
El Banco de España no se creyó el plan de ajustes con el que Rodrigo Rato pretendía cumplir con los Reales Decretos del Gobierno y que le exigían lograr casi 10.000 millones de euros. En lugar de un aprobado, el supervisor devolvió a Rato exigencias: un nuevo plan de desinversiones y la sustitución de la cúpula directiva de la entidad.
Cierre y venta de hasta 200 oficinas, venta de participadas y externalización de la plataforma tecnológica. En estos tres puntos fundamentaba Rodrigo Rato el duro ajuste al que pensaba someter a Bankia, según publica hoy el diario ABC.
Una vez concluido, estimaba que la entidad necesitaría una inyección de 7.000 millones de fondos públicos -en lugar de los 19.000 millones adicionales requeridos ahora por Goirigolzarri- para sanear sus balances y cumplir con los dos Reales Decretos aprobados por el Gobierno.
Sin embargo, el Banco de España advirtió demasiadas incógnitas en la hoja de ruta propuesta por Rodrigo Rato el pasado 4 de mayo y rechazó el plan. Tras el suspenso, llegaron los acontecimientos conocidos ya por todos y que provocaron su salida de la entidad, la sustitución del equipo directivo y el aterrizaje de Goirigolzarri.