
El Banco Central Europeo (BCE) se reúne, pero el mercado no espera modificaciones en los tipos de interés situados en el 1%, ni grandes cambios en su discurso. Todo hace indicar que su presidente Mario Draghi seguirá pidiendo reformas a los países con más dificultades de la zona euro y esperará a ver como evolucionan las cifras económicas antes de mover una nueva ficha.
En la anterior reunión, el banquero italiano hizo especial hincapié en los beneficios de la última megasubasta de liquidez a tres años y dio a entender que la entidad ha hecho todo lo que estaba en su mano para ayudar a la economía, por lo que ha dejado la pelota en el tejado de los gobiernos.
De hecho, el BCE acumula tres semanas consecutivas sin comprar deuda pública en el mercado. Esa pausa en mitad de la tormenta auspicia la hipótesis de que Draghi está apretando las tuercas a los países más expuestos a las tensiones para que acometan las reformas que precisan y no se acostumbren a que sea el BCE, con sus medidas extraordinarias, el que les saque las castañas del fuego.
"Una dosis de discurso duro es el siguiente paso lógico para recordar a los mercados que no se debe esperar una mayor expansión (ya sea monetaria o liquidez) y que la postura acomodaticia de la política actual no puede durar indefinidamente", comenta James Ashley, economista de RBC Capital Markets en Londres.
Divergencias económicas
El principal problema con el que se puede encontrar el BCE en los próximos meses es el aumento de la divergencia económica entre los países de la zona euro.
"La política del BCE no es apropiada para cada país en la zona del euro, es demasiado flojo para Alemania y demasiado restrictiva para la periferia. Las divergencias pueden hacerse todavía más grandes", señala Carsten Brzeski, economista de ING Group en Bruselas.
Los economistas creen que Draghi cada vez se encuentra en una situación más difícil para llevar a cabo una política monetaria que sirva a todos los países de la región.
Mientras países como Greciay España luchan contra la recesión y las altas tasas de paro, los trabajadores de Alemania están recibiendo algunas de los mayores aumentos salariales de las últimas dos décadas.