Economía

Los expertos instan a España a imitar las normas sobre financiación de Alemania

  • Berlín pone topes a las subvenciones públicas y otorga la supervisión de los donativos al Parlamento

Berlín pone topes a las subvenciones públicas y otorga la supervisión de los donativos al Parlamento.

Alemania no sólo puede servir de ejemplo a España para cambiar de modelo económico. Su regulación sobre la manera en que pueden financiarse los partidos también está en condiciones de dar algunas lecciones sobre cómo acabar con la opacidad de esas formaciones. Organismos como el Consejo de Europa y el Instituto por la Democracia y la Asistencia Electoral, que han estudiado recientemente la corrupción política española, coinciden en destacar las virtudes del modelo dominante en el país centroeuropeo.

Por un lado, estos expertos elogian la capacidad alemana para llegar a un equilibrio entre la opción de privar a las formaciones políticas de casi toda subvención pública (muy extendida en el mundo anglosajón), y aquélla que les cierra casi todas las vías a los recursos privados, extremo por el que se decantan países como Francia.

Así, en Alemania, los partidos se benefician, como en España, de los fondos públicos, pero lo hacen con limitaciones. La legislación teutona establece que el porcentaje de subvenciones recibidas no puede suponer en ningún caso, ni siquiera en los años electorales, más del 50 por ciento de la financia ción total del organismo.

Cerco a los donativos

De este modo, queda un amplio margen para la obtención de recursos por otras vías: las cuotas de los militantes, a las que se suman las propias de los afiliados sindicales en el caso de los socialdemócratas (SPD) y por supuesto las donaciones privadas.

En torno a estas últimas el cerco es también estrecho, debido a que no se permite que sean anónimas, una exigencia que en España únicamente rige desde el año 2007. Además, en el caso de que su cuantía supere los 50.000 euros anuales, procedentes de una misma persona jurídica o física, hay que rendir cuentas por ellas inmediatamente.

Es cierto que en España existe una obligación muy semejante, desde la Ley Orgánica del año 2007. Ahora bien, entre los dos países existen diferencias reseñables. En el caso español, hay un plazo de tres meses para comunicar el hecho a una institución como es el Tribunal de Cuentas, en el que los mismos partidos políticos cuentan con representación y en el que, hasta hace poco, sólo 12 funcionarios se encargaban de fiscalizar las cuentas de todos las formaciones españolas que concurren a las elecciones.

Trabajo acumulado en España

En consecuencia, no es de extrañar el último ejercicio terminado haya sido 2007. La institución lucha ahora por compensar tamaño retraso publicando de, una tacada, sus evaluaciones relativas a 2008, 2009 y 2010 a finales del presente año.

En Alemania, por el contrario, aquellas donaciones especialmente abultadas (por encima de los 50.000 euros anuales) son comunicadas directamente al Parlamento. Además, para hacer más ágil la fiscalización, los partidos políticos no pueden ocultar nada en su rendición de cuantas. En consecuencia, su patrimonio completo, el origen de todos sus ingresos y el empleo que se hace de ellos tiene que estar consignado.

De acuerdo con los expertos consultados, el modelo mixto alemán, de financiación pública y privada, pero sometido a estrictos controles, puede ser más útil que el propio de países como Reino Unido, donde se deja que un partido se comporte prácticamente como una empresa privada y rinda cuenta como tal. La alta dependencia de los fondos privados ha provocado sonados escándalos al otro lado del Canal de la Mancha.

Uno de los más difundidos implicó al laborista Tony Blair, quien fue investigado por la presunta venta de títulos nobiliarios a cambio de cuantiosas donaciones privadas al partido que encabezaba.

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