Economía

Rajoy sugirió que no podía cumplir el déficit, pero no concretó el nuevo dato

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Foto: Archivo.

No levantó la voz en Bruselas cuando la cumbre de la UE le reclamó que prepare nuevos ajustes y esperó a una conferencia de prensa para decir que España cerraría 2012 con un déficit del 5,8% del Producto Interior Bruto (PIB).

Atrapado entre Andalucía, Bruselas y su inexperiencia internacional, a Mariano Rajoy se le escapó el viernes una declaración excepcionalmente clara y a destiempo. Tras sugerir el Gobierno durante semanas -en reuniones a diversos niveles políticos y técnicos, como la que el propio presidente mantuvo en enero en Berlín con la canciller Angela Merkel- que este año no cumplirá el objetivo de reducción del déficit público exigido por la UE, en Bruselas, nada más despedirse de sus veintiséis homólogos, Rajoy dijo que España cerraría 2012 con un déficit equivalente al 5,8% de su PIB, en lugar del 4,4% prometido.

Añadió tajante que no lo había anunciado al resto de responsables comunitarios, porque era una decisión soberana. Esa mañana, acababa de firmar el nuevo Tratado europeo por el que los países del club renuncian a buena parte de su soberanía presupuestaria. Y este fin de semana la tropa de Moncloa se atrevió a desdecir a su jefe, en una maniobra inédita para ocultar la gravedad del daño hecho a la imagen de España ante la UE y los mercados por su negativa a cumplir los compromisos del Estado en la lucha contra el déficit público.

Mucho trecho

"No hay tal desafío. En Bruselas sabían perfectamente que España no iba a fijar el objetivo en el 4,4%. Un dirigente extranjero de los muchos con los que habló Rajoy, le reconoció que no podía bajar al 4,4 porque mataba a España", aseguraban durante el fin de semana fuentes del Gobierno. Pero entre sugerir que se superará el 4,4% y anunciar un 5,8%, hay mucho trecho.

Fuentes comunitarias confirmaron a elEconomista que en el Consejo Europeo de los pasados jueves y viernes en Bruselas, los jefes de Estado o de Gobierno de los 27 países de la UE no hablaron de cifras concretas. Y que los líderes se enteraron con estupor de que apenas unos minutos después de terminar la reunión, aún en el edificio, Rajoy estaba contando a la prensa lo que a ellos les había ocultado.

Esas mismas fuentes aseguraron que, afortunadamente para España, la cumbre no entró en detalles. Que si Rajoy hubiera presionado para sacar la bendición de sus socios a sus planes, todos se hubieran visto obligados a plantarse para no dañar la credibilidad de cuanto han hecho en los últimos dos años para reflotar el euro. Y añaden que para frenar una previsible ofensiva española durante el Consejo Europeo, el texto del borrador de las conclusiones de la cumbre se endureció en la víspera. La versión fechada el día 27 de febrero del borrador exigía que los Estados bajo el escrutinio de los mercados deberían ceñirse a los objetivos [de reducción del déficit] acordados".

La siguiente versión, la que llegó a la cumbre y fue adoptada por unanimidad -Rajoy incluido- añadía que estos mismos países (España e Italia) "tienen que estar preparados por si necesitaran seguir adoptando nuevas medidas de consolidación presupuestaria".

Nadie dio explicaciones

En los pasillos comunitarios se lamenta que ni siquiera el ministro de Economía, Luis de Guindos, hubiera dado explicaciones de calado ni hubiera facilitado cifras a sus homólogos de la zona euro durante el Eurogrupo mantenido el jueves en Bruselas. Los titulares de Economía y Finanzas no compran la versión del Gobierno de que no cumplirá el 4,4% prometido, porque no es culpable de que el Ejecutivo anterior le legara un déficit del 8,5% en 2011, en lugar del 6% previsto.

La palabra dada por un Gobierno compromete al Estado con independencia de alternancias en el poder. Y provoca escalofríos la patente falta de mecanismos internos de control, cuyo resultado es que un cambio de Gobierno baste para provocar tamaño desvío presupuestario.

En las instituciones comunitarias se advierte que se ha desafiado a una Comisión Europea que acaba de amenazar con sanciones multimillonarias a Hungría y ha obligado a recalcular sus cuentas a Bélgica, que también viene de un cambio de Gobierno como España. Que el Ejecutivo comunitario se verá obligado a tomar medidas contra España si no quiere volver a perder su credibilidad como cuando hace casi una década Alemania y Francia dinamitaron el Pacto de Estabilidad. Y que se corre el riesgo de que otros países utilicen el precedente español, y acusen de nuevo a Bruselas de doble rasero: se ensaña con los países pequeños, pero no se atreve con los grandes.

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