Economía

Bernanke se la juega del todo para no repetir los errores de Japón

La Reserva Federal (Fed) ha proclamado oficialmente el estado de excepción. Lo confirman los dos recortes consecutivos de los tipos de interés que ha llevado a cabo en las dos últimas semanas, que han conducido al precio del dinero del 4,25 al 3 por ciento en EEUU.

Para unos será un movimiento exagerado; para otros, una maniobra adecuada en el momento preciso. Pero lo que está claro es que constituye una respuesta extraordinaria a una situación excepcional. "No estamos ante un movimiento de tipos habitual", reconocen los expertos de Link Securities. Pero es que los hechos tampoco lo son.

En sus manos, el presidente del banco central de EEUU, Ben Bernanke , se enfrenta a una situación exageradamente difícil. Le atosiga el riesgo real de que la primera economía mundial entre en recesión, que se ve agravado por el hundimiento del sector residencial, donde están cayendo tanto las ventas de las casas como los precios, y por la apreciable debilidad del sistema financiero, cuyos pilares están carcomidos con los excesos cometidos en los últimos años.

Recorte de intereses

En medio de este entorno, Bernanke se la ha jugado. Pero de verdad. Al todo o nada. Por eso está descargando ya toda su artillería. Hasta la fecha, ha recortado los intereses del 5,25 al 3 por ciento en cinco meses. Pero habrá más. "El proceso de descensos está lejos de acabar", reconoce José Luis Martínez, estratega en España de Citi.

Por ahora, los analistas barajan la posibilidad de que bajen incluso hasta el 2 por ciento, aunque cada vez son más los que recuerdan que en 2003 llegaron hasta el 1 por ciento... y no descartan que la historia vuelva a repetirse.

Siempre en mente

Entonces, el predecesor de Bernanke , Alan Greenspan, redujo tanto los tipos para evitar que EEUU cayera en las garras de la deflación -caída de los precios-, un mal que venía asolando a Japón desde finales de los 90. Tal vez por capricho del destino, Bernanke también parece tener al país asiático en mente. Esta vez, el temor reside en que EEUU se adentre en la peligrosa crisis en la que se sumió Japón a comienzos de la pasada década, cuyas calamitosas consecuencias aún padece.

A finales de los 80, la economía nipona vivió una auténtica burbuja inmobiliaria, bursátil y crediticia. Todo valía en Japón, con su principal índice, el Nikkei 225, al borde de los 39.000 puntos en 1989. Pero llegó la hora de purgar los excesos. Lo reflejó el Nikkei, con un desplome del 38,7 por ciento en 1990.

¿Qué hizo el Banco de Japón (BoJ)? ¡Subir los tipos! Durante ese año, los elevó del 4,25 al 6 por ciento. Empezó a bajarlos en julio de 1991, ya con los precios de la vivienda cayendo en picado y con las entidades financieras pagando los exuberancia previa. El BoJ había llegado tarde. Las quiebras bancarias se sucedieron desde entonces y la crisis que padeció el sector congeló la financiación empresarial y familiar e inoculó el germen de la crisis económica y la deflación en la economía nipona.

Acuerdos globales

Bernanke no quiere repetir esos errores ni esperar a que la bolsa, la vivienda y los bancos se hundan. De ahí que esté actuando con tanta premura. Eso sí, debe ser consciente de que su apuesta a todo o nada resultará insuficiente si no viene apoyada por otras actuaciones. Reducir los tipos puede ayudar a sostener la confianza de los consumidores y evitar que, a diferencia de otras crisis, la bolsa se hunda, con el peligro añadido de que ese desplome genere pánico entre los ciudadanos.

Pero hace falta más. La crisis financiera es global, por lo que la solución también debe serlo. Existen precedentes, como los acuerdos de Bretton Woods en 1944, que sellaron un pacto para garantizar la estabilidad financiera tras la II Guerra Mundial. ¿Por qué no se puede perseguir ahora un pacto similar, pero aplicado a las circunstancias actuales? La crisis es demasiado seria, por lo que el esfuerzo valdría la pena. Y Bernanke debería capitanearlo.

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