Economía

Asafa Powell, el nuevo hijo del viento

Los 100 metros lisos en 9,74 segundos. Esa es la marca lograda por el velocista Asafa Powell , aunque él mismo asegura que podría bajar hasta la estratosférica cifra de 9,68. En cualquier caso, el jamaicano se lleva al bolsillo 100.000 dólares cada vez que completa una carrera; ese es su caché desde que se coronó como plusmarquista mundial de velocidad hace sólo unos meses (aunque hace dos años ya logró la mejor marca del planeta, 9,77 segundos).

Mil dólares por cada metro recorrido no se puede considerar un mal salario. El hecho de ser el recordman mundial ha convertido a Powell en la indiscutible estrella de las pistas de atletismo, haciendo que le lluevan los contratos publicitarios y de patrocinio. Y eso que el velocista jamaicano, a pesar de su récord, suele fallar en grandes citas como Mundiales o Juegos Olímpicos, donde todavía no ha logrado coronarse con un triunfo sonado. La oportunidad para desquitarse de ese supuesto miedo a la victoria no está lejos: los Juegos Olímpicos de Pekín 2008.

Si consigue ganar la medalla de oro en la prueba reina de la velocidad, su diminuto país dejará de ser conocido exclusivamente por Bob Marley y el género musical que popularizó: el reggae. Jamaica, que ya considera al atleta como un héroe nacional, pasaría a ser inmediatamente la patria del hombre más rápido de la tierra. Nacidos en la isla caribeña, Ben Johnson, Donovan Bailey y Lindford Christie fueron campeones de mundiales y de Juegos Olímpicos, pero los dos primeros con la camiseta de Canadá y el tercero con la de Reino Unido.

El rey del anuncio

La supuesta debilidad mental de Powell no le ha importado a Nike para ofrecer un suculento contrato al corredor, que ya ha protagonizado infinidad de campañas de la marca. El velocista es también la cara visible de las vitaminas Nutrilite y de varias firmas más. Además, se da la circunstancia de que casi todos estos patrocinadores le ofrecen primas por batir el récord del mundo; cada vez que rompa su propia marca, su popularidad subirá en proporción.

Si alcanza los umbrales de perfección, que según el propio Powell y su entrenador es capaz, la fortuna del jamaicano no parará de crecer. Pero no lo tendrá fácil para colgarse la medalla dorada en los Juegos ante su encarnizado enemigo, el norteamericano Tyson Gay, con quien mantiene una rivalidad que puede reeditar la época dorada de los duelos entre Carl Lewis y Ben Johnson.

Gay, con una marca personal sensiblemente superior a la de Powell (9,84 segundos) se muestra más fuerte mentalmente en las grandes citas, como demostró en el último Mundial celebrado en Osaka, donde se impuso en los 100 metros lisos tras una carrera en la que Asafa acabó en un decepcionante tercer puesto, cumpliendo con los pronósticos que señalaban que el norteamericano era mucho mejor competidor que el recordman mundial.

La expectación que ha despertado la revancha de aquella final ha hecho que los agentes de ambos atletas hayan detectado pronto el negocio y fijado un precio: medio millón de dólares para la prueba que pretenda reunir de nuevo a ambos sobre la pista, lo mismo que costaba cada carrera entre Powell y Gatlin antes de que el segundo fuera cazado en un control anti dopaje. La espera para que se produzca un nuevo enfrentamiento entre los dos ases actuales de la velocidad sólo hace que el precio de su duelo se siga elevando.


Cortina de humo

Además, el mundo del atletismo agradece enormemente que el revuelo creado en torno a la pugna Powell -Gay esté provocado por aspectos estrictamente deportivos; esta prueba necesitaba con urgencia recuperar popularidad tras los escándalos por dopaje protagonizados en los últimos años por figuras de la talla de Marion Jones, Tim Montgomery o Justin Gatlin. La figura de Asafa Powell promete marcar una nueva era en un atletismo mundial necesitado de héroes que le devuelvan a las grandes épocas del deporte.

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