
En el mismo podio en el que Abraham Lincoln se aseguró en 1860 la nominación presidencial de su partido, el candidato demócrata Barack Obama supo ganarse, una vez más, al difícil y concienzudo público neoyorquino. En medio de la tempestad que está cayendo sobre la economía de Estados Unidos, el senador de Illinois hizo un llamamiento urgente para crear un marco regulatorio que controle a los bancos e instituciones financieras.
Desde el magnífico edificio que acoge al Union Cooper for the Advancement of Science and Arts, no demasiado lejos de Wall Street, el primer aspirante de color a la Casa Blanca apostó por dar a la Reserva Federal mayor autoridad cuando actúe como prestamista de entidades financieras. Además, Obama puso de manifiesto la necesidad de cambiar las normas de regulación.
Rodeado de estudiantes e invitados de excepción como el presidente de la FED de Nueva York, Paul Volcker, el senador reconoció que "bajo las administraciones republicana y demócrata, hemos fallado a la hora de evitar prácticas que incentivaban la manipulación financiera en lugar de fomentar la productividad y el negocio". "Hasta ahora hemos permitido que los intereses personales se entrometan en las escalas económicas", añadió.
Como resultado de esta falta de supervisión se ha dado lugar a una economía que "crea burbujas en lugar de fomentar el crecimiento estable" mientras "favorece a Wall Street sobre el resto de la población aunque sus fallos los acaban pagando los dos".
Para Obama, la desregularización que culminó con el rechazo de la ley Glass Steagall, creado en 1933 tras la Gran Depresión, cuyo objetivo era separar a los bancos comerciales de los de inversión, fue un tremendo golpe. Eso sí, el candidato no llegó a pedir una reinstauración de dicha ley aunque no vio con buenos ojos que ésta fuera rechazada en 1999, permitiendo la competencia directa entre los bancos comerciales y los de inversión.
Obama contó con un acompañante de excepción, el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, que no dudó en elogiar a "este caballero de Illinois como también lo fue Lincoln". Entre bromas del desayuno al que le había invitado el aspirante demócrata a la Casa Blanca, el edil neoyorquino dejó claro que su presencia en el Great Hall de esta escuela de artes, arquitectura e ingeniería no debía confundirse con un respaldo al candidato demócrata.
Bloomberg no pudo evitar hacer referencia a los problemas económicos que vive el país y dijo que "son profundos y tardarán mucho tiempo en solventarse".
El senador hizo referencia a los dos millones de norteamericanos que están a punto de perder sus casas y como ya hizo su adversaria, Hillary Clinton, hace unos días en Filadelfia, propuso una ayuda alternativa de 30.000 millones de dólares para frenar los desahucios inmobiliarios.