Economía

Los expertos auguran que España podrá cerrar el año con un déficit del 6%

La primera edición del Ecómetro KPMG-elEconomista se salda con la constatación de las dificultades por las que atraviesa la economía española, pero también con alguna conclusión positiva: los expertos auguran que la senda de consolidación fiscal continuará este año, con un déficit público que se recortaría en un punto de PIB, para situarse en el 6%.

Si bien la intensidad del ajuste sería menor que en 2012 (cuando, en plena recesión, el agujero se aminoró en dos puntos de PIB), al menos se cumplirían los nuevos objetivos planteados por el Gobierno y también, y con creces, las exigencias de Bruselas, que se conforma con un 6,5% del PIB en este ejercicio.

Son unos objetivos, en todo caso, bastante menos ambiciosos que los barajados hasta mayo. La revisión del Programa de Estabilidad remitida por el Gobierno a la Comisión Europea difirió hasta 2016 la fecha de cumplimiento del requisito de un déficit menor que el 3% del PIB.

El pasado 26 de abril, el Gobierno difundió un nuevo cuadro macroeconómico que sentó como un jarro de agua fría. Oficialmente, Moncloa pronosticó que el PIB se contraerá 1,3 puntos este año, mientras que el déficit público solo se recortará en siete décimas, hasta el 6,3%. Un panorama difícil, pero que se acerca a las expectativas de los organismos internacionales y de los centros de análisis privados.

Representantes de algunos de los principales forman parte del Ecómetro KPMG-El Economista, una iniciativa de la que se extraerá una previsión de consenso anual sobre actividad, desempleo, déficit público e inflación, y que además abordará temas monográficos y conclusiones de encuestas a directivos.

Integrantes del panel

En la primera edición del panel de expertos, han participado Javier Díaz-Giménez, profesor de Economía del Iese; Miguel Cardoso, economista jefe para España de BBVA; Federico Prades, asesor económico de la Asociación Española de Banca (AEB); María Jesús Fernández, analista de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas); Francisco Uría, socio responsable del sector financiero en KPMG; Josep Sayeras, profesor de Economía de Esade; Almudena Semur, coordinadora del servicio de estudios del Instituto de Estudios Económicos; y Lorenzo Bernaldo de Quirós, presidente de Freemarket.

Federico Prades, de la Asociación Española de Banca, señala que la reducción de la prima de riesgo y la ampliación de los plazos para la consolidación fiscal abren "una ventana de oportunidad para que el Gobierno saque adelante nuevas medidas", pero reconoce que esas mismas relajaciones pueden suponer un incentivo perverso y producir una complacencia de la que habría que huir.

El nuevo objetivo de déficit del Gobierno podría interpretarse en ese sentido: como advierte Miguel Cardoso, del BBVA, los datos de los primeros meses de 2013 "parecen demostrar que se ha moderado la intensidad del ajuste fiscal". El ajuste fiscal logrado en 2012 explica en buena medida la notable reducción del la prima de riesgo en los últimos meses. El diferencial de cotización entre el bono español a 10 años y su equivalente alemán ha caído por debajo de los 300 puntos básicos, menos de la mitad de la registrada hace un año. Un alivio para las castigadas finanzas españolas -la deuda pública roza ya el 85 por ciento del PIB- que podría perderse si se dan muestras de flaqueza en la senda de consolidación.

Los expertos coinciden en la necesidad de un ajuste, y no solo en las cuentas públicas. Francisco Uría, de KPMG, explica que, si España tuviese su propia moneda, hubiera reaccionado a la crisis "con una devaluación competitiva inmediata, como ha hecho siempre". A su juicio, el país se enfrenta a un ajuste de la economía real equivalente al que hubiera sido monetario del 30 al 40%. "Es una operación sin anestesia, un ajuste largo, doloroso y asimétrico, y no se le ha transmitido a la población. Falta explicación pública", razona.

Javier Díaz-Giménez, del Iese, acude a la ironía para referirse al golpe de timón de Moncloa en lo que respecta a sus pronósticos: "El Gobierno es el único que no sabía que sus previsiones no se iban a cumplir", señala. Díaz-Giménez cree que la economía española "sigue siendo muy vulnerable, ya que no existe una agenda de reformas seria".

Esa demanda de cambios estructurales es unánime entre los componentes del panel de expertos, aunque los recientes movimientos no invitan al optimismo. El Consejo de Ministros aprobó ese mismo 26 de abril un "nuevo paquete de reformas" que había sido anunciado a bombo y platillo, pero que, básicamente, se limita a poner fecha a la aprobación de las que ya integraban el Programa Nacional de Reformas.

Federico Prades, de la AEB, plantea como objetivos la corrección de los desequilibrios del ciclo alcista ("en la que se ha avanzado"), la recuperación de la competitividad y el aumento del potencial de crecimiento. Para lograrlos, considera necesario que el ajuste fiscal sea selectivo y que se apoye a las empresas con mayor potencial exportador.

Una visión que coincide con la de Francisco Uría, quien reclama que el ajuste deje margen a las zonas más productivas del tejido económico: "Son las que nos van a sacar de esto, así que deberían sufrir menos". No es el caso, explica, de las Administraciones Públicas, "ineficientes tanto por la vía de la regulación como por la estructural".

