
Estados Unidos se enfrenta "a un mundo lleno de peligros e incertidumbre", aseguró el pasado jueves el secretario del Tesoro, Timothy Geithner, durante una conferencia en el Club Económico de Nueva York. Es cierto que, a día de hoy, la primera economía del mundo ha comenzado a mostrar señales que hacen pensar que podría mantenerse por su propio pie sin la respiración asistida de la Reserva Federal.
Sin embargo, el acecho de la crisis de deuda soberana en Europa, el posible aterrizaje forzoso de la economía china y la reciente escalada en los precios del crudo ponen de manifiesto las carencias que todavía sufre la frágil recuperación a este lado del Atlántico.
"La economía se ha acelerado durante los últimos meses, pero todavía estamos lejos de alcanzar una actividad satisfactoria", aseguró la semana pasada Paul Volcker, expresidente de la Reserva Federal, durante una conferencia en Washington patrocinada por The Atlantic. Según su perspectiva, queda "un largo camino por delante antes de que podamos cantar victoria".
¿Qué dicen los datos?
Los indicadores económicos en EEUU demuestran el camino hacia la recuperación emprendido por la economía norteamericana, con un total de 227.000 nuevos puestos de trabajo creados durante el pasado mes de febrero. La tasa de paro se mantuvo en 8,3 por ciento, la más baja de los últimos tres años, mientras las peticiones de subsidio por desempleo siguen disminuyendo. Aun así, un informe elaborado por la Fundación Annie E. Casey pone de manifiesto que alrededor de 46 millones de estadounidenses, muchos de los cuales cuentan con un empleo, todavía viven por debajo del umbral de pobreza.
"Podemos esperar un mejor crecimiento económico de lo que hemos visto hasta ahora, pero todavía estamos muy lejos de lo que necesitamos para salir de este agujero", reconoció en uno de sus comentarios online Heidi Shierholz, economista del Instituto de Política Económica, en Washington. No hay que olvidar que para que el país recupere los niveles de empleo previos a la crisis necesita recuperar los 12,1 millones de puestos de trabajo perdidos, según datos del Proyecto Hamilton, un think-tank estadounidense. Al ritmo actual, donde la economía ha conseguido generar una media de 200.000 empleos mensuales, no se recuperaría la normalidad, por lo menos, hasta 2024.
Según explica a elEconomista Todd Schoenberger, director de LandColt Trading, el presente optimismo llega respaldado por la idea de que "la Reserva Federal realizará algún tipo de inyección de adrenalina al mercado". Sin embargo, señala que en estos momentos será difícil que el banco central de EEUU de rienda suelta a un nuevo programa de recompra de activos (Quantitative Easing). "Bernanke tuvo oportunidad de haber activado una nueva remesa de medidas de estímulo (QE3) el pasado otoño cuando el mercado caía, el PIB no crecía y el desempleo seguía creciendo", señaló Schoenberger. "Ahora mismo no puede vender una nueva ronda de estímulos, nadie en Washington le va a permitir llevar a cabo este tipo de medidas", explicó.
Año electoral
Desde el parqué de la New York Stock Exchange, Kenneth Polcari, director de inversión de ICAP Corp, con 14 años de experiencia en la bolsa neoyorquina, pone de manifiesto que no hay que olvidar que EEUU está en mitad de un año electoral por eso "ni los demócratas ni Obama quieren ver a la economía bajo ningún tipo de estrés". Por eso, indica que durante los próximos meses será muy interesante ver si las autoridades y el Gobierno estadounidense dejan que ésta "opere de acuerdo con los fundamentos" o sobrevive "a través de estímulos".
En Goldman Sachs, su economista jefe, Jan Hatzius, reconoce que las cifras del mercado laboral y los indicadores generales de la actividad del país "han mostrado un repunte significativo". De todas formas, este experto pone de manifiesto que "el crecimiento del PIB rondará sólo el 2 por ciento en el primer trimestre" ya que las señales de fortaleza en la economía se deben probablemente "al inusual clima cálido y tal vez a algunas distorsiones dentro del ajuste estacional".
Una vez más, Hatzius enumeraba la serie de "vientos en contra", entre los que se incluyen un menor impulso del cúmulo de inventarios registrado hasta la fecha, la reciente alza de precios del petróleo y la gasolina, los riesgos derivados de la crisis en Europa y el fantasma del ajuste fiscal que llegará tras las presidenciales de noviembre. Precisamente, algunas de las voces más influyentes, como Nouriel Roubini o el inversor Jim Rogers, aseguran que 2013 podría desatarse "la tormenta perfecta" en la economía estadounidense.