
José Manuel Durao Barroso habla en exclusiva de la difícil situación del organismo que preside y de los equilibrios que debe preservar. Apuesta por una Unión más sólida que nunca que sigue avanzando e incluso cosechando éxitos como la incorporación de Letonia a la zona euro y la recuperación del crecimiento en Irlanda.
Pero también se ciernen sombras en torno a la gestión de una crisis que sigue teniendo al euro en el foco de todas las miradas.
¿Acepta la Comisión una responsabilidad en el ascenso del descontento y los movimientos extremistas en Europa?
Es un completo error de análisis. Cuando el Frente Nacional alcanzó la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas en 2002, ¿fue por culpa de la Comisión que yo aún no presidía? El populismo es muy anterior a la crisis económica. Lo que es cierto es que en un período de crisis económica se incrementa la angustia social y alimenta los extremismos. Europa es la víctima de la crisis económica, no su origen. No es el problema, es parte de la solución.
Las troikas, que se parecen a policías de la austeridad, ¿qué papel juegan en este desencanto?
Primero, cabe subrayar que los países en dificultades ya no tenían acceso a los mercados y fueron salvados de la quiebra. Todos los programas de ayuda financiera fueron votados por unanimidad por los Estados, y recuerdo que la troika trabaja en el marco de un mandato otorgado por los Estados. Al principio de la crisis, algunos Estados no querían siquiera oír hablar de rescate.
El propio FMI ha reconocido errores. ¿No se arrepiente de nada?
Es inútil reescribir la historia. La Comisión realizará su propia evaluación llegado el momento. Sigo pensando que habría sido un error fundamental reestructurar la deuda griega desde 2010. Nadie lo propuso en aquella época: ni Dominique Strauss-Kahn, ni Christine Lagarde, y el presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, era el más reacio. El FMI tiene experiencia, pero trabajando bilateralmente con países, y no tiene la misma comprensión de la unión monetaria que la Comisión o el BCE.
¿Existe el riesgo de que se produzca una ruptura entre el norte y el sur de Europa?
Yo me decantaría más por el término polarización. Estamos asistiendo al resurgimiento de algunos prejuicios que han sido muy dañinos para Europa. Cuando se habla en los bares de Atenas de la política alemana, no siempre se alegan unos argumentos positivos. En este sentido, el papel de guionista de Francia es de suma importancia. De ahí que deba recuperar la competitividad y la fuerza.
No todo el mundo comparte la misma opinión en Francia, ¿espera el apoyo de este país?
Espero conseguir no sólo el apoyo de Francia sino también de los demás Estados miembros para defender lo que yo llamo el nuevo consenso europeo. El debate entre austeridad y crecimiento ha sido estéril e incluso dañino. Europa necesita mantener la prudencia presupuestaria, pero al mismo tiempo debe luchar por el crecimiento, el empleo de los jóvenes y el apoyo a nuestras pymes.
¿Ha sido muy severa la disciplina presupuestaria exigida?
Estoy de acuerdo en que se pueden discutir los ritmos del ajuste presupuestario, pero no olvidemos que hace un año y medio los analistas apostaban por la implosión del euro; en España e Italia, e incluso en Francia, se imponía la desconfianza de los mercados. Ante esta situación tan al borde del abismo, era absolutamente necesario proponer una sólida consolidación presupuestaria para recuperar la confianza. Y lo conseguimos: los déficit pasaron de la media del 7 por ciento en el 2009 al 3 por ciento de este año.
¿Se retrasa la unión bancaria?
En un año hemos adoptado las normas de Basilea III, hemos creado la figura de un supervisor único y hemos progresado en el tema de la autoridad resolutiva. Pero seamos justos: no es fácil poner todo eso en marcha. Cuando se trata de decidir o no la liquidación de un banco se tocan aspectos relacionados con la soberanía de los Estados. ¿Se imagina que lo hiciéramos en contra de la voluntad de éstos? Pero estoy convencido de que alcanzaremos la unión bancaria.
A cuenta de la excepción cultural, ¿está rota la relación con Francia?
No. Por mi parte, no se ha roto relación alguna. Mis observaciones tratan de la globalización, no de la excepción cultural. En el siglo XXI, la globalización va a acentuarse aún más, lo queramos o no. Por ello, la Unión Europea es más necesaria que nunca para garantizar nuestro modelo social. Los Estados naciones por sí solos no poseen el mismo peso que Europa.