Economía

Merkel afronta un 'rally' de obstáculos para salvar al euro

Angela Merkel, canciller alemana. Foto: Archivo

La canciller alemana, Angela Merkel, se juega su futuro político con el enemigo dentro de casa. Las últimas maniobras de los parlamentarios liberales y conservadores que apoyan su Gobierno de coalición hacen temer que se quede sin la mayoría necesaria para aprobar el 29 de septiembre la participación de Alemania en el segundo rescate de Grecia, y para ratificar el refuerzo del mecanismo de rescate de países del euro al borde de la quiebra.

Si pierde el control de la votación, se desencadenará un efecto dominó que podría forzar la caída del Ejecutivo germano, lo que dejaría desamparada al conjunto de la zona euro. La no ratificación de la reforma del mecanismo de rescate impediría que éste pueda tomar el relevo del Banco Central Europeo (BCE) en la función de comprar deuda pública de países tan acosados por el mercado como España o Italia.

Por si no sobraran incertidumbres y bombas de relojería a punto de estallar en los cimientos del euro, el Tribunal Constitucional alemán se pronuncia hoy sobre la legalidad de la participación de Alemania en los rescates de países del euro al borde de la quiebra. Todos los responsables de la economía mundial cruzan los dedos para que los jueces germanos no tumben el castillo de naipes que han tejido los juristas bruselenses para buscar acomodo legal a las intervenciones en países como Grecia. Si lo hicieran, el pánico de los mercados arrastraría al euro y a sus eslabones más débiles, como España; y daría la puntilla a la maltrecha economía global.

Lo más probable es que la Justicia alemana bendiga los rescates realizados desde el año pasado, pero imponga condiciones para el futuro. Podría exigir que el Parlamento del país tenga voz y voto en la aprobación de los mismos. Sería una solución similar a cuando el Constitucional alemán aceptó el Tratado de Lisboa, la última gran reforma del Derecho y las instituciones comunitarias.

Los poderes que la Justicia alemana reclame para su Parlamento se dejarán sentir cuando el 29 de septiembre los parlamentarios alemanes tengan que ratificar el refuerzo y flexibilización del fondo de rescate. El Bundestag podría obtener competencias para vetar cada intervención, lo que complicaría aún más la actual y tortuosa toma de decisiones para que Europa y el Fondo Monetario Internacional (FMI) se pongan de acuerdo cuando sea preciso reflotar países al borde de la bancarrota.

De Angela Merkel más de uno pensará que le ha mirado un tuerto desde hace tiempo. El último y más reciente obstáculo al que se ha tenido que enfrentar es el varapalo electoral del pasado domingo en Mecklemburgo-Pomerania Occidental -su partido obtuvo solamente el 23,1% de los sufragios, 5,7 puntos porcentuales menos que en 2006-, y no parece que las próximas elecciones en Berlín el 19 de este mes vayan a darle una victoria, pero la mala racha le persigue desde hace ya más de un año. Exactamente desde mayo de 2010, cuando acaparó todas las críticas de sus vecinos europeos, por dilatar la aprobación del primer paquete de rescate de Grecia.

Falta de liderazgo

Hoy la historia se repite. Su falta de liderazgo ha dado paso a simple testarudez, y sus decisiones de cara a la crisis de la deuda que azota a la Unión Europea le están pasando factura, tanto dentro como fuera de sus fronteras. E incluso dentro y fuera de su propio Gobierno. Pero no olvidemos que Alemania, a pesar de su fortaleza en comparación con el resto de socios europeos, no pretende ejercer de ONG con ellos. El principal objetivo, como el de cualquier ser humano, es sobrevivir a los vaivenes de la economía mundial.

Así, mientras el futuro de Grecia pende de un hilo, a la espera de que todos sus socios de la Unión Europea aprueben un segundo paquete de ayudas que le salven de la quiebra, la dama de hierro hace gala de su apodo y no deja de imponer duras exigencias, como condición para dar la luz verde. No contenta con haber ratificado en primavera su Pacto por el Euro en versión light, la canciller alemana insiste en seguir presionando a los PIIGS para que emprendan "dolorosos" planes de ajuste y reformas adicionales con la mayor celeridad que sea posible.

Al recorte en gasto social, y la participación del sector privado en los rescates se le suma ahora la exigencia de que todos los países introduzcan el techo a la deuda pública en sus respectivas Constituciones. "Todo por el bien de la moneda común", argumenta Merkel.

Miedo al contagio

En paralelo, la mandataria trata en vano de calmar a las agencias de rating y los mercados financieros, que nada convencidos de las soluciones adoptadas en la pasada cumbre de eurolíderes del 21 de julio en Bruselas, iniciaron una revolución en toda regla.

Tampoco las reuniones bilaterales extraordinarias entre la canciller y Nicolas Sarkozy surtieron efecto. "Los problemas de la Eurozona no han desaparecido", clamaba un diputado anónimo de la UE. Muy al contrario, crece la presión y el miedo al contagio de los Estados miembros demasiado grandes para caer, pero también demasiado grandes para ser rescatados.

