
El año 2013 se inició con un renovado optimismo en la Eurozona. Desde "la amenza contra el euro ha sido superada" del jefe de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, hasta "la crisis del euro ya ha quedado atrás" del presidente francés, François Hollande. La fase más aguda de la crisis parece haber terminado e incluso el Banco Central Europeo (BCE) apuesta por una mejoría a finales de año. Pero es evidente que la recuperación no llegará de la noche a la mañana y todavía hay muchos factores que podrían prolongar la agonía en la Eurozona.
El fallecido economista alemán Rüdiger Dornbusch dijo que una crisis tarda mucho más en llegar de lo que la gente piensa, pero luego ocurre mucho más rápido de lo que uno hubiese imaginado nunca. Con estas palabras, David Marsh, co-presidente del Foro de Instituciones Oficiales Monetarias y Financieras recoge hoy en Marketwatch diez razones por las que la crisis de la Eurozona podría extenderse más tiempo de lo previsto.
1.- El resultado de las elecciones italianas ha sido un revés profundo para los optimistas. Muchos creen que la victoria de los populistas ha sido un voto contra la austeridad y, de manera más amplia, un voto contra el país que se ha gobernado en los últimos meses de una manera que no beneficia a los italianos. Otros muchos, en cambio, piensan que las verdaderas reformas estructurales necesarias para sacar a Italia de la crisis aún no se han introducido. No es tranquilizador: el líder del movimiento Cinco Estrellas, Beppe Grillo, que registró un notable ascenso en los últimos comicios, dijo el fin de semana que el sistema político italiano colapsará en seis meses. "Todo se va a acabar".
2.- La falta de acuerdo en cuestiones fundamentales entre los dos miembros clave del euro, Alemania y Francia, es cada vez más evidente. Las dudas sobre la compatibilidad de los métodos y objetivos de ambos países -Francia quiere solidaridad y Alemania competitividad- van en aumento. La voluntad de ambos países a la hora de hacer concesiones está cayendo.
3.- La falta de un gobierno reformista italiano hace más o menos inoperable el mecanismo de rescate prometido por el BCE. Una de las exigencias básicas de este programa de compra de bonos, es que el país que lo solicite debe asumir condiciones impuestas por Bruselas y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Pero, ¿quién debe gobernar en Italia para que se asuman esas condiciones?
4.- Alemania no puede ni podrá por sí sola estimular su economía lo suficiente como para que los países del sur de Europa salgan del abismo. Y, en contraste con el favorable entorno internacional de los años de la reforma alemana de 2003-2005, cuando el excanciller Gerhard Schroeder impulsó su polémica pero exitosa iniciativa Agenda 2010, Europa no ofrece hoy impulsos de crecimiento externo a estos países de la periferia para poder amortiguar los efectos de las reformas internas.
5.- La disposición de la canciller alemana Angela Merkel a la hora de emprender nuevas acciones para poner fin a la crisis de la Eurozona irá cayendo a medida que se acercan las elecciones alemanes del 22 de septiembre. Pocos creen que los alemanes han sido particularmente generosos hasta el momento a la hora de ayudar a otros países y cualquier paso en este sentido va a ser más dificil de vender ahora.
6.- Muchos países del sur de Europa siguen viendo enormes barreras contra la salida del euro. ¿Y por qué asumir más esfuerzos cuando el dinero del BCE y de otras fuentes sigue fluyendo? Y mientras, Alemania y los otros países acreedores no pueden expulsarlos.
7.- Condiciones similares se aplican ante cualquier disposición por parte de Alemania a abandonar la Eurozona, apunta el artículo del Marketwatch. Por el momento hay un estancamiento perfecto, pero podría no durar para siempre.
8.- Es poco probable que otras principales potencias económicas, como EEUU, China o Japón presionen en los próximos meses para que se lleven a cabo medidas radicales para sanear la Eurozona. Ellos no tienen ningún interés en provocar una tormenta de fuego y, aunque pueda parecer un alejamiento de la globalización, cada país está demasiado preocupado con sus propios problemas.
9.- En el período previo a las elecciones alemanas, en las que Merkel lidera las encuestas de opinión, el gobierno francés puede estar cada vez más tentado a cooperar con la oposición social demócrata alemana para reducir las perspectivas políticas de la actual canciller. Parece complicado que la intervención del presidente galo, François Hollande, pueda hacer cambiar el sentimiento del electorado alemán, pero al menos podría intentarlo.
10.- Si el BCE sucumbe a la tentación de comprar bonos de Italia sin imponer ninguna condicionalidad, ello supondría un giro en el mensaje que ha defendido su presidente, Mario Draghi, en los últimos meses. El resultado en Alemania sería una tormenta de indignación que podría echar por tierra mucho de lo que se ha logrado hasta el momento.