Una vez más aquello de que el hombre tropieza tres veces sobre la misma piedra se queda corto. Con el Dow Jones marcando máximos históricos y la Reserva Federal bombeando dinero, la ilusión bursátil y económica continúa viento en popa.
Sin embargo, los pilares que sustentan esta euforia amenazan con resquebrajarse en cualquier momento. La última vez que el Dow tocaba los 14.164 puntos, EEUU crecía a un 2,75 por ciento y un total de 6,7 millones de ciudadanos estaba en paro. Ahora, la economía crece a un 1,6 por ciento y hay 13,2 millones de personas sin empleo.
Al mismo tiempo, si hace cinco años, la hoja de balance de la Fed oscilaba los 0,89 billones de dólares ahora supera ya los 3 billones de dólares. El déficit rondaba los 97.000 millones de dólares frente a los 975.600 actuales mientras que la deuda era de 9 billones frente los 16,4 billones de dólares.
Con este panorama, el mercado bursátil de EEUU volvía a hacer historia al superar un cierre histórico. Algo que ha puesto muy nervioso a algunos expertos que consideran que el contexto no es lo suficientemente robusto cómo para sostener este desatado optimismo, como bien apuntan portales como Zero Hedge.
De hecho, el pasado viernes nos enteramos de que el ingreso personal en Estados Unidos experimentó su mayor caída mensual de los últimos 20 años, justo el mismo día que el gobernador de Michigan Rick Snyder declaraba el estado de emergencia financiero en Detroit, que amenaza con convertirse en la mayor quiebra municipal de la historia de EEUU.
En el Viejo Continente, la tasa de paro en Grecia ha alcanzado ya el 27 por ciento y se proyecta que alcanzará el 30 por ciento a finales de año. En España creceremos una media del 1,4 por ciento durante los próximos cinco años. El FMI advertía hoy que el paro seguirá situado por encima del 26 por ciento, algo que aumentará el impago de créditos y préstamos y ejercerá más presión sobre el sector financiero. Por otro lado, de acuerdo con Goldman Sachs, los depósitos bancarios disminuyeron en toda Europa durante el mes de enero.
El pasado sábado, cientos de miles de manifestantes llenaron las calles de Lisboa y otras ciudades portuguesas para protestar contra las medidas de austeridad que se están imponiendo sobre el país. Supuestamente fue la mayor protesta en la historia de Portugal. A ello habría que sumar la caótica situación política en Italia donde el partido de Beppe Grillo podría inclinar la balanza hacia un lado u otro. Además sus comentarios, como la posibilidad de que Italia debería celebrar un referéndum sobre el euro, no hacen más que desmoronar la frágil situación de la eurozona.
Mientras tanto, el vicegobernador del banco central de China declaró el pasado fin de semana que el gigante asiático está "totalmente preparado para enfrentar una "guerra de divisas".
Y por supuesto, la deuda pública en EEUU ha ocupado un lugar protagonista. Los recortes del secuestro han entrado ya en vigor y, sin duda, tendrán un efecto sobre la economía. Dichas consecuencias no serán tan dramáticas como muchos demócratas están sugiriendo pero sin duda los recortes harán que el PIB del país sufra una desaceleración. De hecho ya se han sentido signos de cansancio, especialmente en el consumidor y la clase media.