Economía

Con mal pie

Patricia de Arce

Madrid, 3 ene (EFECOM).- Aún es difícil saber por dónde irán los derroteros de la economía española este año, aunque lo cierto es que las cifras del cierre de 2007 hacen pensar que empezamos con mal pie.

La inflación española se ha disparado hasta el 4,3 por ciento, su tasa más alta en doce años, según el dato avanzado conocido hoy, mientras que 2007 finaliza con un saldo de 106.674 parados mas.

A estos datos hay que añadir el de la confianza de los consumidores en la economía, minada desde que en agosto irrumpiera la crisis financiera, y que ha seguido cayendo: casi cuatro puntos en diciembre y más de trece en todo el año.

Cifras como éstas, a sólo tres meses de las elecciones, ponen a la economía en el centro del debate político.

El Gobierno se afana en explicar que el aumento del paro responde a una desaceleración que no sólo no es mala, sino que además es conveniente porque supone una mejor composición del crecimiento y una menor dependencia de la construcción.

En cuanto a la inflación, el Ejecutivo insiste en que es coyuntural, afectada por el encarecimiento del petróleo y de los alimentos, y augura que a partir de la primavera los precios de consumo volverán a niveles más razonables.

A la Administración socialista, además, le avala una legislatura de buenos datos económicos, con cifras récord de crecimiento y creación de empleo.

Logros que, sin embargo, han quedado en un segundo plano con la coyuntura actual, más afectada por la incertidumbre.

Y eso lo demuestra no sólo la caída de la confianza de los consumidores: el último barómetro del CIS sitúa el paro como la primera preocupación ciudadana, seguido de la vivienda y de las dificultades económicas.

El PP aprovecha este momento para cargar contra el Gobierno en materia económica, un tema al que apenas ha recurrido en los tres primeros años de la legislatura, cuando la política antiterrorista o las reformas estatutarias copaban el enfrentamiento entre ambos.

Nadie duda de que la precampaña y la campaña electoral serán una auténtica guerra de números, un enfrentamiento dialéctico sobre quién dejó la buena herencia a quién... una batalla por La Moncloa con la economía como una de las principales armas.

Callados hasta el día de las urnas, los ciudadanos observarán esta disputa mientras cruzan los dedos para que la economía siga creciendo a buen ritmo y para que los altibajos de precios y empleo no les afecten demasiado. EFECOM

pamp/jma

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