Madrid, 10 jul (EFECOM).- Los precios al consumo en España entre 1998 y 2006 -período de vida del euro- crecieron el 9,6 por ciento más que en la Unión Económica y Monetaria (UEM), según la Fundación de Cajas de Ahorros (Funcas).
Así lo indica en su último número de la revista Cuadernos de Información Económica, en la que analiza la inflación y los desequilibrios del sector exterior de la economía española.
El proceso de convergencia de España con los países desarrollados de su entorno se ha caracterizado por "la querencia" a generar mayores desequilibrios macroeconómicos que dichos países.
Esto está motivado por el hecho de ver la inflación y los déficit públicos exteriores como problemas de segundo orden y como efectos colaterales para obtener mayor crecimiento del PIB, indica el director del Gabinete de Coyuntura de Funcas, Angel Laborda, en uno de los artículos del informe.
Explica, además, que el encarecimiento del crudo no es la principal causa de la mayor inflación frente a la zona euro, puesto que el diferencial de los productos energéticos españoles con la UE-12 ha sido el 0,5 por ciento menor entre 1998 y 2006.
Esto se debe, según Laborda, a que la política de precios fijados en estos años por el Gobierno en la energía eléctrica ha forzado un abaratamiento relativa de esta.
Así, la subida de precios de los alimentos frescos explica en torno al quince por ciento del diferencial de precios entre España y la UE-12 desde 1998, cuando su ponderación en el IPCA (índice de precios al consumo armonizado) es poco más de la mitad de esta cifra.
En todo caso, Laborda afirma que casi la mitad del diferencial se explica por el grupo de los servicios, debido sobre todo a que es el que más pesa en el IPCA (36 por ciento) y también por tener el diferencial más alto.
Para el auto del artículo, los factores que explican el diferencial de inflación son del lado de la demanda, por una política monetaria excesivamente expansiva para las necesidades estructurales y coyunturales de la economía española desde la integración en la UEM.
Además, aclara que los factores también son de oferta, por las rigideces económicas y la falta de competencia.
Ante esto, Laborda recomienda una política monetaria más restrictiva en el área euro, vía cerrada para España desde la integración en la UEM, si bien el Banco Central Europeo ha comenzado ya a moverse al respecto con la subida de los tipos de interés.
Las reformas estructurales que deberían hacerse plantean dificultades, según Laborda, al estar las competencias cedidas o compartidas con las Comunidades Autónomas, caso de la regulación urbanística o la ordenación del comercio.
Laborda opina que es esencial para mantener el proceso de convergencia real la reforma de la negociación colectiva, que permita una mayor flexibilidad en el mercado laboral y la adaptación de los salarios a la productividad.
Además, recomienda que se intensifique en tiempo y alcance el Programa Nacional de Reformas y la introducción de las nuevas tecnologías en los procesos productivos.
Respecto al desequilibro exterior, los profesores Pilar L'Hostelliere y Juan Peñalosa afirman que no afectará significativamente ni al tipo de cambio del euro ni a la capacidad de la economía española de obtener financiación externa.
Para los autores, el fuerte incremento del endeudamiento de las familias en los últimos años introduce un elemento de vulnerabilidad ante los cambios de esas variables.
No obstante, matizan, la buena situación de las cuentas de las administraciones públicas garantiza que la política presupuestaria pueda desplegar su potencial estabilizador "si fuera necesario". EFECOM
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