Economía

El efecto de la 'Enmienda Florentino'

La situación actual se asemeja a los días de tormenta en los que el sol pugna por abrirse un hueco entre los espesos nubarrones. Portugal profundiza sus ajustes con la esperanza de volver a crecer en 2013, mientras que el PIB irlandés vuelve a números negros gracias al tirón de las exportaciones. El farolillo rojo de la eurozona continúa siendo Grecia, cuya economía se derrumbará un 5 por ciento este año, mientras que el déficit se irá al 8,8 por ciento, muy por encima de lo previsto. Para más inri, Berlusconi relaja su plan de ajuste en el peor momento.

La lectura positiva es que ni Irlanda ni Portugal tendrán que recurrir a fondos adicionales, como vaticinaron algunos. La negativa es que el rescate griego se complica, justamente en vísperas de que los parlamentos del resto de miembros del euro tenga que dar su visto bueno al mecanismo acordado en la cumbre del 21 de julio por Merkel y Sarkozy.

En este contexto, la canciller se dispone a aceptar que la ulterior puesta en marcha de fondos de rescate se someta a la aprobación parlamentaria a cambio del apoyo al acuerdo actual. Con la prima de riesgo por encima de 300 puntos en España e Italia, la situación de ambos países es la de una intervención técnica por el BCE. El mercado se pregunta por cuánto tiempo será posible mantener esta situación.

Zapatero, en su nube habitual, creyó que la enmienda constitucional para reducir el déficit iba a tener algún efecto en el mercado, pero a éste ya es difícil engañarlo. Lo único que valora son ajustes como el presentado por Cospedal en Castilla-La Mancha.

Por si faltaba algo, los últimos datos sobre producción manufacturera global y sobre desempleo apuntan a que EEUU se encamina a toda velocidad hacia la recesión, a la que probablemente se una Europa.

Los mercados de dinero se vuelven a cerrar y la refinanciación de las empresas endeudadas es cada vez más difícil. Con este panorama, el inquieto presidente de Sacyr, Luis del Rivero, convocó un consejo extraordinario el lunes pasado para presentar la operación de Repsol. La convocatoria sorprendió a los asistentes, entre ellos Juan Abelló y Demetrio Carceller, quienes creían que era para tratar la refinanciación de los 4.987 millones que vencen a finales de diciembre.

Abelló y Carceller, consejeros también de Repsol en representación de Sacyr, dieron su visto bueno entre dientes. Del Rivero llevaba desde finales de junio urdiendo su plan con el ministro de Industria, Miguel Sebastián, y los mexicanos de Pemex, a los que garantizó el apoyo del Gobierno español.

Las conversaciones llegaron a oídos del presidente de Repsol, Antonio Brufau, quien en agosto hizo las maletas y cruzó el charco para indagar qué se traían entre manos los responsables de la petrolera azteca. Éstos le dieron una larga cambiada, y Brufau, con la mosca detrás de la oreja, decidió suspender sus vacaciones a mediados de agosto y reincorporarse a su despacho en Madrid, a la espera de acontecimientos. El 29 se destapó el pastel mediante el comunicado conjunto a la CNMV. Un guiño, sin duda, a los acreedores de Sacyr, renuentes a renovar la póliza.

En su ambición por sacar pecho, Del Rivero dejó algunos resquicios, en los que se apoyará Brufau para defenderse. Aunque la participación conjunta de Pemex y Sacyr se quede al borde del 30 por ciento, la legislación obliga a lanzar una opa cuando haya intento de control de la compañía. El escrito a la CNMV pide el nombramiento de un consejero delegado y que ambas partes "fomentarán medidas para que el mercado reconozca el verdadero potencial de Repsol", lo que muestra su pretensión de influir de forma decisiva en la gestión.

Parece que luego Del Rivero se retractó verbalmente sobre la petición de designar un consejero delegado, probablemente al darse cuenta de la metedura de pata. Ahora debe ser la CNMV la que dictamine si hay intento de control o no.

Hay que aclarar que Sacyr cotiza a alrededor de un 9 por ciento de sus máximos en bolsa, mientras que Repsol lo hace al 70 por ciento. La operación logró ya un primer objetivo: calentar el valor, ya que cuanto más cara esté Repsol, más fácil será refinanciar la deuda.

También sorprende el mutismo del Gobierno o de organismos presuntamente independientes, como la Comisión Nacional de la Energía (CNE), ante el intento de una empresa pública extranjera por inmiscuirse en la gestión de una sociedad española, que es propietaria de activos regulados, como el 30 por ciento de Gas Natural.

Quizá por ello, entre los planes secretos de ambos estaría deshacerse de la participación de la gasista, aunque ambos lo nieguen, o vender los sabrosos pozos de Repsol en el Golfo de México y en el resto de países de la región.

Estamos, en definitiva, ante el perverso efecto de la llamada enmienda Florentino, en honor al presidente de ACS, Florentino Pérez, que maniobró ante el Gobierno para introducirla con el objeto de controlar Iberdrola.

elEconomista fue el único medio español que criticó este aspecto, porque conduce, como se ve ahora, a que con la excusa de tener una representación proporcional al capital en el órgano de administración de una compañía, se acceda al poder de ésta sin pagar una prima de control al resto de accionistas. Una estrategia en la que Florentino Pérez es un mago, como demostró en Unión Fenosa, que luego traspasó a Gas Natural con una suculenta plusvalía.

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