
El 'corazón' del euro tiene ante sí retos importantes, entre ellos un nuevo tratado y lograr la unión fiscal.
La Unión Europea se enfrenta a 2012 con la mayoría de los deberes sin hacer. Los doce meses anteriores, que parecieron eternos desde el punto de vista económico, demostraron que los Veintisiete no tienen los mecanismos para luchar contra una crisis de la deuda que se ha convertido en un tsunami para todo el continente, arrasando a su paso con economías domésticas, empresas, presupuestos nacionales e incluso gobiernos enteros como fue el caso de Grecia, Portugal e Italia. Con ese panorama, en el que los problemas internos no dejan un minuto de resuello, el desafío al que se enfrentan los Estados miembros en el marco de la Unión Europea es titánico y demostrará el compromiso real de los líderes de los Veintisiete con el proyecto europeo, hoy, más frágil que nunca. Las tareas para 2012 son las siguientes:
1. Redacción y ratificación del nuevo Tratado internacional sobre el pacto fiscal. Todos los países miembros, salvo Reino Unido, se comprometieron el pasado 9 de diciembre a participar en el nuevo acuerdo para reforzar la coordinación de las políticas económicas nacionales e incrementar de manera determinante el control sobre las cuentas públicas. El principal desafío es que el nuevo mecanismo será paralelo a la Unión Europea, pues fracasó la intención de modificar el Tratado de Lisboa al no haber unanimidad a 27, pero intentará integrar en su funcionamiento a las instituciones comunitarias como la Comisión Europea y el Tribunal de Justicia de UE. Queda por demostrar, además, que los nueve Estados miembros que no pertenecen a la zona euro y que han expresado su intención de sumarse, cumplan su palabra sin meter a sus socios en un nuevo proceso de descrédito de sus decisiones.
La primera cita oficial de los Veintisiete se producirá el 30 de enero en una cumbre extraordinaria de líderes de la UE que debe dar forma a un texto que debería ser firmado, si todo va bien, por los jefes de Estado y de Gobierno de los 26 los días 1 y 2 de marzo. Su entrada en vigor se producirá cuando nueve miembros del euro, es decir, una mayoría simple, lo hayan ratificado de modo que podría llegar a su plena aplicación el próximo verano.
2. Cumplir las reglas de la "unión fiscal". El compromiso político adquirido por los 26 supone mantener un déficit estructural (que no incluye los gastos e ingresos de carácter cíclico) de menos del 0,5 por ciento del Producto Interior Bruto, una deuda por debajo del 60 por ciento y un déficit de presupuesto de menos del 3 por ciento. Los países que no comparten la moneda común pueden optar por someterse inmediatamente a las normas o esperar hasta que se incorporen al euro.
Además, cada Estado deberá incluir la "regla de oro" de equilibrio presupuestario a su constitución o en un texto equivalente. El Consejo Europeo del próximo mes de marzo abordará las propuestas de la Comisión Europea sobre el refuerzo de la disciplina presupuestaria, que vienen a completar el denominado six pack que ha reforzado el gobierno económico. El plus que aportaría sería que el Ejecutivo comunitario tendrá derecho a pedir la revisión de los proyectos de presupuestos si considera que incumplen seriamente las obligaciones del Pacto de Estabilidad. Los controles serán aún más estrictos para los países sometidos a procedimientos de déficit excesivo porque han superado los límites del 3 por ciento de déficit o el 60 por ciento de la deuda. La polémica a resolver es si se da a la Comisión el derecho de emitir dictámenes ex ante sobre los presupuestos nacionales, e incluso que pueda reclamar cambios, aunque la última palabra la tengan los parlamentos de cada Estado.
3. Apagar el incendio de la deuda y relajar el mercado para la vuelta del crédito. La UE confía en que el nuevo marco jurídico y el refuerzo de la disciplina fiscal reduzca la presión sobre las deudas soberanas de los países más frágiles. Dado que el tratado en preparación no altera el mandato del Banco Central Europeo (BCE), tal y como hubieran deseado países como Francia, para convertirlo en prestamista de último recurso, durante 2012 se verá cuál va a ser el comportamiento de la institución financiera, en constante contradicción debido a que se le pide colaborar en la política económica pero su objetivo legal está casi exclusivamente dirigido a la estabilidad de precios.
Pero el último movimiento del BCE, que ha inundado el mercado de liquidez, hace prever un periodo de tranquilidad para la zona euro pues, si bien no ha prestado a los gobiernos 489 billones de euros al 1 por ciento en un periodo de tres años sí lo ha hecho a los bancos europeos, lo que les permitirá tener dinero para retomar sus posiciones y, como todo el mundo desea, comprar bonos de países como España e Italia. Además, estos dos países han conseguido colocar en mejores condiciones sus últimas emisiones de bonos, lo que debería facilitar a los bancos financiarse por la vía privada, bien a través de los mercados mayoristas, bien por venta de pasivos. El conjunto debería lograr que el crédito volviera a fluir hacia la economía real. Los primeros meses del año serán decisivos pues Italia y España se enfrentan a nuevas emisiones de bonos y Grecia debe llegar a un acuerdo con sus acreedores sobre una reducción de 50 por ciento en el valor de su deuda. Pese a todo esto, las cinco primeras sesiones de enero, sin embargo, han vuelto a reflejar la inquietud de los inversores.
4. Terminar la reestructuración de la banca. En función de los acuerdos de octubre de 2011, los Veintisiete se han comprometido a que los grandes bancos se recapitalicen antes del 30 de junio de 2012, hasta lograr una ratio de capital de calidad del 9 por ciento. El objetivo es que puedan resistir a la crisis de deuda y recuperar la confianza de los mercados.
