchas mujeres comprometidas en el terreno político. De hecho, un gran número de influyentes gabinetes estratégicos están liderados por mujeres que, en muchos casos, perdieron las ganas de conseguir un escaño.
"Algunas mujeres en el Congreso acaban sintiéndose muy aisladas e infelices. En muchos sentidos, es mejor hacer política en mi posición, porque se puede tener voz propia", explica Catherine Fieschi, directora de Demos.
Pero, ¿acaso hay un mejor modo de atraer a las votantes que decirles que su partido colocará a más mujeres en el Congreso? Es una reflexión nada desdeñable, considerando que en las futuras elecciones generales, independientemente de dónde se celebren, el género femenino puede ser un condicionante de cara a inclinar la balanza.
Además, según las investigaciones de la sociedad electoral YouGov, las votantes son mucho más propensas a situarse en la categoría de indecisos. "En casi cualquier cuestión política aparecen más 'no sabe' entre las mujeres y más opiniones obcecadas entre los hombres", asegura Peter Kellner, su presidente, quien también explica que su empresa observó un abandono muy superior de las votantes del Partido Laborista cuando Brown descartó la celebración de elecciones anticipadas el pasado otoño.
Si es cierto que las votantes indecisas van a desempeñar un papel crucial en los próximos comicios británicos, no sorprenderá que los partidos en las islas tengan en cuenta los recientes éxitos de Zapatero en España, Berlusconi en Italia y Sarkozy en Francia.