Economía

La deuda habla: los bonos de EEUU descuentan más bajadas de tipos y... ¿deflación?

La deuda pública no ha sido una inversión nada atractiva en los últimos cinco años. Los bajos niveles a los que cayeron los tipos de interés en las principales economías del mundo tuvieron la culpa, ya que provocaron que los rendimientos que ofrecían los títulos emitidos por los Estados fueran muy reducidos. Sobre todo, en comparación con las rentabilidades de dos dígitos que depararon en ese mismo periodo otros activos como la bolsa o las materias primas.


Sin embargo, eso no quita para que no haya que prestar atención a este mercado. Más que nada, por las pistas que aporta sobre el futuro de la economía y los tipos de interés.

La clave reside en que la deuda habla. Lo hace mediante la curva de rentabilidades, es decir, la línea que une los rendimientos de los diferentes títulos existentes, desde las letras a tres meses hasta las obligaciones a 30 años -o 50, si las hay-.

Esta realidad es permanente. Constituye una regla que rige tanto en momentos de euforia como en las etapas dominadas por las turbulencias. Y el panorama actual no supone ninguna excepción, sobre todo en Estados Unidos, que acapara todas las miradas porque es el epicentro de la actual crisis financiera y económica.

Termómetro fundamental

Así, si un observador que quisiera comprobar la gravedad de la situación sólo centrara su foco en Wall Street, se encontraría con que el índice Dow Jones se mueve ahora en torno a los 12.400 puntos, el mismo nivel que hace exactamente un año. En ese caso, concluiría que la crisis no es para tanto.

Ahora bien, si esa persona dirige su punto de mira al mercado de deuda pública, su gesto reflejaría mayor inquietud. De un año a este parte, la curva de rentabilidades de la deuda norteamericana se ha modificado por completo. Si hace doce meses ofrecía una línea descendente en sus tramos más cortos y plana en los plazos mayores, en la actualidad describe un trazado completamente ascendente, desde el 1,22 por ciento de los títulos a 3 meses hasta el 4,35 por ciento de las obligaciones a 30 años.

¿A qué responde este cambio? Distintos motivos lo explican, aunque sobresale el drástico golpe de timón dado por la Reserva Federal (Fed) con los tipos. Desde verano, ha bajado el precio del dinero del 5,25 al 2,25 por ciento. Pero no es la única razón que influye.

"Siempre hay una demanda recurrente de inversores que necesitan situar su liquidez fuera de activos de riesgo y las bolsas ahora lo son. Por último, el descuento de precio que supone ahora un dólar tan débil supone sin duda un aliciente para que los inversores internacionales compren deuda norteamericana", añade José Luis Martínez Campuzano, estratega en España de Citi.

Un proceso que puede ir a más

Todo ello ha alimentado las adquisiciones en la deuda pública, con la correspondiente caída de las rentabilidades, que bajan cuando el precio de los títulos sube con motivo de las compras.

Un proceso que, como ya anticipa Martínez Campuzano, puede arreciar en los próximos meses, ya que el recorte de los tipos aún parece lejos de detenerse. En este sentido, el mercado de futuros ya concede un 54 por ciento de probabilidades a que el banco central norteamericano rebaje el precio oficial del dinero en medio punto, hasta el 1,75 por ciento, en la reunión de finales de abril.

Aunque estas expectativas pueden alimentar nuevas compras de deuda, sorprenden los bajos niveles a los que están llegando los rendimientos. "¿Quién está interesado en adquirir títulos estatales a estas rentabilidades?", se pregunta Erick Müller, director de inversiones de renta fija de la gestora Fidelity.

Estas conjeturas crecen si se echa un vistazo al pasado. Para encontrar las rentabilidades de la deuda estadounidense a unas cotas tan reducidas hay que remontarse hasta junio y julio de 2003.

Entonces, el rendimiento de los bonos a diez años descendió al 3,11 por ciento, el nivel más bajo de la historia, un hito tras el que figuró el entonces presidente de la Fed, Alan Greenspan.

A comienzos de mayo, aludió al riesgo de que la deflación -caída general de los precios- apareciera en la economía estadounidense, una amenaza que exigiría bajar más los intereses. Así acabó ocurriendo el 5 de junio, cuando recortó los tipos del 1,25 al 1 por ciento -mínimos desde 1958-, y finalmente no hubo noticias de la deflación.

Petróleo por encima de los 100 dólares

Ahora, con el petróleo por encima de los 100 dólares y una inflación superior al 4 por ciento, avisar de caídas de los precios suena aventurado. Pero también es cierto que las rentabilidades dicen que habrá más bajadas de tipos para plantar cara al creciente enfriamiento de la economía.

Si es así, la teoría indica que la inflación debería moderarse, algo por lo que apuesta la propia Fed. Pero, ¿y si esa relajación es tan profunda que resucita el miedo deflacionista? El crudo tendrá mucho que decir al respecto, sobre todo si su precio cae con fuerza, pero la curva habla. Y su voz anticipa ahora un futuro lleno de peligros.

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