Para ello, las autoridades bancarias deberán reforzar la supervisión para evitar que consigan esos fondos con la venta masiva de activos o cerrando el acceso a los créditos. Las entidades deben buscar capital en los mercados y no podrán repartir bonos y dividendos hasta que no alcancen la meta fijada.
5. Continuar la reforma del sector financiero. Los 27 todavía tienen que aprobar la aplicación de las propuestas de la Comisión Europea sobre derivados, agencias de calificación, requisitos de capital y lucha contra el abuso del mercado. Bruselas ha prometido además nuevas medidas para acabar con los paraísos fiscales, establecer un régimen de IVA moderno y eficaz contra el fraude y reducir la burocracia para las pequeñas empresas. Pensando en el dinero del contribuyente, presentará asimismo una propuesta para proteger contra el fraude las actividades de financiación de la UE.
6. Estimular el crecimiento y la creación de empleo. Si el 2011 fue el año de la austeridad, el 2012 debería ser el de poner las bases del nuevo sistema productivo, pues sin reformas se espera que en 2012 el PIB crezca a un ritmo de tan solo un 0,5 por ciento en la UE y la eurozona, una tasa insuficiente para generar resultados positivos en los mercados de trabajo. Así, Bruselas prevé mantener un 9,5 por ciento de tasa media de paro, aunque la situación variará mucho de un país a otro y los más pesimistas apuntan a que podría cerrarse el año por encima del 12 por ciento.
Se calcula que los actuales niveles de desempleo representan una carga para la sociedad de aproximadamente 2.000 millones euros por semana, o de un poco más del 1 por ciento del PIB de la Europa de los Veintisiete. La prolongada incertidumbre generada por la deuda soberana, la debilidad del sector financiero y la ralentización del comercio mundial pueden llevar a entrar en una dinámica negativa en la que la política de recortes presupuestarios desembocaría en una reducción de aún más empleos. Bruselas confía en que la mayor integración económica sea una de las claves del crecimiento y la creación de empleo, para lo que ha puesto sobre la mesa las doce propuestas del Acta del Mercado Único, entre las que se encuentra meter la UE en la era numérica, facilitar y asegurar las compras online y bajar los precios de la telefonía transfronteriza.
También se presentarán planes para ayudar a los jóvenes que buscan trabajo a moverse más fácilmente por Europa y se reformará el Servicio Europeo de Empleo con objeto de mejorar el acceso a través de las fronteras.
7. Mejora de los instrumentos de solidaridad y puesta en marcha del fondo de rescate permanente. Para contar con una mejor red de seguridad ante la posibilidad de bancarrota de algunas de las economías de la zona euro e insuflar confianza, las últimas decisiones de los líderes europeos fueron adelantar la entrada en vigor del fondo permanente de rescate a julio de 2012, al tiempo que se mantiene el fondo de rescate temporal hasta mediados de 2013. El fondo en vigor, que funciona a través de garantías, cuenta con una capacidad de intervención de 250.000 millones de euros si se descuentan los 190.000 millones que ya han sido comprometidos para los expedientes de Grecia, Portugal e Irlanda. Por su parte, el instrumento permanente debería tener una capacidad de intervención de 500.000 millones de euros a través de aportaciones nacionales. Estas cifras podrían ser revisadas el próximo mes de marzo de 2012 y volver a la mesa de negociaciones la opción de conceder a este fondo las características de una institución crediticia, lo que le hubiera permitido acceder al BCE y tener una capacidad de intervención casi ilimitada.
8. Enfrentar un debate realista sobre los eurobonos. Una vez fijadas en el mármol de las constituciones las reglas de la austeridad y con los países de la zona euro constreñidos en el marco del nuevo tratado fiscal, los Diecisiete deberán enfrentarse el año que acaba de comenzar, y especialmente la canciller alemana, Angela Merkel, a la negociación de la posibilidad a medio y largo plazo de emitir deuda común, los llamados eurobonos. El presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, ha prometido presentar un nuevo documento para marzo. Según el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, los eurobonos "acabarán considerándose como naturales cuando alcancemos nuestro objetivo de un gobierno reforzado y, por supuesto, disciplina y convergencia en la eurozona".
9. Que cada Estado recupere su propia credibilidad y estabilidad política. Tras un 2011 lleno de volatilidad en el que la incertidumbre económica se ha traspasado a la política, 2012 podría ser el año del afianzamiento del cambio de rumbo en países como Italia, Grecia, Portugal o España, e incluso de la mudanza hacia otros colores políticos en Francia, quien además se debate como gato panza arriba para evitar que las temidas agencias de calificación borren su triple A, y con ello, pongan en entredicho a toda la zona euro.
El gran desafío sin embargo parece para Italia, quien, con una deuda de 1,9 billones de euros, sigue siendo el eslabón más débil de la moneda única, aunque las últimas colocaciones de deuda hayan permitido a Mario Monti respirar por un tiempo. Él mismo ha advertido que las turbulencias financieras no están ni mucho menos acabadas porque la crisis de la deuda es sobre todo un problema europeo que reclama una respuesta solidaria y común de la UE.
10. La Unión Europea debe volver a liderar la escena mundial. Los problemas económicos han sido tantos que los Veintisiete han perdido peso en la esfera internacional, convirtiéndose en un actor al que tienen que ayudar países en vías de desarrollo como China o Brasil. Precisamente, en los próximos meses tiene que negociarse un acuerdo de libre comercio con Japón y un acuerdo de inversión con China.
También se seguirá trabajando en la ampliación de la UE, en concreto en la preparación de la adhesión de Croacia, que será el vigésimo octavo país miembro.