Superado el ecuador de las Olimpiadas, el Gobierno británico todavía ignora qué medalla corresponderá a su disciplina. En paralelo a récords mundiales, goles del último segundo y las milésimas que separan un diploma de la gloria, se juega una competición cuya preparación ha requerido de tantas horas como el más exigente de los entrenamientos.
La meta de la coalición era asegurar que estos Juegos, celebrados en tiempos de recesión por deseo de una crisis en bucle, producen un legado económico que justifique el esfuerzo financiero que ha supuesto convertir Londres en el foco del planeta durante 17 días del verano de 2012.
Sin embargo, los jueces responsables de otorgar las medallas, por el momento, no parecen convencidos. El Ejecutivo aprovechó la cita cuatrienal para promover simultáneamente una Embajada Británica de Negocios que maximizase la atención extra que la capital disfrutaría por la atracción gravitatoria olímpica.
Incertidumbre en los empresarios
Pero mientras en el parque de Stratford cada prueba despeja dudas, en la céntrica Lancaster House las incertidumbres aumentan a un ritmo directamente proporcional entre los más de 4.000 líderes empresariales y políticos invitados por David Cameron para publicitar las oportunidades que ofrece Reino Unido. La misma Administración que invita a invertir en suelo británico hace frente a la segunda recesión en menos de tres años. Los datos más recientes, los del segundo trimestre, hablan de una contracción del 0,7% y las previsiones de crecimiento se revisan a la baja con cada nueva estimación.
Por ello, lo que había surgido como una plataforma de difusión se ha convertido en un foro de debate acerca de la conveniencia de aceptar la invitación de Cameron. Desde que en la previa a la apertura de las Olimpiadas la Embajada fuese inaugurada por un primer ministro que proclamó que Reino Unido estaba "abierto a negocios", los inversores han elevado serios interrogantes acerca de la gestión de una economía que no crece y que es expuesta a tormentas sistémicas de la Eurozona.
Ejecutivos internacionales han mostrado inquietud acerca de la asfixiada recuperación y la negativa del ministro del Tesoro a aceptar las recomendaciones de que alivie la presión de la austeridad que se ha marcado para hacer frente a un déficit superior incluso al de España.
El FMI había sido el primero en plantearlo, pero ahora, en las cumbres organizadas aprovechando los Juegos, hasta 17 eventos tanto en la capital como fuera, los participantes -entre los que figura desde la propia jefa del Fondo, o el presidente del BCE, hasta gigantes como Google, Microsoft o HSBC-, demandan respuestas antes de poner dinero. La principal preocupación es el estancamiento actual y el sentido de invertir en un contexto que registra un crecimiento de signos negativos.
Las medicinas reclamadas pasan por una estrategia fiscal a corto plazo que permita estimular la demanda y reconducir la anemia del PIB y, más a largo plazo, concretar un plan integral con apuestas más allá de la tijera y la subida de impuestos para tapar el agujero presupuestario. Por el momento, en lo que George Osborne ha aflojado es en el plazo para llegar al déficit estructural, pero el ritmo de la austeridad continúa firme.
Además, paralelamente, las cumbres han mostrado una incómoda inquietud acerca de las políticas de inmigración de un Gobierno que afronta una nueva espita con los empresarios, en caso de ejecutar los capítulos más controvertidos de los cambios planteados para ralentizar la entrada de extranjeros. La Patronal ha advertido de que personal cualificado, necesario para impulsar la economía, podría ver su entrada vetada.
Y es que el primer ministro ha querido ejercer un papel activo en una iniciativa que aspira a atraer para Reino Unido 1.000 millones de libras en acuerdos de nuevo cuño. Su baza fundamental, sin embargo, ha sido la retórica, con la que ha tratado de convencer de las "decisivas" acciones adoptadas por su Gobierno para restaurar la confianza en sus finanzas. La duda, sin embargo, es si la palabra del premier tiene tanto peso para los inversores como los fríos gráficos.