
Islandia comenzó el lunes el juicio a su exprimer ministro Geir Haarde, por no impedir el desastre financiero en 2008, en lo que se cree es el único juicio del mundo a un líder político por la crisis.
Los tres mayores bancos de Islandia colapsaron a finales de 2008 tras años de expansión impulsada por la deuda. El país, de apenas 320.000 habitantes, se vio obligado a pedir prestados unos 10.000 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional y otros prestamistas.
El Parlamento votó en 2010 en favor de juzgar a Haarde por la crisis en un tribunal especial de impugnación creado en 1905 que nunca se ha utilizado antes. Él ha negado los cargos.
"Ninguno de nosotros era consciente entonces de que había algo sospechoso con el sistema bancario en sí, como ahora parece que era el caso", dijo Haarde al tribunal en el interrogatorio preliminar del fiscal especial que investiga delitos relacionados con la crisis.
Muchos islandeses culpan de la crisis a un pequeño grupo empresarios, banqueros y políticos estrechamente relacionados.
A Haarde se le acusa de negligencia flagrante por no tomar medidas adecuadas para prepararse para un inminente desastre financiero.
También se le acusa de no haber puesto freno a los bancos, que ampliaron sus hojas de balance en unas nueve veces el valor de la economía islandesa en los años precedentes a la crisis. Haarde, que fue primer ministro desde 2006 y hasta principios de 2009, se enfrenta a dos años de prisión si se le declara culpable.
Los mayores bancos islandeses fueron nacionalizados a finales de 2008, después de que la crisis de crédito provocada por la caída de Lehman Brothers congelara su acceso a fondos. Islandia protegió las operaciones nacionales de los bancos y dejó que sus operaciones internacionales cayeran en bancarrota.
La economía nacional cayó en picado, y el país se vio obligado a imponer controles de capital para apuntalar el valor de su corona. También se vio implicado en una dañina disputa con Reino Unido y Países Bajos en torno a los 5.000 millones de dólares en pérdidas sufridas por los depositarios en cuentas extranjeras de bancos islandeses.
La economía islandesa ha empezado a recuperarse de la crisis, a finales del año pasado volvió a financiarse en los mercados internacionales de bonos y recuperó su nota para inversiones de Fitch en febrero.
La fiscalía dice que el Gobierno tiene un deber de intervenir para impedir que los bancos se vuelvan demasiado grandes para ser rescatados en caso de una crisis, trasladando la carga de su deuda a los contribuyentes.
Altos directivos de Kaupthing Bank fueron acusados el mes pasado de fraude y manipulación de mercado.