Economía

Tim Harford o cómo trasladar la economía a las pequeñas cosas de la vida

Cora Serrano

Madrid, 29 mar (EFECOM).- "Todo en la vida lo podemos ver desde un punto de vista económico que nos resulte útil, incluso cosas que jamás hubiéramos imaginado, como el hecho de practicar o no sexo en la adolescencia, dejar de fumar, o incluso ser racista".

Así de contundente se muestra Tim Harford en una entrevista concedida a EFE en la que el economista y redactor del Financial Times, entre otras muchas ocupaciones, explica su manera de ver la vida desde una óptica económica.

No deja de ser sorprendente cómo un libro de economía escrito por un profesional del sector se convierte en un auténtico bestseller y gana multitud de lectores como si de una novela se tratase. Este éxito tiene un nombre: Tim Harford.

No sólo ha trabajado para el Banco Mundial, sino que además colabora con las más prestigiosas publicaciones internacionales de economía. A su ópera prima "El economista camuflado" -de la que ya se han vendido 600.000 ejemplares- le sigue ahora una nueva obra, "La lógica oculta de la vida: cómo la economía explica todas nuestras decisiones".

En ella el autor asegura que el estudio económico de las pequeñas cosas "puede suponer grandes diferencias en el conjunto de la economía".

Sin embargo, puntualiza que "pese a que la mayoría de las decisiones en economía son racionales, hay algunas que no lo son, sobre todo las que se toman a corto plazo".

Una de las consideraciones más obvias y realistas de su libro es ver como una subida en el precio de la Coca-Cola arrastra a los consumidores hacia la Pepsi, consecuencia que es más complicada de entender cuando nos encontramos ante productos que no tienen sustituto.

"En estos casos no hay mucho que hacer", dice Harford, quien no obstante califica de "curioso" el efecto que provoca en los consumidores situaciones como que el hecho de que las compañías petrolíferas suban los precios de la gasolina haga que la gente busque "como loca" el sitio más barato para repostar mientras que cuando el precio baja, las mismas personas "se vuelvan vagas" y no modifiquen sus hábitos.

Esto es lo que el autor explica como el "efecto nave espacial" o "pluma", es decir que los precios suban muy rápido y bajen muy lento.

Otra de las ideas que se apuntan en "La lógica oculta de la vida" es el hecho de incorporar en algunos sectores de la economía una retribución salarial directamente proporcional a las unidades producidas.

No obstante, según señala el autor, no todo es favorable cuando se adopta esta medida.

"Hicimos un experimento en unos supermercados. Comprobamos que las cajeras estaban totalmente inmersas en marcar los productos y se olvidaron por completo de otros aspectos, como el trato al cliente", asegura.

"Las empresas saben el efecto que esta forma de retribución causa en sus empleados y lo utilizan como arma fomentando una excesiva competitividad que a veces se traduce en sinónimo de puñalada trapera entre los trabajadores", añade.

En este sentido, y preguntado sobre la actual situación de los trabajadores en el mundo actual, Harford explicó que hace años la gente era consciente de lo que les esperaba cuando emigraron del campo a la ciudad.

"Perdían una cierta calidad de vida en favor de una situación económica mejor, que sin duda era uno de sus objetivos primordiales".

Harford pone como ejemplo de este caso a China donde, a pesar de que las condiciones laborales son realmente penosas, se ha producido un rápido crecimiento y confió en una mejora futura, eso sí, a largo plazo.

Recordó que lo mismo pasó países como Corea o Japón y que "todas las grandes revoluciones han tenido que sufrirlas unos pocos para llegar a la situación actual. Me encantaría conocer alguna alternativa, pero hasta el momento no he visto ninguna realista". EFECOM

csb/mbg/pam

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