
Cuando el río suena, agua lleva. Si todavía tendremos que esperar otra semana más para que el Fondo Monetario Internacional dicte sentencia, hoy el Banco Mundial rebajaba sus previsiones de crecimiento mundial tanto para la economías en desarrollo como para los países occidentales.
De hecho, la organización advirtió desde Pekín que "los problemas de deuda en la Eurozona" y "el debilitamiento de algunos gigantes emergentes" son las claves para entender la acción llevada a cabo por la institución capitaneada por Robert Zoellick.
En sus perspectivas, los países con altos ingresos, o desarrollados, crecerán un 1,4% en 2012, muy por debajo del 2,7% que barajaba el Banco Mundial en sus últimas previsiones presentadas en junio. En este sentido, destacan los datos relacionados con la Unión Europea, que finalmente entrará en recesión y sufrirá una ligera contracción del 0,3%, cuando antes se esperaba un crecimiento positivo del 1,8%.
Por supuesto, el traspiés de occidente comienza a pasar factura a los países emergentes, cuyo crecimiento cae hasta el 5,4%, ocho décimas menos de lo previsto anteriormente. Para el Banco Mundial es evidente que algunas de las grandes economías emergentes comienzan a perder su velocidad de crucero, algo que tendrá efecto en el crecimiento económico mundial. La organización con sede en Washington estima que la economía del planeta crecerá un 2,5% este año y un 3,1% en 2013 frente al 3,2 y al 4% planteado el pasado junio.
Las señales de este parón económico ya pueden apreciarse "en el debilitamiento del comercio mundial así como en la caída del precio de las commodities", determina el BM mientras incide en que el precio de la energía, metales y minerales cae ya un 10, 25 y 19% respectivamente desde los máximos registrados el año pasado. Al mismo tiempo, las exportaciones globales de bienes y servicios tienen previsto crecer sólo un 4,7% en 2012, casi un dos por ciento menos que las proyecciones incluidas en 2011.