
Injustamente olvidada en la colocación de activos, África tan sólo representa un 1,5 por ciento de la capitalización bursátil mundial, mientras que contribuye en un 3,5 por ciento al PIB mundial. Sin embargo, los inversores comienzan a interesarse por ella. En efecto, desde hace 10 años, el continente africano ha cambiado de cara.
Su crecimiento económico aumenta a un ritmo superior al 5 por ciento anual, los indicadores de disturbios políticos, según la OCDE, han disminuido drásticamente y los fundamentos económicos mejoran. La inflación ha pasado del 30 por ciento en 1994 al 6 por ciento previsto para 2008, las balanzas por cuentas corrientes y presupuestarias son en la actualidad excedentarias en la mayoría de los países y la deuda del continente africano ha pasado de una media del 80 por ciento del PIB en 1995 al 30-40 por ciento actual, justificando la fuerte disminución del spread de deuda soberana.
Los inversores, que ya conocen la rentabilidad de los mercados emergentes y su capacidad de resistencia tras la crisis subprime, podrían diversificar sus inversiones en los BRIC, debido a su comportamiento similar al de los mercados desarrollados. Desde un punto de vista bursátil, las acciones africanas presentan un perfil muy especial, con una relación rentabilidad/riesgo comparable al del índice MSCI Emerging Markets, pero con un mayor poder diversificador. En efecto, presentan una baja correlación con respecto a los mercados desarrollados pero también respecto a los emergentes, que se explica por unos ciclos económicos propios: tipos de interés, sensibilidad a las materias primas y composición sectorial. Pero hay que tener cuidado: no todas las áreas africanas ofrecen las mismas oportunidades de diversificación y los fondos disponibles en el mercado apenas tienen en cuenta la débil correlación con respecto a otros mercados emergentes.
En efecto, la mayoría de los fondos que invierte en acciones africanas, lo hacen en áreas del sur y del norte. Sudáfrica, primera potencia económica del continente, representa el 74 por ciento de la capitalización bursátil africana. Si las acciones sudafricanas continúan siendo una inversión interesante, su marcada correlación con el MSCI Emerging Markets (casi el 75 por ciento) debería incitar a los inversores a interesarse por zonas menos capitalizadas que ofrecen un mayor potencial de diversificación. El norte de África es una de ellas. Al igual que Oriente Medio, está volcada en grupos productores de petróleo y gas, y su rentabilidad respecto a los mercados emergentes es mucho más interesante en términos de rendimiento y volatilidad.
Potencial en el África negra
Hay una zona que sigue estando especialmente despreciada a pesar de su potencial: el África negra. Tan sólo representa el 31 por ciento del PIB africano, apenas el 11 por ciento de la capitalización bursátil del continente y el 0,17 por ciento de la capitalización bursátil mundial. Pero su importancia no deja de aumentar en relación con las dos grandes zonas del norte y del sur. Aunque todavía presenta un cierto retraso, el África negra ofrece un potencial de re-rating económico y de disminución de su prima de riesgo. Países como Ghana, Zambia o Botswana ofrecen una llamativa relación rentabilidad/riesgo. Pero el interés del África negra se centra fundamentalmente en su poder de diversificación. Su escasa dependencia respecto a la cotización del petróleo supone no sólo una menor volatilidad de sus acciones sino una ausencia de correlación con respecto a los mercados emergentes.
Si África muestra una baja correlación con respecto a los otros mercados, las zonas africanas también tienen muy poca correlación entre sí. Además, las acciones norteafricanas se verán afectadas por la cotización del petróleo o de los valores del Medio Oriente. Sudáfrica se mostrará sensible al oro y a las materias primas. Las acciones del África negra no exportadora de petróleo evolucionarán más bien en función de la producción agrícola. A este respecto, los productos estructurados representan una alternativa interesante a los fondos.
África no es una inversión "de moda". Constituye una oportunidad real para los inversores que desean dinamizar y diversificar su cartera. Una vez más, hay que salirse de los caminos habituales y confiar en mercados que hace algunos años todavía estaban considerados como subdesarrollados.