Para colmo, se enfrenta al ala dura de la UE, encarnada principalmente por Finlandia. A pesar de que la mandataria y los suyos repitieron en numerosas ocasiones que "no se tolerará ningún trato de favor", el país escandinavo reiteró su exigencia a Grecia: o le entrega avales o no participará en el rescate. Desde el Banco Central Europeo lo advierten desde hace semanas: la UE amenaza con resquebrajarse. Implícitamente todas las miradas apuntan a una culpable: Angela Merkel, la arquitecta de cada movimiento tectónico de la eurozona.

Pero detrás de sus incongruencias se esconde una maniobra clara de política interna de la canciller, quien "trata de dar la impresión ante los suyos de que está negociando con determinación", apunta el experto del Instituto Alemán de Investigaciones Económicas (DIW) Ferdinand Fichtner. Y es que de la oposición nacieron fórmulas como la implantación de la tasa bancaria, para reducir la especulación, o la obligación de que los acreedores sufraguen la crisis.

Con todo, los mayores dardos que recibe la canciller le vienen de sus propios correligionarios, a quienes no consigue convencer de que aprueben la reforma del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (EFSF), bajo las mismas bases que acordó con sus vecinos en la pasada cumbre.

Unión de Transferencia

Muchos diputados de la coalición alegan que tanto la ampliación del fondo como la concesión del segundo paquete de ayudas para Grecia no hacen sino crear una "Unión de Transferencia", donde los problemas de los más endeudados pasarían a recaer sobre las espaldas de los contribuyentes de los Estados que mejor han hecho los deberes. El propio vicepresidente de la CDU, Wolfgang Bosbach, reconocía su escepticismo, e incluso la existencia de un cisma entre los que apoyan y los que rechazan los planes de la lideresa cristianodemócrata.

Hasta el presidente de la República federal, Christian Wulff, opinó sobre el asunto, pese a que no le compete. También cristianodemócrata, y antiguo aspirante a suceder a Merkel, criticó con dureza la compra masiva de deuda de España e Italia por parte del Banco Central Europeo, que en su opinión, "ha ido mas allá de su mandato".

En la misma línea, el excanciller Helmut Kohl advirtió de que los errores cometidos no son sino fruto del pasado. Asegura que él jamás hubiera aprobado la admisión de Grecia en la eurozona, ni tampoco la violación por parte de Alemania del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, afirmaba en la revista Internationale Politik. Dos punzadas que han dolido a la dama de hierro.

Es más, la falta de consenso motivó una reunión extraordinaria del partido para limar las diferencias de opiniones. Además, la jefa del Gobierno canceló su viaje oficial a Rusia que estaba programado para hoy, porque coincide con el debate parlamentario de la ley alemana para la reforma del EFSF.

Con todo, los líderes de la CDU parten de la base de que conseguirán la mayoría en la votación del Bundestag, prevista para el 23 de septiembre (aunque probablemente se retrasará una semana). Puede que lo consiga gracias al apoyo de la oposición, sin embargo, lo que no está tan claro es que lo consiga gracias a la mayoría propia (exclusivamente de sus filas), lo cual sería un golpe sin precedentes.

Reticencias

Sus inoportunas reivindicaciones responden a un intento por contentar a su ciudadanía, reticente a seguir siendo la que más paga por los rescates (en términos totales -ya que Alemania es el país más poblado de la UE-, y no proporcionales). Sin duda tiene que hacer frente a una ola de euroescepticismo que invade el corazón de los alemanes, que no dejan de cuestionar a su Ejecutivo, a las autoridades de Bruselas, y que a principios de agosto los medios de comunicación atacaron a Italia, de la mano de titulares como La dolce vita bajo fianza.

Los tantos que Merkel se sumó en materia económica a finales de 2010 y principios de 2011 ahora son una gran decepción. Alemania apenas cerró el segundo trimestre de este año con un crecimiento del 0,1%; una cifra que muy lejos del 0,5% que auguraban los expertos. Otros indicadores también experimentaron un descenso notable, como el índice de confianza empresarial del Ifo, que cayó por tercer mes consecutivo.

Ese supuesto mal fario de la mandataria germana se traduce también en una pérdida de votantes. Desde que ascendiera al poder con sus socios liberales (FDP), en noviembre de 2009, su popularidad no deja de caer casi en picado. Las diferencias internas de la coalición, la pérdida de varios pesos pesados en su propio partido, y el ascenso de los tradicionalmente considerados partidos de minorías terminaron de teñir de negro el futuro de Merkel. Muestra de ello son los varapalos que tuvo que encajar la CDU, al perder cuatro de las citas que ha tenido con las urnas; incluidas las decisivas del Estado de Baden-Württemberg -un baluarte cristianodemócrata desde su formación y cuna de liberales-.

Al menos a la canciller le quedan dos consuelos: la revista Forbes acaba de designarla como la mujer más poderosa del mundo, y su perfil de Facebook superó recientemente los 100.000 seguidores.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky