Economía

Los tres desafíos en los que la zona euro se juega su futuro

Los líderes europeos buscan medidas concretas que apuntalen la viabilidad de la divisa europea.

Europa afronta su enésima reválida. Los países que integran la moneda única se esfuerzan desde ayer en Bruselas en tratar de aplicar, de una vez por todas, un torniquete que detenga la hemorragia provocada en la zona euro por la crisis de la deuda soberana de los países periféricos. Un problema cuya creciente gravedad, intensificada a fuerza de no ser resuelto, amenaza con desencadenar un caos fiscal y financiero que, en última instancia, acabaría llevándose por delante al euro.

La cita de mañana domingo de los jefes de Estado y de Gobierno ha perdido intensidad, después de que Merkel y Sarkozy anunciasen un nuevo encuentro el miércoles; aún así, encima de la mesa habrá tres temas de importancia capital, responsables de los principales focos de tensión: la efectividad y el refuerzo de la Facilidad Europea de Estabilidad (FEEF), más conocida como fondo de rescate; la revisión del segundo rescate de Grecia; y la definición de un plan de recapitalización para la banca europea. Una tríada de desafíos que testará la verdadera voluntad de los líderes europeos para resolver la crisis.

1. ¿Un banco? ¿Una aseguradora? El futuro del fondo de rescate. Los acontecimientos se vienen sucediendo a tal velocidad -para mal- que lo nuevo pronto se queda viejo. Es el caso de la FEEF. En otra cumbre, la del pasado 21 de julio, los países de la eurozona ampliaron las funciones del fondo. Acordaron que podría participar en la recapitalización de los bancos, comprar deuda pública y conceder créditos preventivos a países que aún no hubieran sido rescatados.

Entonces, parecía una respuesta oportuna. Pero el alcance real de esas iniciativas aún se ignora porque luego comenzó un farragoso proceso, consistente en que cada país debía ratificar esos acuerdos. Este requisito se ha prolongado durante casi tres meses, intervalo en el que la crisis, lejos de contenerse, se ha acentuado. Como consecuencia, aquellas medidas saben ahora a poco. "Aunque fue dotado con esas tres herramientas, creemos que la FEEF sólo tiene dinero suficiente para participar en la recapitalización de los bancos", avisan desde Bank of America-Merrill Lynch. La realidad, por tanto, ha ido más rápido que las autoridades. "Es llamativo que estemos hablando de una potencial tercera ronda de modificaciones de su funcionamiento cuando aún no hemos aplicado la segunda", subraya José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi en España.

Pero eso es, precisamente, lo que se debate en Bruselas: cómo reforzar el fondo de rescate para que sea más efectivo. Hay varias posibilidades. Una de ellas consiste en convertirlo en un banco. Es decir, que opere como una entidad de crédito, con lo que podría ser más ágil a la hora de dar préstamos. Al mismo tiempo, podría financiarse, como un banco, o bien en la ventanilla del Banco Central Europeo (BCE) o bien en el mercado. Esta vía, sin embargo, no es respaldada por el BCE ni por Alemania, con lo que tiene complicado salir adelante, por mucho que Francia aún la apoye.

Arrinconada esta opción, hay otra que ha ganado posibilidades en las últimas semanas: utilizar al fondo como aseguradora de la deuda soberana. Es decir, como avalista de los títulos emitidos por los países. Esta alternativa ha ganado tantos enteros que incluso podría reemplazar a alguna de las medidas acordadas en julio. "Es posible que el fondo quede más enfocado hacia el aseguramiento de la deuda soberana que hacia la recapitalización bancaria", corroboran desde Barclays.

En ese caso, la FEEF emularía a las denominadas monoline o aseguradoras de crédito. Con este cambio, los líderes europeos pretenderían que los inversores privados siguieran comprando deuda periférica porque ésta cuenta con el respaldo del fondo. En concreto, y según los cálculos preliminares, podría dar amparo a deuda por un valor aproximado a los dos billones de euros.

Pero este plan también tiene sus matices. Por el momento, se está considerando que la FEEF cubra el primer 20 por ciento -hay fuentes que mencionan incluso un 40 por ciento- de las pérdidas potenciales que sufrirían los inversores si un Estado no paga su deuda. "Nadie compraría un seguro sobre su casa que sólo cubriera el coste de la fachada en caso de incendios", destacan los expertos de Royal Bank of Scotland. Este argumento es uno de los 11 que enumeran para advertir de que "es más posible que el plan de asegurar deuda fracase a que tenga éxito a la hora de atraer a los inversores privados".

En paralelo, los líderes europeos también tienen que discutir si mantienen la dotación actual del fondo -440.000 millones de euros y avales de los países por valor de 780.000 millones- o si la incrementan.

2. Grecia: ¿donde dije 21 por ciento digo 50 por ciento? Otro punto que se aprobó en julio y que se ha quedado viejo, con lo que también está en revisión, consiste en el segundo rescate de Grecia. Hace tres meses se aprobó un segundo paquete de ayudas dotado con 109.000 millones de euros, al tiempo que se solicitó al sector privado que aceptara una quita en la deuda griega del 21 por ciento. El paso del tiempo y la intensificación de los problemas griegos provocan que, en la actualidad, esta cifra no sea realista, razón por la que, en principio, en Bruselas se habla de considerar una reducción del 50 por ciento o superior.

3. Recapitalización bancaria: los justos y los pecadores. Es la tercera gran cuestión. La crisis soberana está golpeando de lleno a los bancos. Hasta tal punto, que los líderes europeos parecen dispuestos a activar un plan de recapitalización. La clave reside en los criterios que se van a establecer para determinar cuánto capital adicional necesitan los bancos. En este sentido, la polémica es doble. Por un lado, la Autoridad Bancaria Europea (EBA) habló en su momento de recortar la valoración de la deuda pública de otros países distintos a Grecia, como es el caso de España, una variante a la que se oponen con especial virulencia las entidades españolas por el perjuicio que les supondría. Y por otro, elevar las exigencias de capital hasta el 10 por ciento para que puedan hacer frente a la exposición de la deuda periférica. Al mismo tiempo, el mercado espera que los líderes aclaren de dónde procederá el capital que necesiten los bancos.

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