
Se resisten a revelar sus números, la fe es lo que manda. Las empresas que hacen buen negocio en Semana Santa evitan hablar de su facturación. Son los artesanos que elaboran las imágenes que salen en procesión, los tronos, las palmas, las túnicas, los cirios, las pelucas que lucen las vírgenes. La mayoría de estos negocios son familiares, minúsculos, pero sus productos llegan a diferentes puntos de España. Su agosto, algo más frío incluso al calor de las velas, lo viven en marzo.
Cada año, el Papa recibe en el Vaticano una Palma Blanca. Se la envía el Ayuntamiento de Elche y la elabora la familia Serrano, que trabaja en esa ciudad y que también envía una a los Reyes. Según el dueño del negocio, Francisco Serrano: "La tradición viene de padres a hijos, de muchos años. Toda la vida hemos trabajado la palma porque hemos nacido entre huertos".
Estas plantas, típicas de la zona, se recogen antes de Navidad y lo que hacen los Serrano es trenzarlas, darles forma. Ésta no es su única ocupación: "Mi familia y yo dedicamos a la palma un mes y medio al año, tenemos otros trabajos. Yo dejo el mío durante dos meses". Calcula que pueden vender unas 6.000 palmas de diferentes tamaños, desde miniaturas para la solapa hasta las espectaculares que hacen llegar a personajes públicos. Los precios: desde un euro hasta 600. "También hacemos encargos para ayuntamientos y catedrales", explica Serrano. Las que más se venden son las que la gente compra en los mercados, de tamaño y precio medio (entre dos y seis euros).
Según la Unión de Consumidores, vestirse de cofrade cuesta entre 150 y 900 euros. El coste es muy superior en las corporaciones que usan tejidos nobles (terciopelos, brocados) y otros elementos como cíngulos (los cordones que llevan anudados), escudos en oro, zapatos con hebillas de plata... El atuendo de los costaleros es más barato, desde unos 60 euros.
María del Río es la dueña de la Antigua Casa Rodríguez, en Sevilla. Allí se elabora todo lo que necesita un cofrade. "No sólo trabajamos en Sevilla sino en toda España". ¿Muchos clientes? "Hay una cola de gente que recorre la calle entera", dice. Se dedica a ello doce meses al año. "Todo lo que se vende estos días son cosas manuales. Bordados para los escudos de las túnicas [hasta 600 euros si son de terciopelo], pelucas de cabello natural para las imágenes [entre 600 y 1.000 euros]...". Este negocio también cuenta con escultores que tallan las imágenes de las procesiones. María Del Río tampoco dice cuánto factura.
Una fábrica de velas nacida en 1860 es hoy la empresa familiar Cera Bellido (en Andújar, Jaén). Tiene 18 empleados que se dedican a fabricar cirios. Manuel Bellido, uno de los socios, explica que pueden vender 20.000 o 30.000 unidades al año de diferentes tamaños ("Cultos los hay todo el año", dice). "Un cirio de nazareno de Andalucía con 1,40 metros de largo y 45 milímetros de diámetro (dos kilos) pueden costar unos ocho o 10 euros". Las velas buenas, las que no son de parafina sino de cera de abeja, las emplean las hermandades "importantes" y cuestan el doble, 10 euros el kilo.
La música también es negocio: las bandas tocan por horas y una banda mediana, dice Bellido, cobra 600 euros la hora un Miércoles Santo. Una cofradía puede pasar cinco horas en la calle y una banda puede actuar tres veces al día. Los 6.000 euros diarios están al alcance de la mano.
¿Crisis? Ninguno de los artesanos consultados la ha sufrido: "No hemos notado un bajón. No nos ha fallado nadie, ha habido entusiasmo. El Domingo de Ramos fue increíble, dice uno de ellos". Este partido lo ha ganado la fe.