En estos momentos, cuando más se presta una mayor atención a cualquier señal que puedan emitir las instituciones que supervisan el estado de la economía internacional, elEconomista dialoga con Simon Johnson, economista jefe del Fondo Monetario Internacional, uno de los hombres mejor nutridos de datos macroeconómicos del mundo.
¿Cuándo veremos realmente el fin de la crisis estadounidense?
Este será un año difícil para Estados Unidos, en el que habrá una suave contracción del menos 0,8 por ciento de cuarto trimestre a cuarto trimestre. Sin embargo, en 2009 se prevé una recuperación moderada y no muy rápida de la economía norteamericana, que sumaría un 1,6 por ciento, por lo que el año que viene sería el fin de la crisis en EEUU. Aún así, esta economía no crecerá por encima de su potencial hasta 2010.
¿Es realmente esta crisis la peor desde la Gran Depresión?
Ciertamente esta crisis es muy mala pero no es tan grave como la que sucedió en los años 30. Es cierto que desde entonces no hemos visto un problema así en el sistema financiero. Casi todos los grandes bancos sufren problemas con su sistema de manejo y supervisión del riesgo y eso es muy poco corriente. En el pasado se han producido dificultades para cobrar la deuda en Latinoamérica, algunos apuros en Europa Oriental o Asia, pero nunca hemos encontrado este tipo de achaques en el núcleo del sistema financiero.
¿Sigue el dólar sobrevalorado?
El valor del dólar ha caído un 25 por ciento desde 2002 y ha pasado de una situación en la que creíamos claramente que esta moneda estaba sobrevalorada hasta llegar al momento actual, cuando la situamos entre las monedas fuertes. Ésta ha sido una gran depreciación y ha servido de gran ayuda para reducir el déficit por cuenta corriente. El panorama ha sido positivo y, además, no se ha producido de manera desordenada. Sin embargo, el problema es que otras monedas mundiales han permanecido inmóviles y, como consecuencia, la presión ha recaído sobre otras divisas como, por ejemplo, el euro. Antes decíamos que la moneda europea estaba valorada de forma justa y ahora incidimos en afirmar que a medio plazo será una moneda quizás más fuerte que el dólar. Este cambio es muy importante.
¿Cómo afectará esta situación a los países europeos?
Ésta es una de las principales razones por las que hemos reducido nuestras previsiones de crecimiento en Europa. Esto se debe, en parte, a la fortaleza del euro, a las interrupciones financieras con com- pañeros comerciales europeos y a la caída de la demanda doméstica en algunos países como España.
¿Cómo se combatirán los nuevos riesgos inflacionarios?
La inflación va a caer en el momento en el que la economía mundial decaiga, por lo que estamos muy seguros de que en EEUU, por ejemplo, la inflación ya ha comenzado a decaer. Por esta misma razón no lo consideramos un problema serio para el país y apoyamos las decisiones de la agresiva política aplicada por la Reserva Federal. En el contexto europeo pensamos que la inflación caerá pronto. Las turbulencias financieras han provocado el aumento de los precios de los alimentos y la energía, por lo que ha habido mayores presiones inflacionarias. Con este panorama, pensamos que hay margen suficiente para que el Banco Central Europeo recorte los tipos de interés a corto plazo.
¿Qué sucede entonces con los países emergentes?
Para estos países, la situación es más complicada. La zona euro cuenta con un banco central fiable con buenas previsiones inflacionarias, seguramente bien fundamentadas. En el caso de las economías emergentes, aunque hayan experimentado algún que otro progreso dentro de sus marcos políticos, no está tan claro que posean el mismo grado de credibilidad en lo que a mantener la inflación bajo control se refiere.