
La 43 edición del Foro Económico de Davos, centrada en "superar el espíritu de crisis", entra hoy en sus jornadas más interesantes, después de dos días cogiendo un rodaje que, por ahora, ha dejado pocos titulares salvo un puñado de evidencias sobre el sector bancario. Los grandes nombres de la economía internacional han puesto de relieve que la crisis financiera se ha calmado, si bien el mundo entero sigue esclavo del devenir de los mercados internacionales, un sector al que aún le faltan controles.
Aunque ya se han hecho grandes progresos respecto al año pasado, como reconoció el número tres del Fondo Monetario Internacional, el chino Zhu Min, todavía hay que ser prudentes, puesto que el sistema financiero sigue teniendo demasiado peso en la economía mundial.
"Muchos se portan bien"
Sin embargo, la banca optó por pedir un voto de confianza para el futuro. Desde JP Morgan, Jamie Dimon se defendió con viveza al considerar injustas las acusaciones constantes contra los banqueros. "Creo que los bancos tienen que pasar página de la crisis, muchos de ellos se portan bien, continúan desarrollándose y prestando dinero", aseguró. A juicio de Dimon, la actividad bancaria es compleja, no opaca. "Creo que hemos hecho las cosas correctamente, hay demasiada desinformación", ha dicho el patrón de JP Morgan, que acaba de anunciar un beneficio récord de más de 20.000 millones de dólares, a pesar de las malversaciones que han costado más de 7.000 millones de dólares.
Pero para el FMI aún hay demasiados claroscuros, en especial, respecto a la banca paralela (shadow banking), que se desarrolla rápidamente y permite escapar de la regulación a ciertas actividades financieras. Además, el sector financiero es demasiado grande, pues representa un 66% del PIB global.
El presidente del consejo de administración del banco suizo UBS, el alemán Axel Weber, admitió que "los bancos necesitan una nueva estrategia" y que es necesario separarse de las prácticas y los excesos llevados a cabo en el pasado, en los años buenos, y subsanar los daños causados. No obstante, advirtió que "los bancos centrales pueden comprar tiempo pero no arreglar asuntos a largo plazo". "Estamos viviendo ahora a costa de la generación futura", afirmó Weber para señalar el carácter insostenible a medio y largo plazo de algunas medidas adoptadas para afrontar la crisis, como bajar los tipos de interés a un nivel histórico, algo correcto y necesario entre 2007 y 2010 pero insostenible de cara al futuro.
Por su parte, otra de las atracciones de la jornada de ayer fue el primer ministro ruso, Dmitri Medvédev, quien aseguró que el precio actual del petróleo es "óptimo" y que está muy cerca de los intereses tanto de los consumidores como de los productores. "No estamos interesados en precios de las materias primas demasiado elevados. El precio actual del petróleo es óptimo", dijo Medvédev respecto a un barril de crudo Brent que se paga actualmente a 112 dólares.
El dirigente ruso reivindicó los avances hechos en su economía y anunció un nuevo programa de privatizaciones de activos públicos. "El mercado inmobiliario ruso debería ser más competitivo" para garantizar que todo el mundo tenga una vivienda. "No vamos a volver al pasado. Todos hemos cambiado y miramos al futuro", concluyó el primer ministro.
En su intervención, Medvédev, que asumió el pasado 1 de diciembre la presidencia del G20, anunció que la próxima reunión del grupo prestará gran atención a los problemas que atraviesa Europa, EEUU y China, asuntos que coparán la agenda de este año.