Economía

¿Tienen sentido las tarifas planas fiscales de los candidatos republicanos en EEUU?

  • Las propuestas coinciden en un punto: los ricos pagarán menos impuestos

Para todos aquellos que residen en Estados Unidos es más que evidente la pesadilla que supone enfrentarse cada primavera a la declaración de la renta en el sistema fiscal norteamericano. Entre impuestos federales y estatales pasando por los numerosos recovecos que permiten esquivar pagos debido a su alegalidad o las triquiñuelas contables de muchas empresas patrias, algunos candidatos presidenciales republicanos, como Herman Cain o Rick Perry, optan por simplificar al máximo esta enredadera con tarifas planas fiscales. Los candidatos republicanos se dedican a 'enredar' con la economía estadounidense.

Hasta la fecha, Cain, el que fuera presidente de Godfather's pizza y único afroamericano republicano con aspiraciones a la Casa Blanca, ha conseguido congregar la atención mediática gracias a su plan impositivo bautizado con los números 9-9-9.

Su estrategia apuesta por aplicar una tasa impositiva común del 9% para los ingresos de los ciudadanos y las compañías estadounidenses. Además, aplicaría un nuevo impuesto sobre las ventas a nivel nacional, también del 9%, un método no empleado hasta ahora a nivel federal pero sí estatal.

Este plan, según algunos expertos, tiene un problema: aunque suponga una rebaja de impuestos efectiva para ricos y pobres, estos últimos acabarán pagando un mayor porcentaje de impuestos, dado que dedican mayor parte de sus ingresos al consumo que los ricos.

Sin embargo, el protagonismo de Cain se ha visto obnubilado por la propuesta del gobernador de Texas, Rick Perry, quien ha dejado boquiabierto a más de uno con su intención de aplicar una tarifa fiscal plana común del 20%.

Elegir impuestos

Según explicaba el propio candidato en un editorial publicado en el Wall Street Journal antes de presentar su proyecto en sociedad, "el plan dará a los estadounidenses la oportunidad de elegir entre un impuesto único del 20% o la tasa actual de los impuestos sobre la renta". Aquellas familias que ganen menos de 500.000 dólares anuales, es decir, el 99% de la población, podrán mantener las deducciones sobre sus hipotecas y excepciones fiscales de hasta 12.500 dólares por individuo.

Así, según plante el candidato republicano, esta tarifa plana impositiva del 20% permitirá a los estadounidenses hacer su declaración de la renta "en una tarjeta postal" y ahorrar hasta 483.000 millones de dólares en costes. Gracias a la simplificación burocrática, los ahorros podrán destinarse a "asumir riesgos e inversiones empresariales que ayuden a crear puestos de trabajo".

Precisamente, las empresas de EEUU saldrían enormemente beneficiadas de este sistema, ya que verían como su tasa fiscal pasa de ser la segunda más alta de los países desarrollados a rebajarse a un nivel mucho más competitivo a nivel global.

¿Es realmente posible?

Aunque sobre el papel estas propuestas se presentan como una verdadera panacea fiscal, en la práctica muchos tachan esta lógica de incongruente. El portal The Street afirmaba que el plan falla en dos puntos cruciales ya que "no incentivará mejores decisiones de inversión ni el crecimiento y, además, disparará el déficit federal hasta límites estratosféricos".

Al fin y al cabo, el plan de Perry permitirá a los ricos y casi ricos seguir acogiéndose al sistema fiscal convencional por lo podrán continuar beneficiándose de las lagunas regulatorias. No hay que olvidar que la mayoría de ellos no paga actualmente el 20% de sus ingresos en impuestos por lo que es poco probable que se ofrezcan a hacerlo ahora.

Por su parte, Ted Gayer, co-director de estudios políticos de la Brookings Institution, dijo que el plan de Perry supondría, además, una rebaja substancial en los ingresos para el gobierno federal, algo que limitaría la inversión en nuevos proyectos para estimular el crecimiento económico.

De hecho, con menos ingresos, Perry propone en su plan recortar el gasto público hasta el 18% del PIB, lo que supondría recortes en gastos anuales por valor de 900.000 millones de dólares, algo difícil de conseguir si tenemos en cuenta actualmente el Congreso está teniendo problemas para ponerse de acuerdo sobre un recorte adicional de 100.000 millones de dólares. Además, Gayer dejó claro que el plan del gobernador de Texas cae por su propio peso "ya que los ciudadanos tendrán que elegir entre ambos sistemas para ver cuál es mejor".

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