
Tras siete meses de gestación, las autoridades europeas al fin alumbraron el segundo rescate a Grecia. El Eurogrupo aprobó este lunes el nuevo tramo de ayudas al país heleno, después de un largo camino de negociaciones que los mercados han sufrido muy de cerca.
La moneda única comunitaria, la deuda soberana de algunos países y los títulos de las cotizadas europeas han sido sólo algunos de los activos que han recogido los cambios políticos, las nuevas reformas y las actuaciones del Banco Central Europeo (BCE) para evitar un contagio al resto de países de la periferia europea en estos siete meses.
Todo comenzó en una cumbre de los 17 países miembros de la zona euro celebrada el 21 de julio del año pasado en Bruselas, en la que se hizo todo lo posible para asegurar la estabilidad financiera en la Europa del euro. El núcleo de los problemas estaba en Grecia, por lo que se decidió aprobar un nuevo paquete salvavidas para el país consistente en 109.000 millones de euros más la quita que estuviera dispuesta a asumir la banca, además de aprobar una ampliación del Fondo de Rescate.
La ayuda del BCE
Pero lo que se fraguó en esa reunión iba más allá. La última intención era asistir la crisis de deuda griega y evitar que grandes economías como la española y la italiana se vieran en las mismas circunstancias. Y fue precisamente eso lo que calmó la tensión que se respiraba en el mercado de deuda. Aunque por muy poco tiempo.
En agosto, el BCE se vio obligado a retomar su programa de compra de deuda pública de países periféricos ante el fuerte repunte de las primas de riesgo. El diferencial del bono español a 10 años con respecto a su homólogo alemán había rozado los 400 puntos básicos -ó 4 puntos porcentuales-, su nivel más alto hasta ese momento. También el interés adicional exigido al bono italiano a una década se acercaba peligrosamente a esa cota.
La acción tuvo una reacción inmediata. La compra de bonos españoles llevó a la rentabilidad del 10 años a situarse por debajo del 5%, algo que no ocurría desde noviembre de 2010.
Los meses clave
Fueron los primeros tropiezos para solucionar la crisis del euro, pero aún quedarían más hasta llegar a la última reunión del Eurogrupo del lunes. En medio de protestas sin precedentes en Grecia, septiembre se convirtió en un mes negro para las bolsas. Después de las fuertes caídas de agosto, los principales índices de la zona euro tocaron suelo en septiembre.
En el caso del Ibex 35 este mínimo quedó en los 7.640 puntos, desde los que ya recupera casi un 15%. Sin embargo, estos siete meses ha significado pérdidas del 12% para el selectivo español. Los descensos no se han centrado en las bolsas periféricas. Si bien Alemania está siendo la cuna de los alcistas en los últimos meses, el Dax alemán aún cotiza un 5% por debajo del nivel en el que se mantenía antes de la cumbre de julio.
Si septiembre fue uno de los meses que más se recuerda de esta etapa en la renta variable, noviembre es el que no olvida el mercado de deuda. La prima de riesgo española tocó los 500 puntos básicos y la italiana se acerció a los 600. Incluso a Francia llegó el miedo: su prima subió hasta los 190 puntos.
Bruselas exigió a Atenas una serie de medidas para evitar su salida del euro y fue el momento de dejar paso a un gobierno tecnócrata con Lucas Papademos al frente.
Pero no fue el único cambio de poder que se produjo en noviembre. Jean-Claude Trichet pasó el testigo de la presidencia del BCE a Mario Draghi, que se estrenó con una inesperada bajada de tipos de interés hasta el 1,25 por ciento, desde el 1,5%. La irrupción de Draghi en la cúpula de la institución trajo otro regalo, en este caso con la banca como principal destinatario directo: el histórico préstamo a 3 años de más de 489.000 millones de euros, que recuperó el apetito por el riesgo de los inversores.
Grecia se ha jugado durante estos meses su futuro dentro de la zona euro. Pero la propia moneda se ha tambaleado. El euro se ha depreciado un 8% frente al dólar desde julio e inluso llegó a su nivel más bajo desde septiembre de 2010, los 1,26 dólares.