
La orgía de consumidores que desde las 10 de la noche de ayer jueves invadieron los primeros Wal Mart y que hoy ponen a trabajar de forma masiva sus tarjetas de crédito marcan la jornada más importante del año para la economía de Estados Unidos. El Viernes Negro, el comienzo de la campaña de compras navideñas, es el pulmón del consumo minorista a este lado del Atlántico y este año daba el pistoletazo de salida con incidentes más característicos de las protestas en Wall Street que de una tranquila mañana compras.
Los cazadores de gangas en los suburbios de Los Ángeles echaron mano de brutales tácticas para conseguir llevarse los mejores productos a los precios más bajos. De hecho, varias mujeres atacaron a sus rivales con spray de pimienta: una sustancia relacionada con la brutalidad policial contra los manifestantes de Occupy Wall Street, que ahora se apodera de los centros comerciales.
Al menos 20 personas, entre ellas varios niños, fueron heridos por la desaprensiva acción de una mujer en busca de las mejores ofertas. "Oí gritos y alaridos. Momentos después me picaba la garganta y tosía sin parar", explicó Mateo López, un comprador que relató los hechos al periódico Los Ángeles Times.
Incidentes violentos a un lado, EEUU se encuentra estancado con un crecimiento moribundo y una tasa de paro enquistada en el 9%. Precisamente, bajo este truculento contexto económico, muchos minoristas han puesto sus esperanzas en la temporada de compras navideñas, cuando esperan que finalmente los ciudadanos abran sus carteras y muestren señales de un mayor gasto durante las próximas semanas.
152 millones de consumidores
Los expertos esperan un total de 152 millones de personas invadirán las tiendas durante este fin de semana, un 27% más que el año pasado. La situación es tan delicada que hasta Apple, que hasta ahora había evitado aplicar políticas de descuentos, ha decidido entrar en la competición de las rebajas de precios durante la jornada del Viernes Negro.
Adam Davidson, director del podcast, Planet Money en la NPR, la emisora de radio pública en EEUU, describe el Viernes Negro como "un plan de estímulo económico y de creación de empleo" que es crucial para la economía estadounidense. Otros, como Robert Frank, profesor de Economía y Gestión de la Universidad de Cornell, ha propuesto que para que el frenesí de la jornada de compras beneficien al bien común, debería implantarse un impuesto relacionado con el Viernes Negro.
Según la Federación Nacional de Minoristas, el año pasado un total de 212 millones de ciudadanos invadieron los pasillos de los centros comerciales para dejarse un total de 45.000 millones de dólares durante toda la temporada de compras navideñas, casi 365 dólares por cabeza. Una cifra nada desdeñable, ya que supuso un incremento del 6% con respecto a la registrada en 2009.