(corrige el titular y la edición de los tres primeros párrafos)
París, 20 feb (EFECOM).- Los inmigrantes que viven en la OCDE de países no miembros tienen un nivel de cualificación superior a la media de los nativos de los países de acogida, pero eso no implica una fuga generalizada de cerebros en favor del mundo desarrollado salvo para algunos pequeños países africanos y del Caribe.
Éstas son algunas de las conclusiones de un informe sobre "el perfil de las poblaciones inmigrantes en el siglo XXI" publicado hoy por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que constata que en 2000 un 23,6% de los inmigrantes de fuera de la OCDE tenían titulación superior, frente a un 19,1% de los nativos de los países donde residían.
Aunque hay diferencias según los países, este mayor porcentaje de universitarios entre los inmigrantes es generalizado. También lo es el que hay un mayor porcentaje de inmigrantes con poca o ninguna cualificación que de nativos.
Los autores del informe insisten en que "no hay fuga de cerebros generalizada" hacia la OCDE, ya que "la tasa de emigración de los que tienen un diploma superior es generalmente baja en los grandes países como Brasil, Indonesia, Bangladesh, India y China".
No obstante, admiten que "existen excepciones" en un cierto número de pequeños países, en particular islas como Jamaica, Haití, Trinidad y Tobago, Mauricio y las islas Fiyi, donde más del 40% de su población altamente cualificada reside en el extranjero.
El fenómeno de las migraciones altamente cualificada es significativo en el mismo seno de la OCDE, sobre todo porque Estados Unidos es el único que tiene una balanza ampliamente positiva.
Estados Unidos tenía una balanza excedentaria de alrededor de un millón de personas muy cualificadas procedentes de los 15 países que constituían la Unión Europea en 1995 y de unos 180.000 con los Estados que han entrado en la UE esta década.
Las nacionalidades con más emigrantes altamente cualificados eran la británica (1,1 millones) y la alemana (860.000), dentro de lo que se conoce como el "Club de los países desarrollados".
En términos globales, la población nacida en el extranjero representaba al comienzo de la década un 7,5% del total de los habitantes de la OCDE, con grandes variaciones internas: del 32,6% en Luxemburgo, el 23% en Australia, el 22,4% en Suiza o el 19,3% en Canadá a menos del 1% en México (0,5%) o Corea del Sur y el 1,9% en Turquía. España se situaba entonces con el 5,3% bajo la media.
Los inmigrantes originarios de países no miembros suponían en torno al 5% de la población total (57 millones de personas) y un 1,1% de los países en los que habían nacido de media, que encubría notables diferencias: menos del 0,5% en China, Indonesia, Rusia, Nigeria o Brasil y el 25% en Cabo Verde, el 20% en Albania, el 13% en Líbano o un porcentaje superior en ciertos Estados insulares.
Como ya es bien sabido, los inmigrantes altamente cualificados tienden a tener resultados relativamente menos favorables en el mercado laboral si se los compara con los nativos de su mismo nivel de estudios.
La mano de obra inmigrante varía bastante en su ocupación de un país a otro, pero una característica bastante generalizada es su fuerte implantación en los sectores de servicios muy poco y muy cualificados.
La tasa de actividad de los inmigrantes es inferior a la de la población general, pero la diferencia "es menor de lo que se percibe generalmente", según los autores del estudio: un 62,3% frente al 66% respectivamente. EFECOM
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