Economía

¿Un modelo para España? El sistema de pensiones privadas de Chile cumple 30 años

Las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFPs) de Chile, un sistema pionero de jubilación privada emulado en una treintena de países, cumplieron 30 años dando rentas mínimas a la mitad de los beneficiarios, pese a su promesa de hacer crecer exponencialmente los ahorros.

Las AFPs comenzaron a operar en 1981 tras la reforma de la dictadura de Augusto Pinochet, elaborada por su ministro del Trabajo, José Piñera, hermano del actual presidente Sebastián Piñera.

El sistema obliga a los trabajadores a traspasar el 10% de sus salarios a las AFPs, que administran los fondos en cuentas individuales e invierte en acciones o en renta fija.

Las AFPs cuentan hoy con unos 9 millones de afiliados, de los cuales la mitad cotiza regularmente. Administran unos 150.000 millones de dólares, equivalentes a un 60% del PIB chileno, y pagan cerca de 900.000 pensiones de 350 dólares en promedio, un nivel por debajo del sueldo mínimo chileno, según datos oficiales.

Un sistema con detractores...

El escaso montante de las pensiones es la principal crítica al sistema, que desde su creación acumula una rentabilidad media de 9,2%, que dobló las proyecciones iniciales.

"Pese a obtener un rentabilidad del doble de lo proyectado, el sistema no ha cumplido su promesa de entregar una pensión del 70% del último salario", critica el abogado y experto en pensiones, Ricardo Hormazábal, en una entrevista con la AFP.

"Han sido 30 años de mentiras", señala Hormazábal, que acusa a las AFPs de obtener millonarias ganancias, administrar mal los fondos y controlar a la prensa y a los políticos para acallar las críticas.

"El sistema no ofrece pensiones dignas, tiene altos cobros de administración y una gran incertidumbre respecto a las rentabilidad de los fondos invertidos en el mercado", coincidió el senador opositor Eugenio Tuma.

... y también con partidarios

En tanto, el economista José Ramón Valente, autor del libro La historia de un sueño sobre la creación de las AFPs, dice que es muy pronto para cobrarle la promesa al sistema, que aún no paga jubilaciones a afiliados que hayan cotizado exclusivamente en él, pero proyecta mejores resultados en el futuro.

Según sus cálculos, en períodos de 40 años, lo ahorrado correspondería en un 90% a intereses y sólo un 10% al aporte del trabajador. "El dinero ahorrado por largo tiempo se multiplica geométricamente, en intereses sobre intereses; es la magia de la capitalización", dice.

El economista reconoce, no obstante, que muchos trabajadores no van recibir como pensión el equivalente al 70% de sus sueldos, por la inestabilidad e informalidad del mercado laboral, que provoca una baja densidad en el pago de cotizaciones. "Aquí no hay magia, si uno no ahorra no va a tener jubilación", agrega.

"Obviamente quienes han cotizado uno o dos años no van a tener un buena pensión. Sin embargo en el anterior sistema de reparto éstas no sólo no iban a tener una buena pensión sino que iban a perder su dinero", defiende de su lado el presidente de la Asociación de AFPs, Guillermo Arthur.

¿Un modelo a seguir en España?

En 2008, durante la crisis hipotecaria de Estados Unidos, uno de los fondos chilenos llegó a bajar un 40%, y este año también acabar con caídas.

"Este sistema no está exento de riesgos, pero los fondos que cayeron son donde está la gente más joven y tienen muchos años para recuperarse", dice Valente.

En el futuro, el aumento en la expectativa de vida de los chilenos y una esperada reducción de la rentabilidad de las acciones atentarán contra el monto de las pensiones, por lo que se ha propuesto elevar la tasa de cotización y la edad de jubilación, fijada hoy en 65 años para los hombres y 60 en las mujeres.

En medio de los debates abiertos en Europa para reducir las cargas fiscales, el modelo privado establecido en Chile ha vuelto a plantearse como una alternativa ante la amenaza de quiebra de los sistemas públicos de pensiones.

En América Latina, México, El Salvador, República Dominicana, Costa Rica, Panamá, Colombia, Perú, Bolivia y Uruguay, lo han imitado total o parcialmente.

En Argentina, en tanto, el sistema sufrió un revés en 2008 cuando los fondos volvieron a manos del Estado, en medio de las pérdidas generadas por la crisis financiera de ese año.

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