La mayoría de los analistas y reguladores de los mercados desarrollados creen que las políticas monetarias no convencionales, como la flexibilización cuantitativa (FC), son necesarias para dar al botón de arranque del crecimiento. Sin embargo, un coro cada vez mayor cuestiona su efectividad, por ejemplo, en la Fed, en algún mercado emergente -Brasil- y en Asia. Hay diez razones para la crítica:
Tolerancia y riesgo de 'zombificación' a largo plazo. Mientras que una respuesta puramente austríaca a una burbuja de crédito y activos que ha explotado puede llevar a la depresión, el extremo opuesto -posponer durante demasiado tiempo el necesario desapalancamiento del sector público y privado mediante políticas de FC- puede conllevar que tanto bancos como instituciones financieras, empresas y gobiernos, se conviertan en zombis. Este fue el error de Japón en los 90.
Ineficacia de los canales de transmisión. Las políticas repetidas de FC pueden volverse ineficaces con el paso del tiempo, ya que los canales de transmisión a la actividad de la economía real se vuelven más débiles en el entorno de una trampa de liquidez. El canal de bonos no funciona cuando las rentabilidades de los bonos ya son bajas -mantener los tipos a largo plazo bajos no estimula el gasto del sector privado-. El canal de crédito no funciona cuando los bancos acaparan liquidez y la velocidad se colapsa; de hecho, aquellos que pueden tomar prestado -empresas de alta calificación y hogares en buena situación económica- no quieren o necesitan tomar prestado, mientras que quienes lo necesitan -empresas apalancadas de alto rendimiento y hogares en mala situación financiera- no pueden hacerlo.
Juego de suma cero en las divisas. El canal Forex (divisas) de transmisión de FC -una moneda más débil cuando hay flexibilización monetaria- no es efectivo si la mayoría de mercados desarrollados llevan a cabo FC simultáneas, como está ocurriendo ahora. La FC se vuelve un juego de suma cero para las monedas y las balanzas comerciales, ya que no todas las monedas pueden caer al mismo tiempo y no todas las balanzas comerciales pueden mejorar a la vez. Así, las guerras de FC como sustitutas de las guerras de divisas se vuelven un juego de suma cero donde las políticas de empobrecimiento del vecino no funcionan.
Exceso de flujos de capital hacia mercados emergentes. La FC en los mercados desarrollados induce un exceso de flujos de capital a los emergentes, donde la mayoría de las reacciones regulatorias a dichos flujos tienen inconvenientes. Entre ellas, la intervención esterilizada mantiene los tipos domésticos altos y alimenta los flujos; la intervención en divisas no esterilizadas o la reducción de los tipos de interés domésticos crea exceso de liquidez que puede alimentar la inflación doméstica; y permitir a la moneda apreciarse puede traer pérdida de competitividad exterior.
Riesgo de burbujas de crédito. Una persistente FC puede llevar a burbujas de activos tanto en los países donde tiene lugar como en los emergentes, donde se sufren los efectos secundarios. Tales burbujas pueden ocurrir en los mercados de acciones, en algunos mercados de vivienda -Hong Kong, Singapur-, mercados de materias primas, mercados de bonos en moneda local y extranjera de países emergentes, mercados de bonos y mercados de crédito (donde las primas de los bonos corporativos de alta rentabilidad y alta calificación se están volviendo demasiado bajas y la emisión de dicha deuda está alcanzando límites desmesurados).
Peligro de riesgo moral y complacencia. La FC reduce el incentivo a los gobiernos para proseguir con las reformas económicas y cultiva la complacencia regulatoria, como ocurrió en la periferia de la eurozona tan pronto como se anunció el programa de compra de bonos soberanos del BCE.
Estrategias de salida inexploradas. Si la salida de estas políticas tiene lugar demasiado despacio y demasiado tarde, puede haber inflación de los bienes o burbujas de crédito y de activos. Además, si los reguladores venden los activos/bonos a largo plazo comprados durante la FC, puede haber una subida drástica de los tipos de interés y dejar fuera la recuperación.
Injusta redistribución de la riqueza de los acreedores a los deudores. Un periodo prolongado de tipos de interés reales negativos implica una redistribución de los ingresos y la riqueza de los acreedores y ahorradores hacia los deudores y prestatarios, dado que los tipos de interés se mantienen en tasas bajas. Esto podría acabar impulsando la inflación.
Daño colateral no deseado. Puede haber una inflación desmesurada si la velocidad del dinero aumenta y el crecimiento del crédito se acelera. De hecho, el crecimiento del crédito puede ralentizarse en lugar de acelerarse si los bancos -enfrentados a márgenes de intermediación muy bajo- deciden que es demasiado arriesgado apoyar el crecimiento del crédito. De hecho, muchos han argumentado que el crecimiento del crédito es muy débil porque la curva de rendimiento es muy plana y, dados los riesgos fundamentales de prestar, el rendimiento de los préstamos es demasiado bajo para hacer que esos préstamos valgan la pena.
Políticas monetarias más arriesgadas y menos convencionales. La política monetaria se está volviendo cada vez menos convencional. Los reguladores están discutiendo activamente las cualidades de los tipos de interés nominales negativos. Muchos han pasado de la FC a la arriesgada flexibilización del crédito a medida que la primera se ha vuelto menos efectiva.