Los últimos episodios de desmayos de alumnos en escuelas griegas víctimas del hambre y la desnutrición han avivado un debate que despierta los fantasmas de la posguerra.
Al principio fue la estupefacción: nadie creía posible que en un Estado de la Unión Europea (UE) los alumnos se desmayasen por no haber comido nada y el primer maestro en denunciarlo fue acusado de querer calumniar al Gobierno.
El primer caso ocurrió hace un año, y a él le siguieron más denuncias de profesores que aseguraban que alumnos suyos se quedaban tras las clases en actividades extraescolares hasta las cuatro de la tarde sin ingerir nada en todo el día.