Un perfil ascendente

La drástica revisión de las perspectivas económicas del Gobierno parte de un dato clarificador que condiciona a todos los demás: la caída del PIB, según reconoce Moncloa, prácticamente triplicará la prevista en los Presupuestos Generales del Estado, y se situará en el 1,3 por ciento.

Los expertos del Ecómetro son ligeramente más pesimistas, al contemplar un retroceso de actividad del 1,4%. Más alineado, en todo caso, con las expectativas de organismos como la Comisión Europea (1,5%), la OCDE (1,4%) o el Fondo Monetario Internacional (1,6%).

Pese a que, según todos los análisis, 2013 va a ser otro duro ejercicio para la actividad económica, existe algún leve motivo para el optimismo. Prades, de la AEB, señala que, al contrario de la de 2012, la caída del PIB de este año se moderará con el paso de los trimestres hasta llegar al último con crecimiento nulo o ligeramente positivo.

A su juicio, el consumo seguirá lastrando la actividad, aunque la aportación negativa de la construcción será menor que el año pasado y las exportaciones continuarán siendo la nota positiva. Esa pujanza exportadora es otro de los puntos de consenso entre la mayoría de los expertos. No en vano, España logró en marzo su primer superávit comercial de las últimas décadas. Cardoso, del BBVA, destaca que el crecimiento de las ventas al exterior en el primer trimestre de 2013 es "un fenómeno notable, sobre todo a la vista de la contracción económica en la Unión Europea", su principal destino.

También María Jesús Fernández, de Funcas, espera que el año vaya de peor a mejor, "con ligero crecimiento o estabilización en la parte final". Pero alerta de que persisten muchos riesgos en el entorno: "El ajuste no ha terminado, las familias siguen muy endeudadas, la construcción aún se deteriorará más y no hay que olvidar los posibles sustos que vengan de Europa, que hace poco se han localizado en Chipre pero pueden continuar con la salida del euro de algún país".

Falta de constancia en la pyme

Josep Sayeras, de Esade, no ve tan clara la curva ascendente, e incluso tiene dudas sobre el sector exportador, que compensa en parte la fuerte caída de la demanda interna: "La mayoría de las empresas españolas no exportan a largo plazo; en realidad, hay una sucesión de pymes que exportan y luego lo dejan; otras toman el relevo de manera que se mantiene el saldo, pero no se llega a formar un músculo exportador importante".

Lorenzo Bernaldo de Quirós, de Freemarket, se muestra más optimista que la media de los expertos. "En ausencia de nuevos shocks externos, España saldrá de la recesión con un crecimiento, si bien débil, en el cuarto trimestre de 2013", explica.

A su juicio, igual que hace algunos años se subestimaron las debilidades de la economía española, hoy se están subestimando sus fortalezas: "El sector exterior aporta mucho, no tanto por la caída de las importaciones como por un claro aumento de la competitividad vía costes laborales unitarios, recuperando lo perdido desde la adopción del euro". También destaca el saldo de creación de pymes, el saneamiento del sector financiero, el retorno de la inversión exterior y la evolución de la bolsa como indicadores de recuperación el próximo año.

Escasa empleabilidad

Después de que en la primera Encuesta de Población Activa (EPA) del ejercicio se haya superado la fatídica cifra de los seis millones de parados, los expertos auguran un aumento este año y una tasa superior al 26% bastantes trimestres más. También lo hace el Gobierno, que reconoce que esta legislatura se cerrará con más paro que cuando comenzó.

Sayeras advierte de que no va a ser fácil reducir el desempleo: "Hay sectores con muy poca empleabilidad, y la movilidad de carácter geográfico y también funcional son limitadas".

Díaz-Giménez intercede de forma tajante: "No se crea empleo porque es muy caro; no tiene sentido que una asistenta cobre más en Madrid que en Stuttgart". Miguel Cardoso también destaca la importancia de los salarios: "Aquí siguieron creciendo en el año 2008 y en el posterior, en 2009, en lo peor de la crisis. En 2012 se produjo la primera caída de salarios reales, lo que ha salvado puestos de trabajo, pero el efecto es lento. Se necesita algo más potente que la reforma laboral de 2012, señala el analista de BBVA.

En cambio, Lorenzo Bernaldo de Quirós, de Freemarket, cree que la reforma ha quebrado la rigidez de los salarios y recortado a la mitad el umbral de crecimiento necesario para crear empleo, que quedaría en el 1,25 por ciento.

"Todavía se está destruyendo empleo, pero es fundamentalmente público; el privado, si se quita de la ecuación el sector financiero, ya ha concluido el ajuste", sostiene.

Almudena Semur, del Instituto de Estudios Económicos, señala que para poder crecer y generar empleo en época de recesión solo sirven las políticas a largo plazo: "La reforma laboral debe ampliarse en cuanto a contratación, además de modificarse el subsidio de paro".

"Además, es necesario que se culmine la reforma de las Administraciones con el objetivo de simplificarlas, reducir duplicidades y suprimir costes innecesarios", según Semur.

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