Berlín y no Bruselas, será quien decida el futuro de la zona euro dado el poder económico de Alemania y el hecho de que su estatus como principal pagador de la Unión Europea le otorga un poder de veto efectivo sobre las decisiones clave.
Por eso es una sorpresa descubrir que en los pasillos del poder en Berlín la principal preocupación no es si Grecia cumple sus promesas de reforma o si España solicita un rescate de la UE.
Como el tercer país con más exportaciones del mundo, los alemanes están mucho más preocupados sobre si China pierde el apetito por sus herramientas de maquinaria y coches, o a qué productos deberían dedicarse los afamados fabricantes teutones en el año 2030.