Economía

La desgracia de ser semilla de pepino extranjera en Libia y otros obstáculos

Rosalía Martínez de la Vega

Madrid, 19 ene (EFECOM).- Si usted es exportador y quiere vender a Libia sus escobas, puede hacerlo mientras sean sin mango, uno de los productos que no se pueden importar en el país naserista, donde bienes tan dispares como las semillas de pepino o los cuadernos escolares no son bienvenidos si son extranjeros.

Y es que el proteccionismo del Gobierno del coronel Muamar al Gadafi hace que la lista de artículos de importación prohibida en este país africano sea muy extensa y detallada, con objetos tan peregrinos como las hojas de plástico que recubren los invernaderos, según datos del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio de España.

El turista que se pasee por el zoco de Trípoli, la capital libia, no verá a sus habitantes lucir togas "made in China" porque está expresamente prohibido que las vestiduras locales vengan de fuera.

Tampoco adquirirá una postal forastera, porque el papel y sus derivados también están protegidos excepto en el caso de las servilletas, los pañuelos y el papel higiénico, de forma que se puede disfrutar de la celulosa extranjera, por ejemplo, durante el resfriado o el "momento All-Bran".

De la misma forma, las fronteras libias están cerradas a los huevos para consumo directo, al aceite de oliva, las verduras y frutas frescas, y a otros muchos artículos, como el agua mineral.

Por supuesto, nada de alcohol o derivados del cerdo, alimentos impensables en un país estrictamente musulmán, por lo que Industria asegura que una buena oportunidad de negocio para las compañías españolas está en la venta de zumos y bebidas nada espirituosas.

Hay otros países con obstáculos a la importación, como los Emiratos Árabes Unidos, que exigen que los animales para consumo hayan sido sacrificados por el rito Halal -según la ley islámica o Sharia-.

Según Industria, hasta ahora son dos los mataderos españoles autorizados para este tipo de sacrificio: el Centro Islámico de Madrid y el Instituto Halal de Córdoba.

Los florecientes Emiratos, buenos clientes de los aceituneros de mesa españoles, les piden certificados de antiradiación para estas pequeñas, y en apariencia inofensivas delicias, incapaces de cualquier parecido con la Patrulla X.

Bolivia, por su parte, exige que sus técnicos viajen a los países de origen para certificar los procesos de fabricación de muchos alimentos y permitir que se envíen allí, lo que imposibilita la introducción de muchos productos españoles, como el jamón ibérico y otros ricos embutidos, o el queso.

Nigeria tampoco se queda atrás. El Gobierno de ese país, para proteger su industria, prohibió la importación de diecisiete productos alimentarios básicos, como los zumos, las galletas, la harina, carnes y aves o los espaguetis.

Así, se hace imposible disfrutar de un buen plato de esta exquisitez italiana según un informe del Instituto de Comercio Exterior (ICEX).

Toda esta maniobra proteccionista ha obligado a las empresas extranjeras asentadas y nigerianas, con apoyo del Estado, a incrementar su capacidad de producción que, pese a todo, sigue por debajo de las necesidades del mercado y se tiene que surtir de productos importados, incluso de los prohibidos.

Y luego están los vetos de unos países a otros, entre los que destaca el famoso bloqueo de Estados Unidos contra Cuba, que restringe desde 1962, incluso, las remesas de dinero a los familiares residentes en la isla e impide a los estadounidenses saborear los deliciosos puros habanos, que hacen el deleite de personajes tan dispares como Mariano Rajoy o Felipe González. EFECOM

pmv/mbg/ltm

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky