Economía

El primer rescate de la Eurozona que recae sobre los ahorradores

  • El auxilio de Chipre comenzó tocando los depósitos ingferiores a 100.000 euros

El rescate de Chipre no es como los anteriores. Una prueba de que ya ningún estado del euro, por pequeña que sea su economía, está excluido de la temida condición de sistémico, como recordaba recientemente el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi. Pero, ¿qué hace que una isla geopolíticamente estratégica, pero económicamente irrelevante dentro de la Unión Europea, merezca unas circunstancias tan diferenciadas en su rescate y un salvamento tan innovador? El Eurogrupo acepta que Chipre no grave los depósitos de menos de 100.000 euros.

Pues bien, se llega a su particular salvamento por una singular mezcla de la hipertrofia de su banca, de la procedencia mayoritaria de sus inversores foráneos -rusos-, y del actual panorama político en los principales gestores de la crisis del euro, especialmente por el calendario electoral alemán.

En primer lugar, Chipre no presenta, aparentemente, un perfil distorsionador dentro de la Eurozona. Su PIB apenas representa un 0,2% del total del área del euro. La estructura económica de este pequeño país con poco más de un millón de habitantes está completamente decantada al sector servicios y, dentro de él, a la banca.

Una banca, la chipriota, cuya envergadura multiplica por cinco el PIB de la isla. Una banca que sufrió en sus carnes los embates de la reestructuración parcial de la deuda griega, desde luego con el beneplácito de las altas instancias europeas, conocedoras de todas las infiltraciones y conexiones bancarias de sus estados súbditos. Y, por último, una banca presidida por la inversión y clientela rusa, de donde proceden el 50% de sus depósitos. Circunstancia ésta que no es novedosa, sino que se conocía desde el ingreso chipriota en el euro, allá por 2008.

"Lavadora de rublos"

Estas características hacen que expertos como Miguel Ángel Bernal, del Instituto de Estudios Bursátiles, tilden a Chipre de "lavadora de rublos". Los analistas consideran a la isla, más que un país, un puñado de bancos en una pequeña isla entre las costas turca y siria.

El caso es que su rescate rompe con la tónica de los anteriores -Grecia, Portugal e Irlanda- y con el salvamento de la banca española.

Y rompe con la pauta de los anteriores por varios factores. Principalmente, porque en Chipre la UE ha roto la hasta ahora sacrosanta protección a los depósitos inferiores a 100.000 euros, al imponer sobre ellos una tasa, en principio del 6,75%, aunque luego haya aceptado que finalmente no grave los depósitos de menos de esa cantidad.  ¿Y esto qué supone? Pues se trata de la financiación directa del rescate por los ahorradores de la banca chipriota a través de una suerte de mordida europea. Tanto foráneos como lugareños, tanto rusos como griegos, tanto los que lavan rublos como los que no, en detrimento claramente de los segundos, del ciudadano, asalariado o autónomo chipriota no personado en la causa de los efectos dominó de la banca o de la crisis de deuda periférica.

El socio director de Analistas Financieros Internacionales (AFI), David Cano, critica, precisamente, que Europa se haya saltado esa barrera hasta ahora infranqueable de los 100.000 euros y que se trate del mismo modo al pequeño ahorrador y a las grandes fortunas. Será algo digno de tener en cuenta para futuras crisis, que "también pueden producirse pérdidas en los depósitos". En su opinión, la medida tampoco llega en el mejor momento para la zona euro y podría provocar un efecto contagio, un nuevo rebrote de la incertidumbre.

¿Europeos de segunda?

Si algo evidencia esta medida es que no sólo perjudica a los chipriotas respecto de los inversores que han acudido al país al calor de la baja fiscalidad bajo su condición de paraíso, sino también respecto del resto de ciudadanos del euro que viven en otro país rescatado. Porque, en Chipre, los líderes europeos han decidido que parte de la factura del rescate se cobra a priori. De hecho, se estima que los chipriotas contribuirán al saneamiento de su banca con alrededor de 6.000 millones.

Ello ocurre porque la canciller Angela Merkel puede así presentarse ante su electorado como la firme líder que no tolerará que su ciudadanía se perciba como la pagana de los rescates de los díscolos del sur, que no tolerará que a Alemania se le deba sine die, y que cobrará las facturas de los salvamentos ipso facto no sólo en condionalidad sino en dinero contante y sonante.

Como indica Bernal, el rescate de Chipre toma este distinto perfil porque Merkel vive su propia carrera electoral, en un contexto en el que Francia cada vez está más políticamente desaparecida en la arena política europea, por sus propios problemas con el ajuste del déficit, e Italia vive en el marasmo de la ingobernabilidad.

Y no sólo está el factor político de la alta esfera europea. El pequeño tamaño de Chipre también facilita la imposición de un innovador tipo de rescate que zanje, aparentemente, ulteriores problemas de contagio. Su escasa población y tamaño facilitan la aplicación de un salvamento más expeditivo para sus ciudadanos sin una contestación social desestabilizadora.

¿Quién se atreve ahora a pedir un rescate?

Eso sí, Bernal advierte que si bien se conjuran ciertos rasgos tradicionales del temor al contagio, se abre sin embargo ahora el miedo de cara a futuros o eventuales rescates. Porque, se pregunta el profesor del IEB: ¿Quién se atreve ahora a pedir un rescate? ¿Cómo sabrá si le van a aplicar la vía chipriota, la griega o la de la banca española?"

De hecho, el experto pasa a explicar los tipos de rescate y deja de nuevo patente la novedad del actual. La fórmula estándar es la griega, con una quita impuesta mediante reestructuración. Y el sujeto pasivo son los tenedores de bonos. La segunda fórmula es la de la banca española: un rescate que recae sobre los tenedores de acciones, preferentes y deuda subordinada. La tercera y novedosa, la chipriota, es aquella en la que por primera vez se toca a los depositantes. Algo que pone de manifiesto una amarga y anunciada verdad: que no es lo mismo un euro ahorrado en Alemania que un euro ahorrado en Chipre o en otro lugar del área.

Santiago Carbó, catedrático de Economía y Finanzas de la Bangor Business School lamenta que Europa esté improvisando con una solución de este tipo, "peligrosa" en tanto que sienta un precedente: los depósitos de menos de 100.000 euros dejan de estar garantizados, al menos en este caso, al menos en Chipre. Con todo, destaca que Europa está ahora mejor preparada para hacer frente a una variante de la crisis como ésta y recalca que el problema de la isla es innegable: el suyo es un sistema bancario desproporcionado y a Nicosia apenas le quedaban opciones al margen de la quita para reconducir la situación. Tanto es así, que los expertos consultados explican el desafío que supone para su economía con un ejemplo: imaginemos que aquí, en España, los tres grandes bancos fuesen el doble grandes y que los tres quebrasen a la vez. A nuestra economía le sería imposible asumir un agujero de esa envergadura.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky