
El gobernador de Michigan, Rick Snyder, ha declarado la emergencia financiera en la ciudad de Detroit, una decisión que podría suponer el nombramiento de un gestor de emergencia para las finanzas de la ciudad.
Con esta decisión, el gobernador quita el poder al alcalde y la corporación municipal de una ciudad icónica, que en 1940 era la cuarta en tamaño de EEUU y que actualmente lucha por sobrevivir tras el desplome de la una vez pujante industria automovilística. "Es un día triste, un día que quisiera que nunca hubiera sucedido", explicó Snyder.
Detroit se convierte de este modo en la sexta ciudad de Michigan que queda bajo control estatal, y Snyder intenta evitar la que sería la mayor bancarrota municipal de la historia de EEUU. El interventor tendrá todo el poder para cancelar contratos, recortar gastos o vender activos.
Snyder ha declarado que su decisión sobre el nombramiento de un inventor llegará cuando expire el plazo de 10 días que tiene la ciudad del motor para apelar. Además, ha explicado que la decisión ya se ha notificado al alcalde de Detroit, Dave Bing, quien ha sido convocado para una audiencia el próximo 12 de marzo.
Snyder ya tiene un candidato en mente para la posición de gestor de emergencia, pero no ha querido dar detalles. El movimiento está garantizado después de que un equipo del gobernador concluyera que Detroit está en emergencia fiscal. La ciudad tiene un déficit de 327 millones de dólaes, más de 14.000 millones en deuda a largo plazo y problemas de liqudiez recurrentes.
El grupo de interventores creado por el estado de Michigan (noreste de EEUU) recomendó a finales del mes pasado declarar en "emergencia financiera" a Detroit, capital del motor estadounidense, por no ver salida a la crisis y la deuda a la que se enfrenta.
El encargado de presentar las conclusiones, el tesorero del estado, Andy Dillon, explicó que desde 2005 la ciudad ha estado sistemáticamente enmascarando sus déficit con préstamos a largo plazo.
Una crisis que viene de lejos
La nefasta situación financiera de la ciudad es una manifestación de la despoblación que ha sufrido esta ciudad industrial, que lleva décadas en crisis permanente.
La caída de la competitividad de la manufactura estadounidense llevó a la población de Detroit a caer en un 25 por ciento de 2000 a 2010, hasta los 713.000 habitantes, por debajo de la base de 750.000 de contribuyentes con las que se realizaban proyecciones de ingreso. Detroit ha perdido alrededor de un 60% de su población desde la década de los 50, cuando contaba con más de 1,8 millones de habitantes.
Además, se ha visto afectada por las continuas crisis de la industria del motor, que recibió una estocada casi de muerte en 2009 con las bancarrotas de General Motors y Chrysler, una crisis que también afectó a Ford y a toda la industria auxiliar.