Economía

Los depósitos en España, igual de seguros que en Alemania

  • Poco importa que al final no se aplique una quita a los ahorros chipriotas
  • En España, mientras, cuentan con las mismas garantías que en toda Europa

A estas alturas lo único que se puede sacar en claro de la torpe propuesta de la Unión Europa para asistir al sistema financiero chipriota es que ha quebrado la confianza en la banca de ese país. En otras palabras, que al ahorrador de esa isla mediterránea se le ha situado en el peor de los supuestos, con grave riesgo de pérdidas y, por ahora, sin alternativas.

Cuando el FMI y el Eurogrupo decidieron que los ciudadanos cargaran con 5.800 millones del rescate, a costa de aplicar una quita a sus ahorros, quebraron la más sagrada regla que sostiene cualquier sistema bancario, y es el de respetar una cuantía de los depósitos, en Europa 100.000 euros, que siempre se devuelve al ahorrador aunque quiebre su banco. En este caso, para evitar esa quiebra se obliga a que el titular de una cuenta o un depósito pague un porcentaje de sus fondos. Lo nunca visto.

Si la regla de la garantía dejara de existir, el pánico bancario sería frecuente, y en Chipre el solo anuncio del plan de rescate lo ha dejado al borde del mismo.

Como es conocido, los bancos no atesoran en sus cajas fuertes el dinero de sus clientes. En la Eurozona, el coeficiente de caja es del 1 por ciento, lo que significa que las entidades sólo están obligadas a tener en su poder un euro de cada 100 euros que captan de sus clientes. El resto, y esa es su función dentro de la economía de cada país, lo prestan.

El dinero sigue multiplicándose con posteriores depósitos y créditos, y sólo una ínfima parte de los fondos tiene una existencia real. En otras palabras, la confianza en que la banca devolverá los depósitos cuando se reclaman es lo que sostiene el sistema. Si un porcentaje considerable de clientes, no es necesario que sean todos, ni siquiera la mitad, acuden a la vez para retirar sus fondos, el banco quiebra, al no tenerlos, y prácticamente todos los ahorradores se quedan sin dinero.

Sobre Chipre, alguien ha pensado que la ruptura de la garantía de los depósitos, sean a la vista o a plazo, ni iba a suponer un problema adicional a los débiles bancos chipriotas, ni que el resto de la periferia europea iba a poner sus barbas a remojar. Tal vez porque desde Europa ya se quebró otra regla de oro, que la deuda soberana es un activo libre de riesgo, y el cataclismo al final no se produjo.

Las preocupación se extiende

La palabra de políticos europeos y españoles afirmando que lo que pasa en Chipre se queda en Chipre, no fue suficiente, por supuesto, para frenar la pérdida de valor de los bancos en bolsa ni para evitar que vuelvan a repuntar las primas de riesgo.

Ahora bien, la situación de un ahorrador chipriota y la de un español no tiene nada que ver.

Mientras el primero debe capear con la posibilidad de un pánico bancario, los depósitos y cuentas corrientes de nuestro país están tan seguros como los del mismo corazón de Europa, es decir, los que pueda contar en su patrimonio Angela Merkel o François Hollande, siempre y cuando no decidan dinamitar la Unión Europea con la extensión de la quita.

En primer lugar, la garantía de 100.000 euros sólo se activa cuando una entidad quiebra. En España, a pesar de haber atravesado una de las mayores crisis de su historia, la posibilidad de dejar caer una entidad, por muy pequeña que fuera, fue una tesis rechazada primero por el anterior gobernador, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, y después continuada por Economía y el tutelado nuevo gobernador, Luis María Linde. Ni siquiera en Banco de Valencia, a pesar de la tesis defendida por la troika, se realizó un cierre ordenado.

Cuando se activa la garantía, posibilidad más que remota, cada titular tiene garantizado que se le devolverá 100.000 euros por cuenta y entidad. Es decir, si alguien tiene 40.000 euros en una cuenta corriente y otros 20.000 en un depósito a tres años, la cantidad total se recupera íntegramente. Al igual que lo hace alguien que tenga 200.000 euros en un banco si comparte la titularidad de la cuenta con otra persona, o aquel que posea 400.000 euros, si tiene repartido 100.000 euros en cuatro entidades distintas.

Lo que marca la diferencia entre Chipre y España es quién debería pagar la factura de un rescate europeo. El malogrado plan para Chipre incluía ayudas de 10.000 millones, 5.800 millones que debían pagar los ahorradores chipriotas, más algunas ventas adicionales.

El ahorrador no paga

En España, el rescate, que asciende a 41.000 millones más la puesta en marcha del banco malo, lo paga en un primer momento el contribuyente europeo. Es un préstamo concedido al Estado que se debe devolver en 12,5 años a un bajo interés, del 0,5 por ciento. En ese tiempo, eso sí, España pasará la gorra a sus ciudadanos vía impuestos o deuda pública.

En este caso, en la ayuda destinada a ocho entidades españolas, no sólo han quedado a salvo los depósitos españoles, sino que se ha aplicado una regla más blanda para accionistas y titulares de preferentes e híbridos de lo que hubiera supuesto un concurso de acreedores.

Las quitas aplicadas a estos inversores no son suficientes para cubrir las necesidades de capital, que pagaremos todos, por lo que se puede decir que gozan de una especie de subvención. Esto hace que al final, el contribuyente pagará el rescate bancario y, también, el rescate parcial de estos inversores. Pero el ahorrador, por serlo, no deberá aportar nada.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky