
No gustó en el seno de la FIFA la decisión de Dilma Rousseff de no acudir a la final de la Copa Confederaciones en el mítico estadio de Maracaná. Pero, desplantes al margen, la temperatura de la calle y el amor propio de la presidenta, poco acostumbrada a las hostilidades de sus ciudadanos, no aconsejaban una exposición para la galería que pudiera terminar con las vergüenzas de la presidenta ondeando al son de las protestas. Toca calmar los ánimos, limar asperezas con el pueblo, sentar las bases para que el año que viene, durante la celebración del Mundial, el país no vuelva a ponerse en evidencia. Brasil, el país del fútbol, se alza contra la FIFA.
En ese afán redentor Rousseff quiso conjugar su ausencia con un mensaje, un anuncio que a primera hora de la mañana, a modo de entrevista y en uno de los principales periódicos del país, O Globo, lanzaba el ministro de Hacienda, Guido Mantega.
El Gobierno de Brasil hará recortes presupuestarios o subirá los impuestos que hagan falta para compensar cualquier alza del gasto social. Casi un efluvio con el que no sólo se busca tranquilizar a la población, dando a entender que sus reclamos no han caído en saco roto, sino también a los inversores, preocupados por el impacto que un aumento del gasto pudiera tener en el déficit presupuestario del país.
Como aviso, el pasado viernes el real se depreció un 1,63% frente al dólar por este motivo. En esta línea, la moneda brasileña ha caído casi un 14% desde mediados de abril por las indicaciones de la Reserva Federal de que reducirá los estímulos monetarios, lo que hace más atractivos los activos en dólares. Unos problemas que para mantenga son solo unas "turbulencias pasajeras".
Las reclamaciones del pueblo
Según O Globo, la aprobación de los proyectos presentados en respuesta a las reclamaciones de los manifestantes (mayor gasto en sanidad y educación, menores precios del transporte público y una mejora de su calidad) acarrearían gastos por 50.800 millones de reales (unos 17.500 millones de euros) para el erario público.
La mayor partida sería con la propuesta legislativa de dedicar el 10% de los Ingresos Corrientes Brutos del Estado a la Salud, que ascenderían a entre 35.500 y 40.000 millones de reales (entre 12.000 y 14.000 millones de euros).
A pesar de que el Gobierno comienza a tender una mano a todos los indignados, las protestas continuaron durante toda la jornada de ayer. A última hora de la tarde estaba previsto que alrededor de 100.000 personas se manifiestaran en las inmediaciones del estadio para protestar contra el "proceso de privatización y elitización de Maracaná", contra el derribo de infraestructuras ya existentes para dejar espacio a las obras del Mundial de 2014 y la villa olímpica de los Juegos de Río 2016.
Las autoridades, por su parte, anunciaron un despliegue de más de 17.000 policías y militares en previsión de las dos manifestaciones multitudinarias. De esa cifra, 10.000 son agentes y más de 7.000 militares del Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea .
Según datos de la OCDE de 2010, los últimos disponibles, la carga tributaria en Brasil supera el 32 por ciento del producto interior bruto (PIB), un nivel similar al de muchos países industrializados, y sin embargo sus servicios públicos son del Tercer Mundo. En comparación, los impuestos son un punto menos del PIB en España, aunque nuestros sistemas de educación, salud o transporte, aunque afectados por los recortes presupuestarios, son mucho mejores que los de Brasil.
Así, uno de los eslóganes más populares en las casi tres semanas de marchas en Brasil ha sido reclamar hospitales "patrón FIFA". Es decir, de máxima calidad.