
Alberto Garzón es el diputado más joven del Congreso y portavoz económico de Izquierda Plural. Alerta del incremento de las desigualdades entre ricos y pobres, cree que las reformas establecerán un nuevo orden social "neofeudal" y deplora la "chinarización" como vía para el crecimiento.
El diputado de IU por Málaga y portavoz económico del grupo de Izquierda Plural (IU-ICV-CHA) en el Congreso, Alberto Garzón, apuesta por el impago de la deuda pública "inmoral" y por una mayor coordinación europea como algunas de las medidas necesarias para poder salir de la crisis, advirtiendo de que las reformas que se están aplicando conllevarán una "chinarización" social y el establecimiento de un nuevo orden "neofeudal".
En el libro 'Esto tiene arreglo' (Editorial Destino), el diputado se aleja de las dicotomías clásicas de trabajadores vs. capitalistas, y reconoce la mayor complejidad de la sociedad actual, defendiendo la política como "la forma de transformar ideologías en hechos" y apostando por modificar el sistema en lugar de destruirlo.
Así, critica que la primacía de los modelos económicos neoclásicos han llevado a las sociedades modernas a pensar que éste es "el mejor de los mundos posibles y que ya no existen clases sociales", extremos que él rechaza, recordando que las desigualdades entre ricos y pobres alcanzan actualmente los niveles de 1947 y defendiendo una salida diferente a la crisis que tenga a la clase trabajadora y sus intereses como eje central.
Recortes contraproducentes
Garzón, el diputado más joven de la Cámara, considera que los "llamados rescates" no han servido para salvar a los países en quiebra, sino que realmente han estado dirigidos a rescatar a unos inversores financieros "amorales" que "sólo se guían por la lógica de la rentabilidad, beneficiándose de la desregulación de las últimas décadas y provocando una crisis de la que ahora se culpa a la deuda pública que, según recuerda, sólo se asumió a posteriori "para revitalizar la economía y salvar a los bancos".
Sin embargo, los gobiernos occidentales han optado de forma general por aceptar las exigencias de reformas estructurales que realizan unas entidades financieras "rescatadas" que, además, "se dedicaban a explotar las debilidades del país que recibía los fondos (de los rescates) con la intención de sacar aún mayor tajada".
Reformas que, por otra parte, provocarán un mayor estancamiento económico con "consecuencias especialmente dramáticas" en términos sociales (pobreza, desigualdad o inseguridad) como ya sucedió en los años 80 con los planes de ajuste que el FMI impuso a los países latinoamericanos, muy similares según Garzón a los que actualmente sufren Grecia o Portugal.
Crear un nuevo modelo
Por eso, exige que "el Estado haga una auditoría de la deuda y deje sin pagar o pague por mucho menos los títulos en propiedad de entidades que son responsables de la crisis". "El impago de la deuda es una necesidad imperiosa. La reestructuración supone diferenciar los distintos contratos de deuda asumidos por el Estado y modificarlos en plazo, cantidad o incluso cancelarlos total o parcialmente", opina.
"Se trata de estudiar qué parte de deuda es ilegal, inmoral o directamente insostenible", continúa el diputado, aludiendo explícitamente a los bancos que han recibido fondos públicos o que han comprado deuda con "dinero barato" del Banco Central Europeo (BCE).
Además, argumenta que un hipotético "ataque" de los mercados financieros contra la deuda soberana por esta medida será únicamente un fenómeno pasajero porque esas entidades "no tienen memoria, sino sólo la lógica de la ganancia".
Por otra parte, el portavoz económico de IU en el Congreso también reclama "más regulación laboral y financiera", un estímulo a la economía por vía de la demanda mediante la recuperación de la capacidad adquisitiva y "un programa amplio de planificación económica que aspire a corregir los desequilibrios y a cambiar el modelo económico en su conjunto".
"Hace falta más coordinación europea", defiende, proponiendo entre otras cosas un sistema fiscal común "altamente progresivo" con una Hacienda Pública Europea, un sistema fiscal coordinando que imponga a todos los estados miembro suelos en los tipos impositivos e impuestos mínimos sobre la renta, la riqueza y las transacciones financieras para "sentar incentivos adecuados a la economía productiva, huyendo de la especulativa".
También ve necesario un "salario mínimo y una política salarial coordinada a nivel europeo y fortalecer la centralización de la negociación laboral", así como "incrementar la productividad con transferencias fiscales y una reorientación del modelo productivo".
Garzón defiende asimismo la necesidad de incrementar el presupuesto comunitario para fortalecer las instituciones europeas, la urgencia de "democratizar" el BCE y darle atribuciones propias de un banco central para que pueda prestar directamente a los países, y la necesidad de abolir el Pacto de Estabilidad y Crecimiento y construir un pacto para controlar las deudas privadas.
Considera fundamental reorientar el sistema financiero con una banca pública para garantizar inversiones a largo plazo y declarar una Zona de Autosuficiencia Financiera en la UE con "una total prohibición de las transferencias a paraísos fiscales y una profundización de la democracia en las instituciones económicas".
Finalmente, aboga por nacionalizar entidades financieras, crear planes de estímulo público y garantizar la titularidad pública de sectores como vivienda, energía, infraestructuras, pensiones, educación y salud.
Sociedad neofeudal
El riesgo de no adoptar este tipo de medidas estriba, según Garzón, en que el neoliberalismo utilice la crisis de "coartada" para "establecer un nuevo orden social 'neofeudal' en el que habrá una pequeña élite con todo el control político y económico sobre los recursos, los medios de producción, acceso a la educación, cultura y al poder político, y donde sin embargo la mayoría vivirá en una economía de sumisión y supervivencia".
En este sentido, el diputado advierte de que la respuesta que se está dando de aumentar la competitividad por la vía de la reducción salarial no conseguirá su objetivo porque no incrementará la demanda interna y, sin embargo, sí conllevará una destrucción de las pequeñas y medianas empresas y una apuesta por la "chinarización" como vía para el crecimiento.
"Este camino es la antesala de los fascismos", avisa, lamentando que "una de las víctimas más graves de esta crisis está siendo la democracia en todas sus formas" e instando a las organizaciones y partidos de izquierda a "saber actuar de modo que esa rabia sea conducida de forma que la aspiración sea superar el actual sistema económico y político" con "medidas concretas destinadas a recuperar la soberanía ciudadana y a iniciar una senda de crecimiento económico basado en una alta participación salarial".
A su juicio, el principio fundamental del cambio debe ser la "renuncia a que la rentabilidad organice no sólo la producción sino toda la sociedad" y, en su lugar, "insertar en el sistema económico una lógica ecológica y humanista que ponga la satisfacción de las necesidades básicas de la humanidad y la libertad de expresión y creatividad en el centro de la organización social".
El 15-M, movimiento fundamental
En este punto, Garzón considera que movimientos sociales como Democracia Real Ya (DRY) o el 15M, al que está vinculado, serán fundamentales en la construcción de este nuevo modelo social, tanto por su papel formador en materia política de la ciudadanía como en su rol catalizador de la frustración.
"La crisis va para largo (y con ella las reformas). El riesgo reside en que la frustración social puede ser más fácilmente canalizada por movimientos populistas y de extrema derecha, que ofrecerán un culpable claro y externo y ofrecerán soluciones radicales", recuerda, valorando así el papel de "cortafuegos" que el 15M y otros movimientos similares desempeñarán en ese escenario. e