El Escorial, 4 jul (EFECOM).- Los expertos participantes en el curso de verano de la Universidad Complutense, que analizó hoy la evolución de los organismos genéticamente modificados (OGM), coincidieron en que no hay pruebas científicas que demuestren que estos alimentos son perjudiciales para la salud.
Durante el curso de esta semana sobre "De la Prensa agraria a la Prensa agroalimentaria", los científicos advirtieron de que existe el riesgo de que Europa pueda quedarse "atrás" en este campo.
El catedrático de Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Valencia, Daniel Ramón, explicó durante su ponencia en este curso de verano que no hay datos científicos que avalen que los alimentos transgénicos "son mejores o peores" que los convencionales, si bien lamentó que es "más fácil enviar a la opinión pública mensajes catastrofistas".
Criticó que "se difunden muchas mentiras a sabiendas" sobre los organismos genéticamente modificados y lamentó que en Europa "sólo se conoce una cara de la moneda" la que, a su juicio, ofrecen sus detractores.
Alertó de que el debate sobre la seguridad alimentaria de estos productos debía ser técnico, pero "está absolutamente politizado", defendió que este tipo de cultivos presenta los mismos riesgos que las plantas consideradas convencionales y que los transgénicos autorizados hoy en día son "los más evaluados de toda la Historia de la alimentación".
Recordó que los alimentos transgénicos son aquellos en cuyo diseño se utilizan técnicas de ingeniería genética y puntualizó que la genética en la alimentación ha sido siempre una "constante" en la Historia, ya que "todo lo que comemos se ha desarrollado a partir de variedades que han sufrido mejoras genéticas mediante mutaciones o hibridación".
Lord Dick Taverne, miembro vitalicio de la Cámara de los Lores británica y presidente de la Fundación "Sensatez sobre la ciencia" coincidió en estas consideraciones y en el papel de los transgénicos en la lucha contra el hambre.
En 2005, según los últimos datos disponibles, 8,5 millones de agricultores sembraron cultivos transgénicos -el noventa por ciento de ellos en el Tercer Mundo- y se contabilizaron 90 millones de hectáreas, un 11 por ciento superior a las correspondientes a 2004.
Taverne, durante su ponencia, denunció que estas cifras demuestran que es "mentira que estos cultivos sólo benefician a las grandes multinacionales", subrayó su "enorme impacto" en los pequeños agricultores de países en vías de desarrollo y advirtió de que las campañas de organizaciones ecologistas como Greenpeace son "un crimen contra la Humanidad".
El autor de "La marcha de la sinrazón" donde expone estas tesis, lamentó que estas iniciativas contra los OGM condenan a "millones de niños" a morir de hambre y defendió que "no hay nada en este tipo de tecnologías que no se haya hecho antes con los métodos de cultivos tradicionales".
"Creo que existe una amenaza para la tecnología si los grupos ecologistas continúan dictando su futuro y no nos resistimos a la moda anti-ciencia" alertó Taverne, quien reiteró que algunos grupos ecologistas actúan como "las multinacionales que ellos también critican", si bien la opinión pública "no los evalúa de forma crítica".
"Si conseguimos demostrar que estas campañas ecologistas causan la muerte de millones de niños del Tercer Mundo, lograremos que acaben de una vez", indicó tras insistir en el riesgo de que, si Europa rechaza los organismos genéticamente modificados, "estará dando la espalda a la Ciencia". EFECOM
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